—¿Por que se da esta guerra y en la zona sur?
—En lo que hace a los Caminos y los Funes es una pelea que viene de años. En este caso, a diferencia de otros, es que tenemos el hilo conductor del conflicto. De que manera sucedió cada muerte y cómo comenzó todo. Es casi una cuestión tribal de venganza sobre venganza sobre la que estamos trabajando. No sólo lo hacemos en prevención sino también en la interrupción de la violencia. El trabajo tiene tres puntos: inteligencia criminal para impedir que se consoliden las bandas, un trabajo judicial para reunir elementos que aporten a juicios penales futuros y de saturación territorial.
—El tema drogas sigue activo en Rosario. ¿Hay alguien que maneja estas bandas?
—Estas bandas de Funes y Caminos se dedicaron más a robos y entraderas, aunque también hacen narcomenudeo. Actualmente se ve en los barrios una atomización en lo que hace a la venta de estupefacientes. No se identifican cabezas fuertes, como sucedió con otras bandas. Hoy es de fácil acceso ir a buscar drogas al Gran Buenos Aires o a las provincias del norte. Pero tienen una logística, menor, pero está y además están circunscriptos a la geografía del sur.
—¿No hay una cabeza que les dé logística?
—Tal vez haya alguien que se quiere quedar con todo, sobre eso vamos a pelear. Pero son muy distintas las realidades en el oeste o el norte de Rosario. La violencia en la ciudad no sólo tiene que ver con la disputa de territorio o mercados de drogas. Hay ajustes y venganzas que tiene que ver con historias antiguas. Se registraron muchos homicidios basados en viejas cuentas saldadas en la Justicia con prisión, pero no saldadas en su entorno, en la faz social. Eso es lo que nos falta y sobre lo que estamos trabajando.
—¿Como es la planificación?
—En lo que hace a la represión del delito nos reunimos con las fuerzas federales, como Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), la Policía Federal, Gendarmería y la policía santafesina. Recorrimos las zonas por aire y tierra. Saturamos las seccionales 14ª, 19ª, 20ª,18ª, 11ª, la zona de Tablada, el barrio Municipal de zona sur y de zona norte. En ese esquema estuvimos a minutos de capturar a Alan Funes y estamos detrás de sus amigos.
Críticas
Este enfrentamiento ya se quedó con la vida de Sofía Barreto y Luis Tourn, que participaban de una cena el 1º de enero en la vereda de una casa de Grandoli y bulevar Seguí y nada tenían que ver con las familias en disputa. También se cuentan la de Ulises Funes y Marcela Díaz, familiares de los bandos en pugna. Y también heridos como Milton R., Nahuel G. y Jorge Funes.
—Una de las críticas que se hizo desde el Ejecutivo provincial es por qué Alan Funes, que estaba en el Instituto de Recuperación del Adolescente (Irar) de pronto apareció en su casa con el beneficio de una prisión domiciliaria.
—Sí, nos llamó la atención. Pero la crítica no fue a una actitud de un juez sino al sistema. Y tampoco es crítica, es una punta para dar un debate hacia la sociedad sobre las prácticas judiciales. ¿Cómo es posible que en el mes de enero sólo haya dos jueces en turno y un par de fiscales? Mientras nosotros en el ministerio no damos vacaciones a los jefes de unidad ni a los jefes de secciones, porque se sabe que uno en la función debe dejar algo más que el trabajo diario. Es un compromiso en que si uno no está decidido a tomarlo puede ocupar otro puesto, otras funciones.
—¿Sólo trabajan en prevención y represión del delito?
—Es inédito, pero también hacemos acuerdos sociales. Se trata de un programa de interruptores de violencia que funciona en distintas ciudades de la provincia y puntualmente en Rosario. Si observamos que hay dos familias, o dos o más grupos, que van a saldar sus deudas a los tiros tratamos de juntarlos, que hablen, que se entiendan y hasta de proteger a las futuras víctimas. Es un programa que funcionó muy bien en México y es algo que el ministerio no tuvo en cuenta en gestiones anteriores. A la violencia no sólo se la reprime, se deben buscar las causas, los porqué. Invertir en evitar la violencia es más eficiente.
—¿Cómo se encuentra la policía en este esquema de trabajo?
—Confío en los jefes policiales y en la tropa. Los recibo, los escucho. Voy a los barrios y me reúno en las seccionales, recibo a los vecinos de distintos barrios en mi despacho y también me cuentan las acciones policiales. Hoy la fuerza tiene los elementos y el respaldo necesario para hacer un buen trabajo y por supuesto que quienes no lo hacen tienen consecuencias, esto es parte de la función de un ministro.
En 2015, y a días de asumir, Pullaro iba a los barrios, los caminaba. «Nadie me conocía, pensaban que era un funcionario» y se perdía por Casiano Casas, por Tablada, por otros lados. «Quería conocer los territorios de primera mano, sin que nadie me contara cómo eran. Ahora ya conocemos la trama, las realidades de los barrios» dice y atiende una llamada: «A este lo tenemos ahí, si lo enganchamos se terminan los problemas en el sur», dice sin dar nombres.
Barrios recorridos desde el aire
El ministro de Seguridad provincial, Maximiliano Pullaro, se sumó durante la tarde de ayer a los operativos de seguridad para trabajar contra la ola de violencia en Rosario. El funcionario se subió al helicóptero de la policía para patrullar desde el aire y sobrevolar los barrios más conflictivos en los últimos días.
«Sobrevolando Rosario en el helicóptero de nuestra policía, que se suma a las tareas de patrullaje y control que estamos desplegando en el territorio», escribió en su cuenta de Twitter el ministro, acompañando con una imagen alusiva.