Los aborígenes australianos han sido víctimas de constante maltrato desde la colonización, además de haber sido desposeídos de sus tierras y discriminados sistemáticamente
Australia empezó este viernes el nuevo año con un cambio clave en la letra de su himno nacional, denominado «Advance Australia Fair» («Avanza Australia justa»), para reconocer mejor el rol, las culturas y la historia de los pueblos indígenas que viven en ese país desde hace 65.000 años.
El primer ministro, Scott Morrison, anunció que desde hoy la frase «porque somos jóvenes y libres» del actual himno cambiará a «porque somos uno y libres» para incluir también la historia previa al colonialismo.
El cambio fue aprobado por el gobernador general, David Huyrley, quien representa a la reina de Inglaterra, jefa del Estado también de Australia, reportó la agencia de noticias ANSA.
En 2017, un juez australiano impulsó el cambio al considerar que la palabra «jóvenes» ofendía a un pueblo que fue discriminado y desposeído de sus tierras desde que el capitán británico James Cook declarara el territorio como «Terra nullius» («tierra de nadie») en 1770.
La supresión de la palabra «jóvenes», a la que los líderes aborígenes se opusieron durante mucho tiempo, supone un reconocimiento al multiculturalismo de una nación que acogió a inmigrantes y refugiados de todos los países, pero que está redescubriendo y recuperando las lenguas y las culturas de cientos de pueblos nativos.
«Si bien Australia, como nación moderna, es relativamente joven, la historia de nuestro país es antigua como las historias de muchos pueblos originarios que lo han custodiado y que reconocemos y respetamos», dijo el premier australiano a los periodistas en Canberra.
Para Morrison, el cambio «no quita nada, pero creo que realmente agrega significado al texto». «Advance Australia Fair» es obra del compositor escocés Peter Dodds McCormick y se interpretó por primera vez en 1878, aunque solo en 1984 se convirtió en himno nacional, tras reemplazar a «God Save The Queen» («Dios salve a la reina»), que había sido impuesto desde la colonización británica.
Este primer paso fue valorado por la legisladora laborista de origen indígena Linda Burney, quien sin embargo reclamó más acciones. “El gobierno dice que quiere trabajar con el pueblo aborigen, pero la verdadera cuestión es una voz consagrada en la Constitución”, dijo la política opositora a la cadena australiana ABC, en alusión al reconocimiento de los indígenas en la Carta Magna.
La Constitución australiana, que data de 1901, no menciona ni reconoce a los aborígenes ni a los isleños del Estrecho de Torres como los primeros habitantes del territorio, un hecho que indigna a esta minoría que representa un 3,3% de los 25 millones de habitantes que tiene el país.
Los aborígenes australianos han sido víctimas de constante maltrato desde la colonización, además de haber sido desposeídos de sus tierras y discriminados sistemáticamente.
Una de las heridas más profundas dejadas fue la práctica de arrebatarles a sus hijos para que fueran cuidados por familias o instituciones de blancos, en lo que se denomina “la generación robada” y que afectó a unos 100.000 menores aborígenes entre 1910 y 1970. En la actualidad, estos pueblos enfrentan todavía obstáculos importantes para lograr la igualdad de oportunidades en el país.
Los hombres indígenas tienen una esperanza de vida de 71,6 años, casi nueve años menos que los australianos no indígenas, mientras que la de las mujeres indígenas es de 75,6 años, ocho años menos que la de las mujeres no indígenas. También la mortalidad de los aborígenes menores de cinco años es el doble que la del resto de la población.
A principios de 2020, a raíz del movimiento antiracista Black Lives Matter (La vida de los negros importa), manifestaciones en varias ciudades australianas exigieron el fin de las muertes de indígenas en estado de arresto o de detención, que fueron más de 400 en los últimos 30 años.