Por José Odisio
Una final más para Burgos, aunque esta justifica el rótulo. Newell’s visita a Libertad en Paraguay, partido que puede decidir sus chances de seguir con vida en la Copa Sudamericana. Esta vez sí hay que salir a la cancha a ganar como única opción, esta vez sí los dichos del Mono tienen sentido.
Las finales se ganan. Pero conseguir una victoria no es un hecho casual, no sucede sólo por expresarlo en palabras. No es como pedir un deseo. Para ganar hay que tener un plan, los intérpretes ideales -o los que se asemejen más a eso-, y ejecutarlo de la mejor manera. Si eso no sucede, si se alteran esas pautas, conseguir el objetivo pasa a ser algo aleatorio, queda en manos de algún talentoso que resuelva por sí solo el trámite, por un toque de fortuna, o por errores arbitrales o del rival. Y eso no es fácil que suceda.
Burgos tiene un plan de juego, aunque no parezca. Puede no gustar su idea, alejada de la escuela leprosa, pero si los jugadores están convencidos, lo otro pasa a ser un debate de hinchas que no debería influir en las decisiones del DT. Hoy el problema parece ser la interpretación, la adecuación del plantel al estilo propuesto. Seguramente si Burgos pudiera elegir los futbolistas cambiaría mucho, pero eso no es posible, tiene este grupo y debe resolver la situación con ellos. Tal vez por eso improvise, y algunos futbolistas parezcan confundidos. Y cuando los resultados no acompañan, la confianza disminuye, y eso un problema.
Newell’s necesita ganarle a Libertad. Lo puede hacer atacando, jugando de contra o esperando un milagro. Puede hacerlo con Nacho en cancha (sin Maxi tiene un lugar), con muchos pibes, o con lo que Burgos decida. Con una pelota parada,con un lateral largo o con una jugada elaborada, lo menos probable. Cómo llegar al triunfo depende del DT y su idea de juego. Newell’s ahora sí juega una final. Que se entienda.