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Sueño americano

Musulmán y republicano, Omar Qudrat busca banca en Congreso de EE.UU.


Por Javier Tovar (NA)

«Soy estadounidense, punto»: Omar Qudrat se niega a que su religión y etnicidad definan su campaña al Congreso de Estados Unidos. Es musulmán y republicano, una combinación que muchos no pensarían posible en el partido del presidente Donald Trump, casi una contradicción.

«Tenemos un partido muy diverso», aseguró Qudrat a la AFP. «Lo que pasa es que no es nuestra prioridad estar hablando de eso».

«Recibí un apoyo arrollador del Partido Republicano de San Diego, por congresistas y no tuvo nada que ver con mi etnicidad o religión», insistió.

Pero la realidad es que Qudrat, de 37 años e hijo de inmigrantes afganos, sería el primer republicano musulmán en llegar al Congreso.

Dos musulmanes actualmente sirven en la Cámara de Representantes: Keith Ellison fue el primero, seguido por André Carson. Ambos son demócratas.

Pero a Qudrat poco le importa esa etiqueta. Su filosofía se basa en el «mundo de los hechos y la realidad», colocando las emociones de lado.

Es así como no saltó a condenar el decreto migratorio de Trump que prohíbe la entrada de nacionales de varios países de mayoría musulmana, asegurando que hay temas de seguridad nacional que conoce de cerca tras haber servido en el Departamento de Defensa.

Y al mismo tiempo evita hablar de la campaña del también republicano Duncan Hunter, que en el mismo San Diego, ha dicho que los musulmanes son «asquerosos» y que su rival Ammar Campa-Najjar es un simpatizante de terroristas que busca «infiltrar el Congreso».

«Sólo hablo de mi contienda», dijo Qudrat cortante. «Tengo muchas cosas que hablar sobre mi distrito y es todo». Campa-Najjar, hijo de un palestino y una mexicana, no es musulmán sino cristiano.

 

«Promesas falsas»

 

Qudrat creció en un violento barrio de Los Ángeles, dominado por pandillas.

Los tiroteos afuera de su casa eran cosa común, estaba en el quinto grado cuando trataron de reclutarlo por primera vez y en el sexto cuando le ofrecieron por primera vez una pistola: una 25 mm por 25 dólares.

«Les digo por qué soy republicano. No creo en el gobierno, creo en la gente», dijo a un grupo de estudiantes en un foro organizado por la universidad de San Diego.

 

 

Culpa a los demócratas de «no cumplir», de hacer «promesas falsas». Y cree que eso representa su rival demócrata Scott Peters, que avanza favorito en las encuestas.

Aprendió de sus padres, simpatizantes de Ronald Reagan, a «creer en ti mismo y en la autodeterminación».

«Y eso encajaba más con la filosofía política republicana», siguió el joven candidato, que viste jeans, zapatillas y una camisa arremangada, y que aseguró que nunca se sintió discriminado en Estados Unidos.

Diez años después de los atentados del 11 de septiembre, Qudrat, que habla un darí fluido, trabajó con el Departamento de Defensa en Afganistán tratando de mejorar el sistema judicial de ese país. Luego trabajó en la fiscalía militar procesando detenidos de Guantánamo.

Considera que Estados Unidos «tiene que terminar la guerra en Afganistán de una forma responsable que asegure que el país no se convierta de nuevo en un refugio seguro para redes terroristas».

Si llega al Congreso espera usar su experiencia en los comités de fuerzas armadas y relaciones exteriores.

 

«Tenemos leyes»

 

Qudrat –contrario al aborto y a favor de más reducciones de impuestos para la clase media– cree que Trump podría hacer más por unir a los estadounidenses, pero al mismo tiempo defiende su gestión económica.

«El presidente Trump evoca sentimientos en algunas personas que realmente hacen que se opongan a él, pero ¿vamos a descarrilar el progreso que está consiguiendo? Hay vidas reales que están mejorando», indicó, destacando las cifras de desempleo y alzas salariales, sobre todo en la clase obrera.

Con el presidente coincide además en la necesidad de mejorar la seguridad de la frontera –aunque se negó a apoyar directamente el proyecto del polémico muro– y al mismo tiempo está a favor de conseguir una solución a los «dreamers», como se denomina a los indocumentados traídos de niños por su padres.

 

 

«No deben ser tratados como criminales», dijo. «Son estadounidenses en todos los sentidos excepto por su estatus legal».

Con todo, cree que es necesaria una «intervención federal inmediata» en la frontera con México, ubicada a unos 40 km de San Diego, para combatir la inmigración ilegal y el tráfico de drogas.

El gobierno de Trump ordenó un despliegue adicional de 5.200 efectivos militares a la frontera con México, y según The New York Times el presidente estudia emitir una orden ejecutiva para impedir que los migrantes centroamericanos crucen el límite.

«Estados Unidos es el país más generoso y compasivo en el mundo. Pero tenemos leyes», dijo Qudrat.

«Me ofende quien no quiera distinguir entre mis padres, que inmigraron legalmente y siguieron el sueño americano (…) y un inmigrante ilegal que quiere comenzar su relación con el país incumpliendo la ley», zanjó.