Miles de ciudadanos participan esta tarde en Managua de la convocatoria convocada por la Iglesia Católica que intenta mediar en la crisis social desatada tras la muerte de decenas de personas, más heridos y desaparecidos, por la sangrienta represión de las protestas por las medidas de seguridad social que intentaba imponer el gobierno de Daniel Ortega, cuya renuncia exigen amplios sectores de la sociedad.
Centenares de campesinos opuestos a la construcción de un canal bioceánico en el sureste del país se sumaron hoy a la manifestación pacífica convocada por la Iglesia bajo la consigna «por amor a Nicaragua», pero lo hicieron con bajo el lema «¡Que se vaya Daniel!».
La nueva manifestación llega en el día número 11 de protestas contra el mandatario, que comenzaron por reclamos a unas medidas de seguridad social y continuaron a pesar de que Ortega revocó su decisión, debido a las múltiples muertes causadas por la represión.
La reforma establecía un aumento en las cuotas de trabajadores y empresas al Seguro Social. Según la norma, los trabajadores aumentarían su aporte mensual al INSS de 6,25 a 7 por ciento, mientras la contribución del sector empresarial subiría 2 puntos porcentuales este año y 1,5 puntos en los próximos dos años, para completar un incremento del 19 al 22,5 por ciento al cierre del ajuste.
Anoche, cientos de personas marcharon con velas encendidas por Managua para pedir justicia por los muertos y exigir a Ortega y a su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, que dejen el poder.
Los denominados «Auto Convocados» se reunieron en las afueras del edificio de la Universidad Centroamericana (UCA), en Managua, para marchar por más de dos kilómetros hasta la salida sur de esta capital en donde elevaron las banderas de Nicaragua y gritaban «justicia».
Conductores de vehículos que pasaban por el lugar sonaban las bocinas o levantaban las manos en señal de apoyo al centenar de manifestantes, informó la agencia de noticias EFE.
La violencia en Nicaragua se ha cobrado ya la vida de al menos 38 personas, en su mayoría estudiantes, y otras 48 permanecen desaparecidas, según el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), mientras que otras organizaciones humanitarias incrementan esta cifra hasta las 63 víctimas.
La represión fue duramente condenada por la ONU, que denunció «muertes injustificadas», la Organización de los Estados Americanos (OEA), Estados Unidos y la Unión Europea (UE).
La mayor parte de los campesinos que marchan hacia Managua son originarios del sureste de Nicaragua, una parte de la población que ha sufrido los ataques de grupos de choque del gobierno por oponerse a la ley que permite la construcción del canal interoceánico de la firma china HKND Group, en el sur del territorio.
Esta es la primera vez que los campesinos «anticanal» se manifiestan sin ser obstaculizados por la Policía Nacional, el Ejército de Nicaragua o manifestantes sandinistas.
Un diálogo previsto por el sector privado y el gobierno, con la mediación de la Iglesia Católica, está en el aire, ya que ninguna de las partes ha convocado a la primera reunión, y porque es rechazado tanto por los estudiantes universitarios como la población, debido a que no se sienten representados.
Las protestas comenzaron el pasado 18 de abril por unas fallidas reformas a la seguridad social que aumentaba la cotización de los trabajadores y de las empresas, y obligaba a los jubilados a aportar un 5 por ciento de la pensión en concepto de cobertura de enfermedades, entre otros cambios.
Ortega reconoció el pasado domingo, día que derogó esas reformas, que esas medidas sirvieron como «detonante para que se iniciara esta situación».
A pesar de que los enfrentamientos disminuyeron el lunes pasado, ahora la población continúa exigiendo en las calles, de forma pacífica, la renuncia del presidente y su mujer porque los consideran represivos, corruptos, violadores de los derechos humanos y de las libertades públicas.