Veterinario de profesión, se encontraba internado en una clínica de la ciudad de Buenos Aires, tras ser operado en diciembre por una afección cardíaca
A los 63 años, murió Daniel Horacio del Potro, padre del tenista argentino campeón de la Copa Davis en 2016 y ex N° 3 del mundo. Se encontraba internado en una clínica de la ciudad de Buenos Aires luego de que en diciembre debiera ser operado por una afección cardíaca. La Torre de Tandil se encontraba en el país al momento del deceso.
De histórico perfil bajo, veterinario de profesión, Daniel estuvo siempre cerca de Delpo en los inicios del tenista en Tandil, en la etapa de formación del deportista bajo la tutela de Marcelo Gómez en el club Independiente. Junto a su esposa Patricia y Julieta, la hermana de Juan Martín, lo acompañaron y apoyaron en el desarrollo de su pasión, en los éxitos y también los sinsabores, como la seguidilla de lesiones que lo apartaron de sus objetivos, pero no le quitaron las ganas de intentarlo.
El padre de la Torre tenía un rol en la estructura de respaldo del tenista: tenía injerencia en las negociaciones comerciales y contractuales de su hijo, además de administrar las inversiones y los campos de la familia en Tandil.
La muerte de su papá representa un duro golpe para Delpo en medio de su búsqueda de regrsar al circuito luego de tres operaciones en la rodilla derecha por una lesión que no le permite competir desde junio de 2019. La última intervención se desarrolló el pasado 26 de agosto en Berna, Suiza, hacia donde viajó a atenderse con Roland Biedert, el médico que trata a Roger Federer y Stanislas Wawrinka. La última escala fue en Porto Alegre, con la esperanza de que el fisioterapeuta Luiz Fernando García logre resultados similares a los que tuvo alguna vez el símbolo del fútbol uruguayo Diego Lugano.
Tener a sus papás cerca en las grandes citas del tenis resultó, precisamente, una de las grandes motivaciones para vencer las lesiones y regresar al más alto nivel. Lo narró en junio de 2020, en una entrevista con Alejandro Fantino, por ESPN.
“Mi papá y mi mamá no me vieron nunca en vivo en un gran torneo. Me han visto jugar Copa Davis acá con mi hermana, ella sí viajó al US Open. Con este tema de la lesión de la rodilla y de la vuelta, esto de mis viejos es algo que a mí no me deja estar tranquilo, no me deja bajar los brazos. Me hace decir ‘yo tengo que volver a jugar’ y tengo que ir con mi mamá y mi papá y decirle a Federer: ‘Roger, saludá a mis viejos’”, contó.
“Desde los comienzos mis viejos han hecho lo imposible para que yo pudiera viajar. Mi papá es veterinario, mi mamá es maestra en literatura y lengua y bueno, ellos tienen sus trabajos y yo viajaba cuando podía. Cuando ellos juntaban un poco de plata me mandaban a los torneos y había veces que no podían hacerlo”, continuó, emocionado por los sacrificios de sus progenitores.
“Esa cultura de trabajo que ellos tienen siempre se aplicó durante mi carrera. Muchas veces había oportunidades para que viajen y mi mamá no quería faltar a la escuela para no dejar de dar clases, lo mismo mi papá con algún trabajo en el campo. Mi hermana sí ha tenido la oportunidad de viajar y verme un poco más, pero lo de mis viejos sí es algo que me quedó pendiente, ahora por culpa de la lesión de la rodilla”, lamentó.
Esa “cultura de trabajo”, tal como la definió, seguramente será el faro que seguirá Delpo para continuar en el camino que su familia trazó con humildad.