Opinión

Nos querían secuestrar el alma, pero no pudieron


Por Emma Le Bozec, docente jubilada, poeta, sobreviviente del recientemente identificado centro clandestino de detención de la SIDE que funcionó en 1976 en Bacacay 3570, barrio porteño de Floresta.

Me secuestraron en la noche del 30 de abril de 1976, en pleno Golpe de Estado. Al día siguiente iba a festejarle el cumpleaños a dos de mis cuatro hijos. El más grande cumplía cinco y la mas chica uno, y como cumplen con pocos días de diferencia se los festejaba a los dos juntos. En mi casa estaba mi hermana que me estaba ayudando, mi hermanita menor de 17 años y su novio. Ellos estaban en la sala en donde irrumpieron estas bestias. Yo ya estaba acostada. Fue una cosa de locos, eran como 30 encapuchados con armas largas. Un grupo entró en la casa, otro se quedó en la puerta y otros en el pasillo. Fue impresionante, terrible, nunca me voy a olvidar de este hecho en mi vida. Yo siento que tuve a Dios conmigo porque no puedo creer haber sobrevivido. Y después de 44 años me vengo a enterar qué es de la vida de los que sobrevivimos. Fuimos muy poquitos, fui una afortunada.

Cuando yo regresé del exilio en México, en 1984, me animé y ofrecí mi testimonio a la Conadep, al que ahora recurre el juez Rafecas, cuando se desclasifican unos documentos de los Estados Unidos. Él sabía desde hace mucho tiempo que alrededor de Automotores Orletti había una casa que funcionó como centro clandestino, pero no sabía exactamente cuál era. En los documentos desclasificados aparece una dirección: Bacacay 3570. El juez entrevista a la actual dueña de la casa que dice que la compró en el año 1977, le pregunta cómo era la casa cuando la compró, qué arreglos le había hecho e hizo un plano de cómo era la casa original. Ella dibuja un sótano igual al que varios sobrevivientes describimos en nuestros testimonios.

Yo estuve allí cuatro días, pereciera que cuatro días son pocos, pero para mí se hizo una eternidad. No distinguíamos los días de las noches. Lo que ellos hicieron fueron crímenes, parece que todavía no se habló lo suficiente a pesar de todos los años que pasaron.

Creo que no hay espacio en esta historia para que vuelva a suceder algo así. Son criminales y como criminales que son tienen que estar en su lugar. Me conmocionó mucho que hayamos pasado por el gobierno de Cambiemos que estuvo tan ligado a todos estos criminales. Yo no creo que el gobierno de Macri haya sido la dictadura, pero tenían los mismo métodos.

44 años después, y por esta investigación, la vida me hizo reencontrar con una compañera de Suteba, se llama Delia Mendez. En democracia ambas militamos, compartimos marchas y varias actividades. Tantos años después supimos que estuvimos juntas en esa casa. Ahora la siento como una hermana. Estábamos secuestradas por el Primer Cuerpo del Ejército, de eso me enteré ahora y era Aníbal Gordón el que manejaba todo. Esta gente nos quería secuestrar el alma, pero no pudieron.

Esta casa tiene que quedar como un sitio de la memoria. La gente que hoy vive allí, después de descubrir para qué se usó no creo que tenga muchos deseos de seguir viviendo en ese lugar. Por ahí pasó la muerte y la tortura. Eso debe haber quedado impregnado en las paredes y si te apoyás mucho en ellas, sangran.