Por Gisela Gentile
Dueña de un caminar único, excéntrica, graciosa, rebosante de energía y frescura. Quienes han disfrutado de sus actuaciones quedaron impactados ante semejante talento. Una comediante que apenas ingresa al lugar donde le toque actuar, ya sea pequeño o un gran teatro, demuestra todo su talento. Su impronta dice presente y en pocos minutos nos transporta. Parodiando cuestiones cotidianas, tabúes y simplezas de la vida, amando y valorando su cuerpo de mujer, y tratando siempre de sacarnos una sonrisa.
Con la Gente dialogó con Nadia “La Jua Jua” Juárez, actriz, rosarina e irreverente. A ella se la puede disfrutar en bares, teatros y también eventos privados, siempre con la misma espontaneidad y pasión por la actuación.
Todo se inició hace varios años atrás. En sus comienzos las cosas no estaban tan claras y definidas; “me recibí en 2001 y dejé mi carrera colgada ya que siempre me consideré una pésima actriz de texto. Las pocas veces que lo llevé a cabo me sentí acartonada y leyendo lo que decía, no era auténtica en el escenario. Sí siempre fui el payaso de las fiestas, la que imitaba a las maestras, la que decía presente en los actos, en cualquier hecho encontraba la beta cómica. Después la vida me llevó a trabajar como animadora infantil, allí improvisaba monólogos con los adultos, pero nunca pensé que podía ganarme la vida de esta manera”, sostuvo.
“Pasaron muchos años en el medio y hasta estudié diseño gráfico y trabajé de eso. Mi familia y mis amigos me insistían en que me presentara en un bar, pero realmente no podía concretarlo. Hasta que una amiga me allanó el camino: María Laura fue a un bar, me puso fecha para un espectáculo y me dijo ‘en 20 días actúas’, y así surgió todo. Lo publiqué en Facebook, lo republicaron, uno me llamó a un evento privado y así se fue armando todo de una manera ajena a mí”, indicó la actriz.
La relación de Nadia Juárez con su cuerpo es muy particular, pues ha llevado a más de una mujer a replantearse muchas situaciones. “Yo nunca fui una modelito, sí pesé 40 kilos menos que ahora, pero sin estereotipos, nunca me preocupé por encajar. Siempre me destaqué por mi alegría, por mi forma de ser y el cuerpo nunca fue una necesidad de pertenecer. Después de que nació mi hijo por un problema hormonal, comencé a subir de peso ilimitadamente. Hace dos años apareció el personaje de Marta en la obra “Las joyas de Liz”, alguien muy particular. Ella es rubia, gorda y vedette, jamás dimensioné lo que sería esa figura para el público, logré empatía inmediatamente, lo llevé a cabo en una revista integrada por mas de 40 bailarines con cuerpos divinos. Ojo, no eran todos perfectos, ya que su director “Rudi” Morales, trabaja mucho con la diversidad en sus espectáculos. En el medio de esa gran puesta en escena, Marta en vez de generar rechazo consiguió una empatía que no podía creer. Salíamos del espectáculo y la gente se quedaba para saludarme, hasta el día de hoy me sigue emocionando. Las mujeres me felicitaban y muchas me decían gracias, yo soy gorda y siento que no me aceptan, ni me acepto, y verte con una malla rosa con más de 100 kilos me genera confianza”, contó emocionada.
“Después vinieron “Las joyas de Marta” y realmente cuando me dicen que bueno que no tengas prejuicios, yo pienso por qué tendría que tenerlos. Cuando me dicen que soy una diva me da gracia, porque me imagino como son ellas y no pretendo serlo, pero uno de alguna manera construye su propia imagen”, añadió Juárez.
En cuanto a cómo manejarse en la autogestión y encontrar un lugar, la comediante fue enfática: “Nunca se debe perder la humildad, siempre hay que mantenerse en eje, hay meses buenos y malos. Uno crea su propia realidad y todos los días elijo que la gente me conozca de una manera auténtica sin caretas y allí está la identificación. Puedo ir concretando mis sueños, el artista a veces tiene que pagar para actuar y rendir hasta lo que consume, hay un costado muy pesado en todo esto”.
“Por suerte tengo el agrado de arrancar el 10 de febrero la temporada con Manuel Cansino en el Mateo Booz, realmente fue un sueño para mí ya que su trayectoria es intachable, y para aquellos que trabajamos en la autogestión a veces viene bien relajarse y disfrutar de lo que el director te indica. Es una experiencia poco común para Rosario ya que tenés vestuario, tanta cantidad de salidas, y todo tan bien armado que voy a disfrutarlo mucho y agradezco que hayan confiado en mí”, dijo entusiasmada.
Entre risas y chistes destacó como pilares fundamentales la convicción de ser lo que uno quiere y siente, en segundo lugar, que actuar es una profesión de tiempo completo que demanda muchas horas de dedicación y finalmente la ética profesional.
A la hora de preguntarle sobre cómo se puede describir como actriz concluyó: “Yo hago en el escenario lo que a mí me gustaría ver si fuera público. Un humor fresco y cotidiano que tiene que ver con cosas que nos ocurren a todos. Trato de allanar una idea, hacerla universal y entendible por todos, creo que la mejor manera de ser gracioso es no querer serlo. Yo me entrego de corazón en el escenario, cuando salgo a escena hay una parte de mí que dice estoy acá para ustedes, hagan conmigo lo que quieran. Hay teorías que dicen que nunca debemos perder el control ya que debemos llevar el espectáculo, pero a mí me encanta perderlo de a ratos, dejando que la gente comande, que cuente cosas, le doy siempre lugar al público y los interpelo constantemente. Me siento tan feliz sobre el escenario que pretendo que el público también pueda experimentarlo. La entrega es una palabra que me define como actriz”.