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Música, carnaval y trabajo en equipo: ¿cómo se hace murga de Montevideo en Rosario?


Una manifestación, una forma de decir o un grito de rebeldía, eso representa el estilo de murga charrúa. El Colectivo de Murgas Estilo Uruguayo de Rosario quiere seguir cantando en los barrios. Dos integrantes dialogaron con CLG

Por Gonzalo Santamaría

Telón. Silencio. Pasos sobre las tablas. La tensión se corta con murmullos. Empieza la percusión. “Un, do’, tre’” suelta el director, se prenden las luces y arranca la murga. Un puñado de personas cantando al unísono este género musical. Caras pintadas, trajes llamativos, textos apoyados por música popularmente conocida, y bailes coordinados en su descoordinación. Y un empuje que está presente mucho antes del show. La murga estilo “uruguayo” en Rosario volvió a resignificarse en la última década y varios grupos se formaron entre las calles y plazas de la ciudad.

Este estilo de murga realiza una verdadera autocrítica de la sociedad en todos sus estamentos. Siempre con el humor característico, sin concesiones y mostrando la dureza conceptual de su crítica, que es la verdadera esencia.

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Foto: La Vista Gorda

En Rosario existe el Colectivo de Murgas Estilo Uruguayo que nuclea a seis grupos de artistas rosarinos que, motivados por una forma de elevar la voz ante la realidad, proponen una forma distinta de hacer espectáculos. CLG dialogó con Angi Rizzo y Juan Iganacio Gerini, dos integrantes del colectivo y parte de “Bajala que revienta” y “Les Grilles del Bidet”, respectivamente.

Dar los primeros pasos sobre los tablados de concreto que existen en Rosario puede suceder de distintas maneras, desde la forma de “militar políticamente desde lo artístico” de Rizzo hasta la recomendación que llega de un amigo como le pasó a Gerini. Pero ambos coinciden en que es un mundo lleno de oportunidades.

La murga originalmente llega desde Montevideo y en el país oriental tiene más de 100 años de historia. En estos lados, la murga “Del Tano Genaro” fue el primer grupo en los años 60, luego la historia se dispersa hasta la última dictadura cívico-militar de 1976, la cual prohíbe los carnavales de febrero. Con la vuelta a la democracia, en 1983, algunos grupos emergieron, pero la tradición estaba echada por el piso y aún hoy es muy difícil volver a los multitudinarios festejos previos al gobierno de facto. Sin embargo, no por ello el estilo caducó y el colectivo rosarino busca reivindicarlo. En 2014 se sentaron las bases del proyecto y se decidió izar como bandera los “carnavales gratuitos, populares y de calidad, con la intención de hacerlo más descentralizados, resignificando y reconstruyendo los carnavales que expropiaron a fines de los 70”, explicó Angi que desde 2019 forma parte activa del Colectivo.

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Foto: La Vista Gorda

Hacer murga en Rosario es muy distinto a lo que se puede ver en las redes de Uruguay. Mientras los carnavales del febrero montevideano venden más entradas que los partidos de Nacional o Peñarol, en la ciudad todo es “a pulmón”, retrató Juan Ingnacio, que desde 2015 forma parte de “Les Grilles del Bidet” y también supo participar de “La Cotorra”, una de las murgas rosarinas con mayor alcance.

“Son presupuestos distintos”, entendió Gerini y agregó: “En lo ideal tratamos de hacer lo mismo, pero muchas veces no se puede”. La falta de integrantes, de apoyo o de políticas gubernamentales le impide al Colectivo potenciarse y durante el último año y medio, pandemia mediante, se hizo difícil la conexión entre los grupos y hasta contaron que hubo ensayos donde integrantes de otras murgas se acoplaron con otras para seguir en ritmo.

Los grupos en Rosario, además de cantar, tocar y componer la letra y música, también deben hacer de vestuaristas o de maquilladores. Los roles son muy dispersos y muchas veces, al no tener un lugar cerrado, se pueden ver como ensayan en plazas o parques. En el caso de «Bajala que Revienta» su lugar es la Casa de la Memoria, mientras que «Les Grilles del Bidet» se hace un lugar en adyacencias del Mercado del Patio, a metros de la terminal de ómnibus. “Tenés que tener ganas, no necesitás ser un erudito en música”, explicó Juan Ignacio y detalló que existen muchas formas de hacer murga, ya que pueden ser con letras comprometidas con la política o poéticas, por ejemplo.

