Notre Dame es una vieja dama frágil pero erguida a un mes de su voraz incendio. Un corsé metálico mantiene su dignidad y le da seguridad. La policía francesa la ha transformado en un escenario de investigación criminal para saber cómo se produjo el fuego que traumatizó a los franceses y al mundo.
Por primera vez en su historia ha quedado aislada de sus fieles, rodeada por severos controles policiales a su alrededor y barreras infranqueables. La policía recién pudo entrar hace diez días al lugar por razones de seguridad. La Catedral no estaba estable aún. Muchas de las pruebas fueron borradas por el agua y los 400 bomberos que combatieron el fuego, más los obreros que la estabilizaron. El trabajo de búsqueda de pruebas será arduo y preciso.
Los obreros que trabajaban en las obras previas de restauración en el techo, los 69 empleados de la Catedral, no tienen permitido hablar. En Francia los sospechosos tienen derecho a un juicio justo, sin prejuzgamiento, y hoy todos ellos lo son. Un ejército de carpinteros, restauradores, maestros vidrieros, herreros, albañiles y especialistas trabajan las 24 horas para consolidar un edificio gótico en pie, pero dañado por una temperatura de 700 grados, el agua de los bomberos y la lluvia. Asegurarla llevará cuatro meses.
Una Notre Dame de hierro debajo de la vieja catedral para sostenerla, para que el resto de su cúpula no caiga. La “foret”, esa carpintería de miles de metros cúbicos de madera, no existe más. El fuego la devoró en pocas horas. La estructura metálica ya estaba allí desde que comenzaron los trabajos de restauración, que podrían ser la causa del incendio, y resistió. Ahora ha sido reforzada. Las vigas calcinadas en la bóveda muestran la fuerza de las llamas.
Los ingenieros geómetras y los topógrafos efectuaron un diagnóstico de urgencia con scanner de láser y con drones. Arte Graphique et Patrimoine (AGP) había realizado una maqueta numérica de esa carpintería antes del incendio. Es la misma empresa que ahora ha sido contratada por las autoridades para efectuar de nuevo medidas, producir documentos comparativos, que ayudarán a una restauración, que hoy genera divisiones entre tradicionalistas y modernistas. Esos trabajos ayudarán a la policía a encontrar el origen del incendio.
Un milagro en la tragedia. El rector de la catedral, monseñor Patrick Chauvet, lo bautizó así cuando entró de la mano a la Catedral junto al presidente Emmanuel Macron y se encontró cara a cara con la destrucción. Constató que la Virgen María seguía en pié, el altar estaba intacto, como la estatua de La Piedad y la cruz gloriosa instalada por el Cardenal Lustiguer. La corona de Espinas de Cristo y una parte del tesoro habían sido rescatadas y trasladas al Louvre.
Fue el momento en que empezó a pensar en “un refugio” para seguir recibiendo a los fieles, a los 13 millones de turistas, a la boutique que los mantiene y seguir dando trabajo a sus 69 empleados. Allí nació la “Notre Dame efímera”, frente a esa mole herida y gótica, que inmediatamente su vecina, la alcaldesa de Paris, Anne Hidalgo, autorizó. Ni bien termine la investigación criminal, comenzará su construcción.
Para salvar y preservar los tesoros de la Catedral, se formó un colegio de los mejores atelier y especialistas de Francia. Llegaron de todo el país a asegurarlos. Uno a uno, los maestros vidrieros retiraron los vitraux de la catedral que no fueron dañados por el fuego, aunque pueden tener fisuras por el choque térmico. La estatua de la virgen fue puesta al abrigo por los obreros. Gran Bretaña ofreció su experiencia en la restauración de edificios del medioevo. Francia y el reino tienen los granes especialistas en estabilidad de estructuras de la Edad Media, saben cómo cuidar y guardar las obras a conservar con las mas modernas tecnologías.
La cantera de Notre Dame llevará años y dará trabajo a miles de personas. Las especialidades y oficios que requiere su reparación exigirá formar a una nueva generación de carpinteros, especialistas en piedras, techistas, albañiles transformados en expertos en patrimonio histórico. Los Compañeros del Deber, que se ocupan de formaciones para el patrimonio histórico, ya han advertido que no existen: se deberá formar a jóvenes y refugiados, que tendrán su oportunidad de integrarse, desde la Catedral, plenamente en la sociedad francesa.
Sadam Mohamed, un refugiado sudanés, ya está dispuesto. Hará una formación de techista histórico.”Yo quiero ser parte de la reconstrucción. Podré decirles a mis hijos: “Papá ayudó a reconstruir Notre Dame”, contó.
El debate de la restauración ha comenzado luego de que las donaciones alcanzaran los 1.000 millones de dólares. Los tiempos de los políticos y de la defensa del patrimonio no son los mismos. La decisión del presidente Macron de terminarla en 5 años es un sueño imposible, al que se oponen los especialistas en patrimonio. Tanto como a su deseo de “un gesto contemporáneo” para reemplazar la aguja de Viollet le Duc, que con su caída, produjo el gran daño en la bóveda y la estabilidad de Notre Dame. Al menos 1.700 especialistas publicaron en Le Figaro una nota: ”Deje el tiempo del diagnóstico a los historiadores y a los expertos antes de pronunciarse usted sobre el futuro del monumento”, pidieron. Fue después de que Macron designó a un ex jefe de las fuerzas armadas como patrón de la reconstrucción.
