Un grupo de jóvenes se animó a caminar las calles de Rosario con el simple objetivo de ayudar y hoy siguen con la misma fuerza que aquel invierno de 2009
Por Gonzalo Santamaría
“Sólo la acción colectiva puede generar oportunidades para aquellos que aún no las han tenido”, marca el final de la primera oración con la que el Movimiento Solidario Rosario se describe en su página web.
Este Movimiento rosarino ayuda y visibiliza a las personas en situación de calle, busca la restitución de sus derechos y pregona el cambio de sus realidades. El trabajo colectivo que realizan es capaz de lograr los objetivos con logros trascendentales como “sacar de esa situación” a 85 personas.
Lo que comenzó con recorridas nocturnas entregando comida por Pellegrini y, como dice en su reseña “creímos duraría poco tiempo”, cumplió este invierno 10 años. Una década de crecimiento, transformación, organización y por sobre todo solidaridad.
CLG fue hasta su sede de calle Cochabamba 685 y dialogó con Ricardo Camarasa, fundador del Movimiento Solidario Rosario y hoy presidente de la Asociación Civil, y con las voluntarias Valeria Arecheaga y Avelina Mei.
“Son muchos 365 días de un trabajo social”, dijo Camarasa. El fundador del MSR sostuvo la causa como una militancia social “que nos une a todos”.
La autocrítica de Camarasa es fija aunque reconoce que como se dieron los procesos “fue bueno porque la gente traía una lata e iba directo a la olla” y amplió la explicación del “boom” del movimiento: “Saber que todo lo que hacíamos era para otro, fue un impacto para la ciudad”.
Camarasa rememoró los comienzos con gracia: “Arrancamos haciendo colectas muy malas. Al principio nos creíamos que llenábamos un River”. Hoy, tras 10 años y colectas multitudinarias como los tres camiones que llenaron en 2015 para los inundados en Concordia en 2015 o los catorce completos en el recital de la Bersuit, avala su ocurrencia.
Ricardo, antes de las recorridas, comenzó con colectas, él mismo hacía los flyers, fotocopiaba y repartía en facultades y escuelas. El desgaste era muy grande, conoció a “Loli” y gracias a ella, él decidió viralizar las colectas a través de Facebook. Allí se encontró a sus primeros compañeros.
Cuando iniciaron las recorridas nocturnas con comida, primer y clásico acto del MSR, fueron cuatro personas: Ricardo, Loreley, Anabella y Gabriel. La cocina de Camarasa fue la primera base. La Plaza López vio los primeros platos, el recorrido siguió por Pellegrini y terminó en Oroño. “Fuimos a dar comida, tratando de visibilizar diferentes cuestiones sin revolear el plato, la comida es una excusa para saber cómo te llamás, qué te pasa, por qué estás en esa situación”, sentenció el titular de la Asociación Civil.
El estallido no tardó en llegar y ya en el primer año había 40 personas detrás de la olla con comida. En ese mismo 2009 decidieron abrir la segunda zona, en la Terminal de Ómnibus, a cargo de Natalia Vázquez.
“Al principio tratamos de darle una vuelta distinta a lo que se hacía”, dijo Camarasa sobre las recorridas. El Movimiento, a partir de los años, comenzó a dictar talleres y programas de capacitación.
Ricardo Camarasa afirma no tener “ilusiones utópicas de cambiar al mundo” pero sostiene que “transformar la realidad compleja de un sector” es posible: “Venimos trabajando para la reinserción, visibilizar problemáticas y conflictos. En estos 10 años sacamos 85 personas de la calle”.
“Es una batalla desigual contra la desigualdad, sabiendo que nos va a ganar”, dijo con firmeza el histórico referente social y añadió: “Utilizamos herramientas nobles para darle frente. Redoblamos esfuerzos, encontramos energías que no están para poder seguir y darle una mano a gente que está fuera del sistema”.
Camarasa expone sus propósitos en sus palabras: “Los que estamos en el MSR entendemos que no venimos a la vida para comer, viajar, trabajar y envejecer, entendemos que estamos para más que eso”.
Allí interrumpe Valeria Arechaga, de 22 años, estudiante de comunicación social y proveniente de Colón, Entre Ríos. “Es una doble sensación de angustia y felicidad que perdura”, manifestó. Hace 3 años forma parte del Movimiento y hoy es coordinadora de la zona 5, que comprende el barrio de Pichincha.
