El balance del sismo y posterior tsunami que arrasó la isla indonesia de Célebes podría ser mucho más alto de lo estimado, pues las autoridades temen que haya hasta 5.000 personas desaparecidas en dos lugares arrasados de Palu, anunciaron este domingo.
Hasta ahora han hallado 1.763 cuerpos sin vida tras la catástrofe del 28 de septiembre, que arrasó barrios enteros de Palu, una localidad de 350.000 habitantes en la costa occidental de la isla de Célebes.
Pero las autoridades temen que aún haya miles de personas atrapadas bajo los escombros de dos barrios de Palu especialmente afectados.
«En base a las informaciones de los dirigentes [del pueblo] de Balaroa y Petobo, unas 5.000 personas no han sido encontradas», dijo este domingo a la prensa el portavoz de la Agencia indonesia de gestión de desastres, Sutopo Purwo Nugroho. Hasta ahora se calculaba que eran más de 1.000.
Pero el tiempo apremia, por lo que las autoridades decidieron continuar las labores de búsqueda hasta el 11 de octubre. Pasada esa fecha, se darán por muertos.
«No obstante, las autoridades siguen intentando confirmar esta cifra y reunir datos. No es fácil obtener el número exacto de aquellos que quedaron atrapados por los derrumbes, la licuefacción [del suelo], o el lodo», agregó.
Petobo es un conjunto de aldeas. Una gran parte de esta zona se derrumbó como si la Tierra la aspirara mientras se sacudía en un fenómeno que transformó el suelo en arena movediza, proceso conocido como licuefacción.
«Sería un milagro»
En Balaroa, un amplio complejo de viviendas sociales fue cubierto por el lodo.
El gobierno prevé convertir estas zonas en sepulturas colectivas y dejarlas tal cual.
La esperanza de encontrar a supervivientes es prácticamente nula. «Ya estamos en el día 10 [desde que ocurrió la tragedia].
Sería un milagro encontrar a alguien vivo», declaró a la AFP Muhamad Syaugi, jefe de la Agencia indonesia de búsqueda y rescate.
Entretanto, los servicios de rescate reforzaron sus efectivos para aportar ayuda a 200.000 siniestrados que llevan días esperando.
Tras varios días en los que los habitantes tuvieron que recurrir al saqueo de tiendas para hacerse con productos básicos, la ayuda internacional comenzó a llegar.
Aviones cargados de ayuda aterrizan con regularidad en Palu y los víveres son transportados en camiones o helicópteros por el ejército.
Más de 82.000 soldados y personal civil, así como voluntarios, están desplegados en el terreno. Los helicópteros abastecen a los lugares más recónditos, que quedaron aislados del mundo con la tragedia.
«Tienen necesidades enormes porque la ruta está cortada y sólo se puede acceder por aire», explicó a la AFP el teniente Reinaldo Apri tras pilotar su helicóptero hasta el distrito de Lindu, a unos 40 km al sur de Palu.
Aviones de transporte Hércules con toneladas de víveres proporcionados por Australia y Estados Unidos aterrizaron en Palu, así como un aparato fletado por la oenegé Save the Children y otro que trasladaba a un equipo médico sudafricano.
La Cruz Roja indonesia se desplegó a lo largo de la región para distribuir ayuda.
Pero la tarea que les espera es monumental. Las decenas de miles de personas que se quedaron sin hogar están diseminadas por toda la región de Palu y allendes, y muchas de ellas dependen por completo de la ayuda para sobrevivir.
«No hay absolutamente ningún lugar en el que conseguir comida, nada está abierto», dijo Sela Fauziah, de 18 años, mientras esperaba en el mercado central de Palu junto a cientos de personas para conseguir alimentos distribuidos por el ejército.