Los nódulos tiroideos son el crecimiento de células en la glándula tiroides en forma de protuberancias, puntos o turgencias. Algunos son detectables por la simple palpación, aunque la mayoría son pequeños y se necesita de aparatos tecnológicos para visualizarlos.
Los nódulos tiroideos pueden ser sólidos o quísticos. Un nódulo quístico es aquel que contiene líquido en su interior y está recubierto por una cápsula que lo contiene. Los nódulos sólidos, en cambio, son macizos en toda su estructura.
Se pueden localizar en diferentes porciones de la glándula tiroides, la cual se constituye de dos lóbulos unidos por un segmento menor central. En condiciones normales, no es posible sentir la glándula palpando desde el exterior.
Como la tiroides tiene entre sus funciones la de fabricar las hormonas T3 y T4, puede resultar que un nódulo de la glándula sea funcional. Esto quiere decir que es capaz de secretar hormonas como el resto del tejido normal. En estos casos aparecen síntomas vinculados a esa sobreproducción hormonal.
La mayoría de los nódulos tiroideos son benignos y, entre ellos, muchos no se detectan más que accidentalmente en una consulta médica por otro motivo. De todas maneras, en razón del pequeño porcentaje de nódulos que responden al cáncer de tiroides, se deben realizar los métodos complementarios necesarios para el diagnóstico.
Causas de los nódulos tiroideos
Las causas detrás de los nódulos tiroideos son variadas, desde alteraciones en la dieta hasta la proliferación de células malignas. Veamos algunas de las más importantes:
Falta de yodo en la dieta
Cuando el microcomponente yodo no está presente en cantidad suficiente en los alimentos que ingerimos, la glándula tiroidea puede formar nódulos. Esta causa clásica e histórica de enfermedad de la tiroides llevó a varios países a legislar la obligación de añadir yodo artificialmente a muchos alimentos, incluida la sal de mesa.
Estas leyes aparecieron en épocas donde era muy frecuente que ciertas regiones del mundo tuvieran alta incidencia de bocio; una enfermedad del agrandamiento de la tiroides por falta de yodo.
Tiroiditis
Este término designa la inflamación de la glándula tiroides. Cuando la inflamación es crónica y persistente puede generar nódulos. Una de las variedades más conocidas es la tiroiditis de Hashimoto, cuyos síntomas son del hipotiroidismo.
Las tiroiditis suelen responder a procesos autoinmunes, donde el cuerpo ataca a su misma glándula con anticuerpos.
Proliferación de células tiroideas normales
En algunas circunstancias, las células habituales de la tiroides crecen desmedidamente y forman un nódulo. Se lo conoce como adenoma tiroideo y es benigno.
El problema del adenoma es que puede ser funcionante, es decir, capaz de producir hormonas y volcarlas a la sangre. Esto puede conducir a que la persona padezca hipertiroidismo.
Acumulación de líquido
Los nódulos tiroideos pueden ser quísticos, es decir, cavidades rellenas de líquidos. Son benignos y usualmente no funcionales, o sea, incapaces de producir hormonas.
Proliferación de células malignas
La forma más peligrosa de los nódulos tiroideos es el cáncer de tiroides. Por suerte es una mínima porción de los casos. Con una detección temprana es abordable con tratamientos y cirugía para evitar su progresión.
Síntomas de los nódulos tiroideos
Los nódulos tiroideos no suelen generar síntomas porque tienden a ser pequeños y no funcionales. En muchos casos, se los descubre realizando una ecografía tiroidea por otra razón, o al practicar una tomografía de la región del cuello.
Cuando el nódulo es detectable desde el exterior palpando el cuello, entonces estamos ante la presencia de una formación suficientemente grande. Estas situaciones pueden ser percibidas por un médico al realizar el examen físico o por el mismo paciente.
Si junto al nódulo detectado hay otros síntomas como pérdida de peso, episodios de sudoración profusa, cambios en los latidos cardíacos o dificultad para tragar, entonces se sospecha malignidad del nódulo. Aunque finalmente el diagnóstico definitivo pueda ser benigno, la presencia de esos signos obliga a acelerar la realización de los métodos complementarios.
Por otro lado, si estamos ante nódulos tiroideos funcionales capaces de producir hormonas y volcarlas al torrente sanguíneo, entonces los síntomas serán los del hipertiroidismo. Habrá taquicardia, falta de fuerzas, cambios en las uñas y en los cabellos, diarrea, irritabilidad y falta de aumento de peso a pesar del incremento de la ingesta de alimentos.
En algunos casos, cuando los nódulos alcanzan un tamaño considerable, el médico o el propio paciente consigue detectarlos con una exploración física.
Diagnóstico para los nódulos tiroideos
Ante la consulta por la palpación de un nódulo tiroideo o ante la aparición del mismo en un examen por otras causas, el médico solicitará una serie de estudios para caracterizar la lesión. Entre estos estudios estarán:
- Dosaje de hormonas tiroideas: a través de un análisis sanguíneo se medirán los niveles de T4 y de TSH.
- Ecografía de tiroides: si no se ha realiza previamente, constituye el estudio de primer escalón para abordar el nódulo tiroideo. En primera instancia permite diferenciar entre nódulos sólidos y quísticos, además de medir el tamaño.
- Biopsia por punción: si el nódulo es sospechoso de malignidad se programará un procedimiento de biopsia. El mismo consiste en introducir una aguja muy fina a la glándula para extraer células del nódulo que serán analizadas en un microscopio. Actualmente la punción se realiza de manera ambulatoria, sin requerir internación, y generalmente sólo con anestesia local.
Fuente: Mejor Con Salud