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Murió el legendario mafioso italiano más importante de la Nueva Camorra napolitana


Hacia 1980, en el apogeo de su poder, habría comandado a unos 10.000 hombres desde la cárcel, dirigiendo negocios relacionados con la cocaína y extorsión

Raffaele Cutolo falleció el pasado miércoles a los 79 años de edad en un hospital carcelario de Parma, estaba preso por ser el fundador del poderoso clan de la mafia napolitana Nueva Camorra Organizada. En sus últimas semanas sufrió una neumonía que se le complicó y terminó con la vida del italiano.

El antiguo jefe criminal pasó la mayor parte de su vida en penales de máxima seguridad cumpliendo varias condenas a cadena perpetua por haber organizado cientos de asesinatos relacionados a la mafia y sus disputas.

Apodado «El Profesor, «El Principe» o «El Evangelio», desafió a la mafia de Camorra por primera vez al enfrentarse con Antonio Spavone en la mismísima prisión donde murió. Allí lo invitó a pelear con cuchillos, pero Spavone no se presentó y Cutolo ganó respeto entre los otros reclusos. Más tarde, según cuentan en Italia, Raffaele orquestó un atentando contra Antonio, cuando este último estaba en libertad. A pesar de haber escapado, el antiguo jefe se alejó de su Rol.

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Nació en 1941 en Ottaviano, Nápoles y cometió su primer homicidio con apenas de 22 años, cuando asesinó a un hombre que quería cortejar a su hermana.

Llegó al poder en la década de los 70 y creó la Nueva Camorra Organizada. Rápidamente inició una sangrienta guerra contra otros clanes. Su objetivo, que cumplió, fue formar la agrupación la Nueva Familia y aliarse a la Cosa Nostra.

Cutolo, durante su larga permanencia entre rejas, se ganó la lealtad de numerosos presidiarios jóvenes, ofreciéndoles protección, un sentido de pertenencia al grupo, e incluso comida para los más pobres, de tal forma que luego usó esa influencia para sus propios propósitos fuera del penal.

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Hacia 1980, en el apogeo de su poder, habría comandado a unos 10.000 hombres desde su celda, dirigiendo negocios relacionados con la cocaína y extorsión. Su autoridad era tal que otros reclusos le besaban la mano como si fuera un papa.

Sin embargo, la crueldad y la violencia con la que buscó deshacerse de sus oponentes de la Cosa Nostra acabó jugando en su contra y muchos de sus antiguos aliados comenzaron a unirse al bando opuesto.

En la década de 1990 su influencia declinó y, finalmente, Cutolo fue trasladado a una cárcel sobre la isla de Asinara, lejos de su Nápoles natal, donde permaneció aislado del mundo exterior.

Durante sus últimos años de vida sufrió varias hospitalizaciones a raíz de su debilitada salud. El año pasado, el antiguo capo solicitó pasar sus últimos días bajo arresto domiciliario, pero las autoridades respondieron con un rechazo argumentando que Cutolo continúa siendo una figura simbólica capaz de reforzar a grupos criminales que aún veneran su nombre.