“Son horas de mi vida que le dedico a esto y después vuelvo a mi casa”, agregó en consonancia con Camarasa y, aunque tiene historia en el MSR, completó: “Nunca me había pasado ver gente durmiendo en la calle”.
En diálogo con CLG, Valeria se animó a exponer la realidad que se vive en la calle hoy: “No sólo pasa por la gente que duerme en la calle sino ahora hay quienes se acercan a pedir comida, sobre todo los jubilados”.
En ese momento llega Avelina Mei, coordinadora general de las recorridas y con 4 años en el MSR. Ella tomó la decisión de colaborar porque “sabía de gente que la estaba pasando muy mal y había algo para hacer”.
Como responsable visibiliza la realidad en sus palabras: “En las recorridas nocturnas te das cuenta”, saber el nombre, lo que necesita y hasta festejar cumpleaños son algunos de los gestos que tienen con un sector olvidado por la sociedad. “Nos comprometemos con la gente que ayudamos, la indiferencia se corre del eje”, sostiene ante CLG.
Relación con el Estado
“Es buena, entendimos que los que estamos acá no lo hacemos por un interés particular”, manifestó Camarasa y agregó: “Es una lucha colectiva”.
El presidente de la Asociación Civil reconoció que con el paso del tiempo comprendió que “los políticos no son personas que buscan propios intereses” sino que pregonan el interés de las personas.
El Movimiento Solidario de Rosario en la actualidad cuenta con más de 250 voluntarios, recorren cinco zonas (Centro, Av. Pellegrini, Bv. Oroño, Terminal, Pichincha) donde se distribuyen 600 raciones diarias. Cuatro talleres son dictados en su sede de calle Cochabamba (peluquería, barbería, manicuría y panificación), además ofrecen apoyo escolar y capacitación en tejido.
La militancia en carne viva
En 10 años, tanto Ricardo como sus compañeros vieron cientos de casos de vulnerabilidad. Él, en esta década, se acuerda de algunos personajes de la historia del Movimiento Solidario de Rosario.
Guillermo fue uno de los casos positivos, “lo subimos a un taxi” recordó Camarasa y agregó que luego de “salir” de la plaza López fue voluntario del MSR. Asimismo a la mesa llegó Fernando, quien perdió su casa y el Movimiento realizó una colecta para ayudarlo mientras completaba sus estudios como maestro mayor de obra: “Había cambiado un rastrojero por un terreno en Mendoza al 9000 y terminó levantando su propia casa. Fue algo distinto”, aseguró.
Sin embargo, no todos los recuerdos rondan la felicidad. Camarasa rememoró la peor noche de las recorridas. En la zona de la Terminal cuando se encontró con situaciones de extrema vulnerabilidad: “Jugaba la selección argentina de fútbol y me acuerdo que la gente gritaba los goles. El contraste, la euforia de la gente mientras afuera gente lloraba por su situación”.
Pegado a él, habló Valeria, que recordó con esperanzas distintas colectas como la del Museo Castagnino donde se precisaban frazadas: “De tantas que eran no entraban en la sede vieja de calle Italia”.
“Cuando vi a Rolo”, habló Valeria, suspendió el relato de su compañera y continuó: “Lo invitamos a una cena, tiene 80 años, es ciego, y vivió 20 años en la calle. Cuando terminó lo primero que dijo fue: ‘Vi mucha gente feliz, pasándola muy bien’, eso fue un montón para mí porque no es muy expresivo”.
Llegar a los barrios, abrir más zonas, capacitar, dar herramientas y derechos son los próximos objetivos. “Es momento de que todos abramos los ojos y nos comprometamos a cambiar la realidad”, exclamó el trabajador y agregó: “La diferencia entre los chicos que están en la calle y nosotros es la diferencias de oportunidades que tuvimos”.
“Para mí todos los días son buenos. Cuando vengo acá, soy feliz”, cerró la charla con CLG apurado por las actividades que le quedaban pendientes.
Ricardo Camarasa comenzó esta aventura en 2009, tiene asistencia perfecta junto a Gabriel Reyes, compañero de acción, y nunca imaginó el alcance, la repercusión y las historias que pasaron y construyeron alrededor del Movimiento Solidario de Rosario que acaba de cumplir 10 años ayudando al otro.