Por Enrique Genovar
Por Enrique Genovar
El Central de Miguel Ángel Russo tiene dos caras bien definidas. Una es la que muestra cuando juega en el Gigante y otra, muy distinta, es la que se observa cuando le toca salir de casa. Sin dudas, más allá de cuestiones futbolísticas a analizar, es un hecho que los hinchas de Central juegan un partido muy importante cuando las acciones se llevan a cabo a Génova y Avellaneda.
El apoyo de los canallas en el Gigante es algo que potencia a los jugadores auriazules. Central lleva disputados 9 encuentros como local y no solamente que está invicto en esta condición, sino que lleva ganados 7 partidos y al resto los empató. Con una efectividad de más del 85 por ciento cuando juega en casa el Central “modo local” es imbatible.
Todo lo contrario sucede cuando le toca jugar al Central “modo visitante”. Fuera del Gigante el equipo de Miguel Ángel Russo solamente pudo festejar en una oportunidad. En muchas de las veces que salió a disputar puntos sin su público lució poco competitivo. Los de Russo afuera no alcanzan el 26 por ciento de efectividad y han sufrido derrotas duras a lo largo del torneo.
Los hinchas no tiran centros, no atajan, no quitan la pelota a los rivales, no patean al arco, no están adentro del rectángulo de juego; pero juegan de eso no hay dudas. Los simpatizantes auriazules juegan un papel importante cada 15 días y lo que pasa en esa temporada es una muestra más de ello.
El Gigante lleno potencia a los propios y reduce las capacidades de los rivales. No es casualidad las dos caras que muestra este equipo. Una, en casa, combativa y lista para lograr los objetivos más altos; la otra, afuera, vulnerable e imposibilitada para lograr cosas importantes. La gente juega, de eso no hay ninguna duda, y más los hinchas de Rosario Central. No es demagogia esta afirmación, es solamente ver la realidad con el lente adecuado.