El actor Lito Cruz, de 76 años, fue encontrado muerto en su domicilio por su hija Micaela en la tarde de hoy, la que declaró que su padre «falleció mientras dormía», en tanto requirió la presencia policial y del Same, los que se harán cargo de los procedimientos correspondientes.
El actor, cuyo nombre completo era Oscar Alberto Cruz, no sufría, en apariencia, ninguna enfermedad notoria, aunque se sabe por revelaciones periodísticas que estaba pasando por momentos anímicamente complicados a raíz de denuncias de violencia doméstica por parte de su expareja, Patricia Perrota, efectuadas hace menos de un mes.
Allegados al intérprete informaron que su velatorio se realizará durante el día de mañana en la empresa Zuccotti Hermanos, Córdoba 5080, pero en declaraciones televisivas su hija puso en duda esa ubicación, remitiéndose a la decisión de la Asociación Argentina de Actores.
Cruz había nacido en la localidad de Berisso, perteneciente al conglomerado de La Plata, el 14 de mayo de 1941, y desde su más tierna juventud se dedicó al arte de la representación dentro de grupos independientes de la capital bonaerense.
En Buenos Aires intentó cursar la carrera de Arquitectura y fue en la misma facultad, en 1961, que junto a compañeros como el recordado Carlos Moreno inició estudios teatrales que redundaron en espectáculos itinerantes, en los que siempre estuvo presente su interés por la cuestión social.
Luego de pasar por varios escenarios, en 1965 cruzó la cordillera para perfeccionar su oficio en el prestigioso ITUCH -Instituto de Teatro Universitario de Chile-, donde tuvo a los maestros que entonces aparecían como muy importantes en el continente, pero tres años después regresó a Buenos Aires y fundó el grupo ETEBA -Equipo de Teatros Experimental de Buenos Aires-, junto a su coetáneo Augusto Fernandes, otro inquieto.
Ambos montaron “El viaje de Pedro el afortunado”, de August Strindberg, un texto muy de moda entonces por su romanticismo extremo y del que fue protagonista, que no sólo tuvo éxito local sino que consiguió premios en los festivales europeos de Nancy (Francia), Berlín (Alemania) y Florencia (Italia), lo que dio pie a que en 1972 el ETEBA, dirigido por Fernandes, participara en los encuentros artísticos paralelos de las Olimpíadas de Münich.
Al tiempo que comenzaba a destacarse como docente en el entonces Conservatorio Nacional de Arte Dramático -actual IUNA- inició su tarea directriz con “El pupilo quiere ser autor”, de Peter Handke, y a partir de ese momento su actividad se expandió entre la actuación, la dirección y la enseñanza, variaciones que jamás abandonó.
A mediados de la década del 70, cuando los tiempos autoritarios se abatían sobre la Argentina, viajó a Estados Unidos, donde perfeccionó sus capacidades en el célebre Actors Studio, de Lee Strasberg, donde no sólo estudió sino que trabó amistades perdurables con colegas que luego fueron famosos mundialmente: Al Pacino, Christopher Walken y sobre todo Robert De Niro, quien combinó la filmación de “La misión” (1986) en las Cataratas del Iguazú, para correrse hasta el hoy inexistente teatro Olimpia, en la calle Sarmiento. Allí Cruz representaba junto a un jovencísimo Fabián Vena “Cuba y su pequeño Teddy”, de Reynaldo Povod.
En un apunte de su autoría, el actor recordaba: “Con su personaje de Jake La Motta me conmocionó. Yo jamás había visto a un tipo que fuera capaz de hacer tantos papeles tan distintos entre sí. Y todos bien (…) Fui a verlo al hotel donde estaba alojado y así empezó nuestra amistad definitiva. Yo no hablo un inglés muy fluido que digamos, pero él sabe algo de italiano y más o menos logramos entendernos bastante bien. Fuimos a almorzar y después lo invité a mi estudio de teatro para que presenciara una clase”. La visita de De Niro al teatro Olimpia fue un acontecimiento para la colonia artística argentina.
Entre muchísimos títulos teatrales, descolló como actor en “El tiempo y los Conway”, “Juan Moreira”, “Hughie”, “Guayaquil… el encuentro”, “Madera de reyes”, “Sueños de milongueros”, “Los alquimistas”, “Hombre mirando al sudeste”, “La hortaliza”, “Jardín de otoño” y “El toque de un poeta”.
Cruz fue director del Teatro de la Ribera en la década de 1990 y en 1995 asumió como titular de la entonces Dirección Nacional de Teatro, dependiente de la Secretaría de Cultura de la Nación; en los últimos años se había vinculado a la Comedia de la Provincia de Buenos Aires, que tenía sentadas sus reales en la sala Armando Discépolo, de la ciudad de La Plata.
La televisión no fue ajena a sus talentos y se lo vio en “Los especiales de ATC”, “Situación límite”, “Atreverse”, “Alta comedia”, “El garante”, “La condena de Gabriel Doyle”, “Tiempo final”, “Epitafios”, “Televisión por la inclusión” y la reciente “La leona”.
En la pantalla grande tuvo interesantes desempeños en filmes como “Don Segundo Sombra”, su debut en 1969, seguido por “Contragolpe”, “La isla”, “Mis días con Verónica”, “Sur”, “Darse cuenta”, “Un lugar en el mundo”, “Sotto voce”, “El sueño de los héroes” y hasta la reciente “Los inocentes”, estrenada en 2016.
Pero su esencia no podrá desprenderse nunca de la personificación del “Tigre de los Llanos” en “Facundo, la sombra del tigre”, que en 1995 rodó bajo las órdenes de Nicolás Sarquís.