Una jubilada de 72 años, un economista de 69 con enfermedades preexistentes y un consagrado artista ruso, que participaron como voluntarios de las pruebas de Fase 3 de la vacuna Sputnik V, contaron sus vivencias tras la aplicación
Por Martín Álvarez, desde Moscú
Una jubilada de 72 años fanática del tango, un economista de 69 con enfermedades preexistentes y un consagrado artista ruso que participaron como voluntarios de las pruebas de Fase 3 de la vacuna Sputnik V contra el coronavirus en Moscú, contaron a Télam sus vivencias tras la aplicación, coincidieron en que tuvieron pocos o ningún efecto adverso y destacaron la presencia de anticuerpos semanas después de la inoculación
Irina, enamorada del tango y de la Argentina que debió posponer un viaje a Buenos Aires programado para este año por la pandemia, es una de las personas mayores que recibió la Sputnik V desarrollada por el Centro de Investigación Gamaleya, cuyas primeras 300.000 dosis llegaron al país el viernes en un vuelo de Aerolíneas Argentinas.
En perfecto español, Irina señaló a Télam que «hasta la llegada del virus, pasaba mi tiempo haciendo deporte y bailando, pero la cuarentena me impactó tanto que sufrí una fuerte depresión».
«No se pude bailar tango guardando la distancia social. Días después de una clase me comunicaron que el muchacho con el que había bailado había dado positivo de coronavirus. Por suerte yo ya estaba inmunizada», relató.
Su círculo más cercano vio la peor cara de la Covid-19. «Conocemos a mucha gente que se contagió y estuvo muy grave. También perdimos algunos amigos por culpa de este maldito virus», dijo Irina, que aprendió el idioma para cantar las obras de Carlos Gardel y Alfredo Le Pera.
Valeri, su esposo de 76 años, también fue inoculado con la Sputnik V, y ella afirmó que ambos decidieron participar como voluntarios porque era la única posibilidad que tenían para inmunizarse frente al virus.
«Nunca tuvimos miedo porque nos informamos bien sobre la vacuna Sputnik V y el Centro de Investigación Gamaleya antes de participar en las pruebas», aseguró.
Valeri no padeció ningún síntoma posterior a la aplicación de las dosis, pero Irina se sintió un poco fatigada después de recibir la primera, aunque «al día siguiente me desperté con mucha energía y felicidad».
La mujer contó que vivió con mucha ansiedad el período que pasó desde la primera inoculación hasta que se hizo una prueba de anticuerpos. «Cuando recibí los resultados de la prueba de anticuerpos fue el día más feliz del año. Mi esposo generó todavía más anticuerpos que yo», confió.
«Ya tengo muchos años y quiero aprovechar lo que me quede. ¡No puedo permitirme perder por el virus ningún momento que me haga feliz! Espero viajar a la Argentina el año que viene», concluyó en diálogo con Télam.
Oleg, un economista de 69 años que padece bronquitis crónica, tiene un stent en la arteria coronaria y sufre adenoma de próstata, recibió la posibilidad de ser vacunado como una bocanada de esperanza.
«En caso de infectarme con el virus la posibilidad de tener un final feliz es simplemente ilusoria», dijo.
Una semana después de aplicarse la primera dosis experimentó mareos y dolor de cabeza, síntomas que desaparecieron rápido. «Yo no creo que esto haya sido una consecuencia de la vacunación. Sobre todo por los problemas que te enumeré antes», evaluó.
Oleg generó una respuesta inmune estable contra el coronavirus, ya que una prueba que realizó 53 días después de la primera dosis reportó buenos resultados, y un mes más tarde cuando repitió ese test los niveles de anticuerpos habían subido.
«Por supuesto le recomiendo a los mayores vacunarse. No se pueden comparar los efectos secundarios que se padecen luego de la inyección, con las amenazas a la vida y la salud que implica contagiarse coronavirus. Si la vacuna salva aunque sea una vida, yo seré feliz», indicó.
Iskander tiene 74 años, no padece comorbilidades y se inscribió a través de internet para participar en los ensayos de Fase 3 de la Sputnik V.
«Me di cuenta de que contraer una enfermedad con consecuencias graves a mi edad es más riesgoso que ser vacunado», dijo y contó que por la falta de efectos adversos tras las aplicaciones, pensó que estaba en el grupo al que se le administró un placebo.
Además del control médico permanente, durante todo el proceso tuvo un monitoreo sobre su estado de salud, con medición de la temperatura, el pulso y la presión arterial, y el día 60 después de la primera inyección se realizó un análisis de sangre para detectar la presencia de anticuerpos, que arrojó resultados satisfactorios.
«Confíen más en los científicos y escuchen menos las numerosas declaraciones alarmantes sin fundamentos que no provienen de especialistas», aconsejó Iskander.
Nadezhda y Alexánder, ambos de 61 años, tomaron la decisión de ser inoculados porque simplemente no quieren enfermarse con el virus.
Nadezhda no tuvo ninguna reacción después de la primera dosis y manifestó algunas molestias tras recibir la segunda. «Tuve síntomas parecidos a los de un leve gripe durante 12 horas. Tomé paracetamol y todo desapareció», contó.
El matrimonio se sometió a una prueba de anticuerpos 42 días después de la primera dosis, ya que según los desarrolladores de la Sputnik V, es el momento en el que el organismo debe haber generado una respuesta inmune estable contra el nuevo virus.
«Los dos desarrollamos anticuerpos y ahora vivimos tranquilos», dijo Nadezhda, que en ruso significa esperanza. «Nosotros creemos en nuestra ciencia. Nuestros virólogos son los mejores del mundo, hay muchas pruebas que demuestran esto. Por lo que no dudamos ni un minuto y nos vacunamos tan pronto como surgió la oportunidad», añadió.
Por su parte, Alexánder, un artista premiado en Rusia de 62 años, aseguró que decidió aplicarse el fármaco porque quería sentirse seguro y no ser peligroso para los demás, no experimentó ningún síntoma tras la inyección y generó anticuerpos contra el coronavirus.
«Yo les aconsejo a las personas mayores de 60 años que no tengan miedo», concluyó el actor de vasta trayectoria en teatro y cine.
El director del Centro de Investigación Gamaleya, Alexandr Guíntsburg, dijo hoy a la agencia de noticias Sputnik que «próximamente se darán a conocer los resultados de los estudios en ancianos, no hay efectos colaterales algunos».
En el mismo sentido se había expresado el ministro de Salud de Rusia, Mijaíl Murashko, quien en recientes declaraciones al canal Rossiya 1 aseguró que esperan poder empezar la vacunación de los mayores de 60 años la próxima semana.