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Foto: La Vista Gorda

Es cierto que los tiempos que corren no contribuyen para que los artistas locales puedan ejercer con facilidad y la particularidad, que hace sufrir aún más al Colectivo, es la temporalidad de sus letras. Las murgas estilo uruguayo tienen en su contenido mucha coyuntura del día a día y “es muy difícil ponerse a escribir sin saber cuándo la vamos a cantar”, como contó Gerini, es una de las problemáticas más importantes. La última presentación del Colectivo se dio en la Biblioteca La Vigil en marzo de 2020, luego en 2021 no se realizaron los carnavales de febrero y la esperanza está puesta en volver en el verano de 2022.

“El colectivo tiene gente con ganas y que no se puede encontrar por el momento. Pero es una cultura autogestiva”, añadió rápidamente Ang. Ella, con 24 años, se autodefine como “manija”, que en el lunfardo significa “ser una persona muy intensa” y la pandemia la dejó sin su primera presentación en carnavales ya que su grupo no llegó a presentarse en 2020.

Juan Ignacio tiene 29 años y reconoció que su vida cambió a través de la murga. Llegó de San Pedro, provincia de Buenos Aires, y se dedicó a estudiar Ingeniería Industrial. Un viaje a Uruguay le generó curiosidad por el género y cuando llegó a Rosario se contactó con un amigo que lo llevó a “Les Grilles del Bidet”. “Comencé a hacerme amigos y mi círculo social en Rosario se incrementó”, destacó.

En esta línea, ambos concordaron en que estar en una murga les enseñó y potenció el trabajo en grupo en otros ámbitos, bajo la premisa de solidaridad, compañerismo, sin egoísmo y mucho altruismo.

Los nombres de las murgas generalmente causan gracia, nacieron de algún chiste interno o bien la propia actualidad denominó a un grupo. El Colectivo de Murgas Estilo Uruguayo de Rosario está conformado por “Y Parió la Abuela”, “Mal Ejemplo”, “Herederas del Pomo”, “Les Grilles del Bidet”, “Bajala que Revienta” y “La Disléxica”.

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Los cambios en el mundo también se manifiestan en estos estilos y lo que empezó en los puertos de Montevideo como “una cosa de hombres” hoy quedó hecha trizas, porque las mujeres se hacen un lugar para cantar y hasta forman grupos con integrantes con voces femeninas como el caso de Herederas del Pomo y Modestia Aparte, aunque estas últimas no forman parte del colectivo.

Febrero y marzo son los meses más esperados por el Colectivo, pues allí durante cinco sábados seguidos las murgas pasean por la ciudad y se arman carnavales a cielo abierto donde se puede ver a niños corriendo sin parar y una guerra de espuma sin igual, contaron los jóvenes murguistas. Los permisos de la municipalidad, en la prepandemia, habilitaban a las murgas a ocupar plazas y parques desde las primeras horas de la tarde hasta minutos antes de la medianoche. Así el barrio se iluminaba al ritmo de la ironía y la canción.

De todas formas, en la actualidad los lugares para desarrollar esta actividad están contados con los dedos de una mano. En los últimos seis años sólo hubo un ciclo en los Galpones a la vera del río Paraná, detallaron los integrantes del Colectivo, y el trabajo para buscar lugares se hace duro, solamente el bar Pichangú (Salta casi Rodríguez) o ciclos en el Centro Cultural Atlas abrían sus puertas. En el año 2015 recibieron un guiño desde el Concejo Municipal debido a un proyecto de la ex edila Celeste Lepratti que fue aprobado para declarar al carnaval organizado por el Colectivo de interés municipal. En los primeros meses de gestión, expresaron Rizzo y Gerini, la directora provincial de Programas Socioculturales de Rosario, Carla Saccani, estaba impulsando un ciclo para desarrollar en Casa Arijón, pero la pandemia se llevó puestas las intenciones. “La idea es generar carnaval el 2022”, aseguró Juan Ignacio y velozmente Angi retrucó: “Queremos estar en la calle y que no sea un riesgo que estemos juntos”.

Escuchar un show de murga tiene condiciones básicas. Una presentación, cuplés, popurrí  y la retirada. La presentación es simple, allí la murga manifiesta lo que se viene, con lo que se va a encontrar el espectador. Presentan personajes, historias y temáticas.

El cuplé es el momento en el que se cuenta algo y se construyen los personajes. El popurrí o salpicón recuerda hechos de la actualidad y propone soluciones absurdas y exageradas, siempre con autocrítica. “Es gritar lo que sentís y lo que sienten con el otro”, resumieron entre Angi y Juan Ignacio.

La retirada, como en este caso, es la parte más especial del show. En ella se llegan a las conclusiones, la despedida, la reflexión y con un claro mensaje: volver.