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Myanmar: liberaron a más de 600 personas que habían sido detenidas en protestas


Entre ellos está un fotógrafo birmano de la agencia AP que había arrestado cuando cubría las manifestaciones

Más de 600 personas arrestadas en el marco de la ola de manifestaciones contra el golpe de Estado del 1 de febrero en Myanmar, entre ellas un reporteo gráfico de la agencia de noticias Associated Press (AP), fueron liberados hoy por la junta militar, mientras otros cientos de civiles permanecen incomunicados y no cede la represión.

«Hoy liberamos a 360 hombres y 268 mujeres de la prisión de Insein» en Yangón, declaró un alto cargo del centro penitenciario, que pidió el anonimato. Los ex detenidos, muchos de ellos estudiantes que salieron a la calle a protestar, salieron de la prisión en micros, según mostraron medios locales. Muchos realizaron el saludo con tres dedos de la mano levantados, convertido en un gesto de resistencia.

Un fotógrafo birmano de la agencia AP, que había sido detenido a fines de febrero mientras cubría las manifestaciones contra la junta militar, también fue liberado. «Me encuentro bien», declaró Thein Zaw a la agencia de noticias AFP. «Los cargos contra mí fueron levantados», agregó el fotógrafo, de 32 años, que había sido acusado de «difundir falsas noticias».

A pesar de las liberaciones, los generales sostienen una feroz represión y aún retienen a muchos civiles, entre ellos líderes políticos, huelguistas, activistas y artistas desde el golpe de Estado que depuso a la exjefa de facto del Gobierno civil, Aung San Suu Kyi, según datos de la Asociación de Ayuda a los Presos Políticos (AAPP).

La exdirigente, de 75 años, debía comparecer hoy ante la justicia, pero la audiencia, prevista por videoconferencia, no pudo celebrarse por falta de conexión a internet, ya que los datos móviles y varias redes wifi llevan varios días cortados para aislar el país. «Se pospuso hasta el 1 de abril», dijo Khin Maung Zaw, el abogado de la exjefa de Gobierno y Nobel de la Paz, que todavía no fue autorizado a reunirse con su cliente.

Hoy hubo un llamamiento para realizar una «huelga silenciosa» y las calles de Yangón, principal ciudad del país, y de Naipyidó, la capital administrativa, estuvieron totalmente vacías, con la mayoría de las tiendas cerradas.

En Myeik, al sur, de manera simbólica y en un intento de evitar la represión, filas de muñecas fueron instaladas en numerosas autopistas, con pancartas diminutas que decían «Necesitamos democracia», «Deseamos que la madre Suu se encuentre bien». Pero los militares, deseosos de acallar estas protestas que no ceden desde el día del golpe, no dudan en acrecentar la fuerza para sofocarlas.

La ONG Save the Children dijo estar «horrorizada de que los niños sigan figurando entre los blancos», y contabiliza unos 20 menores abatidos en las últimas siete semanas. Un total de 275 civiles murieron, según la AAPP. Pero podría haber más víctimas, dado que cientos de detenidos están desaparecidos.

Ayer, el portavoz de la junta, Zaw Min Tun, informó de 164 víctimas en las filas de los manifestantes, a los que califica de «terroristas violentos». Dijo además que estaba decidido a «reprimir la anarquía», ignorando las nuevas sanciones impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea.

El Ejército también refuerza el cerco judicial sobre Aung San Suu Kyi, que está detenida e incomunicada. Dos hombres confesaron en videos difundidos por medios de comunicación estatales que le entregaron sobornos por más de un millón de dólares y once kilos de oro. Los observadores ponen en duda la autenticidad de estos testimonios porque uno de los testigos está preso y el otro tiene antecedentes.

La ganadora del Premio Nobel en 1991 también está acusada de otros cuatro cargos, incluida la incitación a los disturbios públicos. Si la declaran culpable podría ser condenada a muchos años de prisión y se vería definitivamente alejada de la vida política.