Las piedras deben secarse para estar seguras al igual que la madera. Los diagnósticos tomarán tiempo. Las etapas a seguir durarán de dos a cinco años para después lanzar una restauración, a lo largo de al menos 15 años.
“Esperemos el resultado de la investigación. En tanto no sepamos que pasó, uno cierra la boca”, recomendó Philippe Villeneuve, el arquitecto encargado de Notre Dame.
En la Catedral curas, organistas, agentes de seguridad siguen su consejo. Nadie habla. Nadie evoca responsabilidades. Todos creen que la ley de excepción sobre la reconstrucción de la iglesia, que anunció Macron, es un medio peligroso de ocuparse de los procedimientos de restauración.
Notre Dame pertenece al Estado, como todas las catedrales francesas anteriores al siglo XX, que fueron confiscadas por la ley de la laicidad del año 1905. Nunca han destinado el dinero suficiente para mantenerlas. La dogmática laicidad francesa ha vaciado las iglesias católicas, el cristianismo está desaparecido de la vida pública. Hasta tal punto que la prensa francesa buscó eliminar la trascendencia religiosa de la Catedral para transformarla en la simbólica representación del corazón de la nación en pleno fuego.
Le Canard Enchaine, el semanario satírico francés, reveló que el ministerio de Cultura, que había contratado a la sociedad Elytis, encargada de la seguridad del templo, había decidido suprimir uno de los dos guardias de seguridad, que deberían permanecer en el lugar las 24 horas, en el 2015. Cuando la alarma en la computadora reveló el incendio, a las 6 y 20 de la tarde, ese único guardia subió pero se equivocó de lugar. No encontró el fuego. Se perdieron 35 minutos, cuando los robles del techo comenzaron a pasar de brasa a combustión y se elevaron las llamas hacia el cielo. Recién allí llamaron a los bomberos. Solo el 3,4 por ciento del presupuesto de Cultura está dedicada al patrimonio. Las viejas iglesias francesas están en muy mal estado, abandonadas a su suerte y la de los benefactores.
¡Los donantes!. Sus 1.000 millones de dólares en 48 horas dividen a Francia y a los franceses, que a diferencia de los norteamericanos, tienen una pésima relación con el dinero y con los que lo ostentan. Son los Pinault, Arnault, Bouygues, que prefieren las piedras a los pobres para donar y su nombre reflejado globalmente en una de las dos torres de Notre Dame. Las empresas que donaron son acusadas de hacerlo para mejorar su imagen y beneficiarse de sus impuestos. La presión los hizo renunciar a ese beneficio. Cada gran supermercado de Francia ofrece a sus clientes hacer una donación para Notre Dame a la hora de pagar la cuenta. El 90 por ciento de la gente lo acepta.
La comunión entre Notre Dame y los franceses va más allá de la religión. Esta Catedral gótica de la Edad Media está en el corazón de la historia de Francia para su pueblo.
Según la leyenda, el papa Alexandre III en persona habría colocado la primera piedra en 1163. Recién se terminó de construir al final del siglo XIV, la razón de su “melange” romana y gótica. Cada siglo le iba a imprimir su ADN a la Gran Señora. Saint Louis recuperó la corona de espinas de Cristo en su crucifixión de manos de banqueros venecianos y la trajo a Notre Dame. El rey santo hace construir la Sainte Chapelle para conservar el precioso tesoro. Henry VI de Inglaterra es coronado rey de Francia allí, como un impostor ante los ojos de los franceses, en plena guerra religiosa de los 100 anos. Marie Stuart de Escocia y el rey de Francia Francois II se casaron allí. Napoleón Bonaparte fue consagrado emperador por el Papa Pio VII. Victor Hugo le declaró su amor a la Catedral en su novela Notre Dame de París. Esmeralda y Quasimodo pasaron a ser sus íconos hasta hoy.
En 1844 el arquitecto Eugene Viollet Le Duc se lanza a los trabajos de restauración de la Catedral. Impone la aguja controvertida, cuya caída con sus 150 toneladas de plomo ha fragilizado hoy a Notre Dame. Sus campanas repicaron el día de la Liberación de París en la Segunda Guerra Mundial. El cardenal Suhard acogió al general Charles de Gaulle, a su gobierno y celebró la victoria, con un final de La Marsellesa en su medieval órgano, según publicó Clarín.
La espiritualidad de Notre Drame trasciende las creencias para enraizarse en la historia de Francia. Los presidentes De Gaulle, George Pompidou y Francois Mitterrand fueron honrados en ella a la hora de su muerte. Una misa de homenaje a las víctimas de los atentados terroristas en París el 13 de noviembre del 2015, con sus campanas sonando durante 15 minutos, emocionó a todos. La amenaza terrorista yihadista la tiene ahora como blanco. Hoy, a los Chalecos Amarillos, en un país dividido y en profunda crisis, les prohíben manifestar en Notre Dame. La Gran Señora de París es contemporánea con sus 900 años a cuestas. El incendio será otro capítulo de su larga vida.