Por la baja de Rafael Nadal, el australiano de 27 años jugará la final del tercer Grand Slam de la temporada. Una carrera envuelta en polémicas que hasta incluyó una lucha contra la depresión
El australiano Nick Kyrgios está viviendo dos semanas verdaderamente soñadas en Wimbledon. Este domingo, el jugador que protagonizó una gran cantidad de escándalos durante su carrera, jugará la final del tercer Grand Slam del año.
“Me considero top 5 o 10 del mundo en hierba”, dijo hace unas pocas semanas… Y tenía razón. Claramente, el torneo londinense es uno de sus favoritos en el circuito: en el 2014, con solo 19 años, dio el gran golpe y eliminó al número 1 del mundo en aquel momento, Rafael Nadal, para llegar hasta los cuartos de final.
Otra vez el destino ponía al español y al australiano en el camino. Nadal iba a ser su rival en las semifinales, pero una lesión en los abdominales le impidió presentarse y esto le dio el boleto directo al partido decisivo sin tener que transpirar.
Pero la carrera de Kyrgios nunca estuvo exenta de polémicas. Dueño de un mal carácter, con pocas pulgas y picante en sus declaraciones, protagonizó varias situaciones que lo pusieron en el ojo de la tormenta.
Uno de los primeros episodios fue en el 2014, cuando insultó al suizo Stan Wawrinka durante un partido y hasta hizo un comentario de mal gusto sobre su novia. Esto hizo que la ATP lo sancione con 25 mil dólares de multa.
En el 2016, la sanción fue aún mayor. Durante un partido correspondiente al torneo de Shanghai, provocó la bronca del público al dejarse ganar frente al aleman Mischa Zverev y la ATP decidió suspenderlo del circuito durante ocho semanas.
Otra de sus víctimas favoritas es su posible rival en la final, Novak Djokovic. En varias ocasiones realizó comentarios provocadores en su contra, incluso en una ocasión aseguró: “No importa cuantos Grand Slams gane, él nunca será el mejor. Si no me puede ganar, no puede ser el más grande”.
Ni siquiera Nadal se salva del Bad Boy del tenis. El episodio más polémico entre ambos fue justamente en Wimbledon 2019, cuando Kyrgios le tiró un pelotazo y en la conferencia de prensa explicó por qué no se disculpó: “Por qué debería disculparme? El tipo tiene… ¿Cuántos Grand Slams? ¿Cuánto dinero en su cuenta bancaria? Creo que puede recibir un pelotazo en el pecho, no le voy a pedir disculpas en absoluto”.
Aquel mismo año, en el ATP 500 de Wahington, también se hizo viral un video suyo en el que revolea una botella contra la silla del umpire. ¿La excusa del nacido en Canberra? Aseguró que se le había resbalado.
Previamente, durante la gira de polvo de ladrillo de aquel polémico 2019 para Nick, fue descalificado por descontrolarse y empezar a romper su raqueta, patear botellas y hasta revolear una silla. Fue en un partido correspondiente a la segunda del ATP de Roma, en el que enfrentaba al noruego Casper Ruud.
Alejado de la polémica, Kyrgios encaró el 2022 mucho más enfocado en su carrera, consiguiendo buenos resultados y plantándose frente a los mejores del mundo en varias ocasiones. Un ejemplo de esto fue el partidazo que protagonizó en la segunda ronda de Australia contra Medvedev, ante Nadal en Indian Wells o en este mismo Wimbledon, en el que dejó en el camino al siempre complicado Stefanos Tsitsipas.
Pero para lograr esto tuvo que combatir a uno de los mayores enemigos en el mundo del deporte: la depresión. A través de un posteo de Instagram, Kyrgios contó: “Este era yo hace tres años en el Abierto de Australia. La mayoría asumiría que me estaba yendo bien mentalmente o disfrutando de mi vida… Fue uno de mis periodos más oscuros”.
“Tenía pensamientos suicidas y literalmente luchaba por levantarme de la cama, y mucho menos jugar frente a millones. Estaba solo, deprimido, negativo, abusaba del alcohol, las drogas, alejaba a familiares y amigos. Sentía que no podía hablar ni confiar en nadie. Esto fue el resultado de no abrirme y negarme a apoyarme en mis seres queridos y simplemente esforzarme poco a poco para ser positivo”, confesó en la desgarradora publicación.
Gracias a esta impresionante actuación, el australiano se convierte en el primer no preclasificado en llegar a la final de Wimbledon desde que lo hiciera su compatriota Mark Philippoussis en el 2003. El último en conseguirlo en cualquier torneo de Grand Slam fue el recién retirado Jo-Wilfried Tsonga, quien llegó a la final del Abierto de Australia en el 2008.
Este domingo, Kyrgios jugará el partido más importante de su vida, que también marcará un antes y un después en su carrera que aún podría darle otras grandes alegrías a uno de los mayores talentos en el mundo del tenis. Tras pasar por un verdadero infierno, el australiano buscará tocar el cielo con las manos.