Por Enrique Genovar - CLG
Por Enrique Genovar
Central se quedó otra vez con el Clásico y lo que se veía en la previa sucedió en el partido. El equipo de Ariel Holan fue de banca al Parque y se quedó con todo lo que estaba en juego. Fue un domingo canalla, un día en que el fútbol tuvo lógica. Ganó el que mejor llegaba, el candidato a quedarse con el juego se impuso a su clásico rival en una nueva edición del partido más importante de todos, de ese que de ganarlo se asemeja a un campeonato con la única diferencia que no borda estrella en el escudo.
El resultado terminó siendo acotado. Pero más allá de eso nunca estuvo en duda la victoria canalla en cancha de Newells. Es que desde los 15 minutos Central se puso arriba en el marcador y manejó todo lo que pasó en el partido. El pie de Malcorra, el anticipo de Quintana y la definición, de arremetida, de Duarte. El pibe que venía con cuestionamientos por lo que había errado en juegos pasado tuvo su gran premio. A partir de su gol Central manejó las acciones del pleito y el primer tiempo pasó de prisa, con pocos minutos jugados. Ya en el complemento el Canalla volvió a utilizar la fórmula Malcorra-Quintana y después de aprovechar una falta innecesaria que cometió la Lepra llegó el segundo y liquidó el partido. Claro que cuando todavía le faltaba mucho al segundo tiempo Holan decidió combatir lo que quedaba con una línea de cinco y no reforzando la mitad de la cancha. Y ese error, menor por la victoria, puso en partido a Newells y más después del descuento.
El resultado final por 2-1 fue justo. Es que Central volvió a jugar el Clásico con mucho oficio, con mucha entrega y lastimando al rival con una de sus armas principales “el pie de Malcorra”. Una victoria que le viene muy bien para encarar los últimos diez partidos que le faltan a este torneo, una inyección anímica para terminar lo más arriba posible y así tratar de jugar playoffs en casa.