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Monseñor Martín y su mensaje por Semana Santa: «No hay que perder la esperanza»


Foto: Fernando Der Meguerditchian

En diálogo con CLG, el Arzobispo de Rosario analizó la situación actual que atraviesa el país y dejó su reflexión de cara a estas Pascuas

La comunidad católica celebra esta semana una de sus conmemoraciones más importantes, con la Semana Santa que comenzó con el Domingo de Ramos y que culminará con el Domingo de Resurrección. En ese sentido el Arzobispo de Rosario, Monseñor Eduardo Martín, analizó en diálogo con CLG la situación actual y dejó un mensaje en el que llamó a «abrirle el corazón a Dios»

Al igual que en 2020, estas Pascuas están atravesadas por el contexto de la pandemia, aunque en etapas diferentes. El año pasado la Semana Santa se celebró en un marco de cuarentena estricta y con pocos casos de coronavirus, mientras que en esta ocasión hay una gran apertura de actividades y un preocupante aumento de contagios.

Monseñor Martín dialogó en CLG y dejó un mensaje para la comunidad católica: «Dios nos da una nueva oportunidad en la celebración de la Semana Santa para contemplar a Cristo, tener nuestros ojos fijos en él, y descubrir allí todo el amor y la misericordia que Dios quiere derramar sobre todos y cada uno de nosotros. En nosotros está abrirle el corazón y dejarnos embeber de este amor infinito de Dios, manifestado en Cristo Jesús, que entrega su cuerpo y derrama su sangre para el perdón de nuestros pecados, y resucita triunfante para darnos la vida eterna».

«Es lo más grande que Dios ha hecho por nosotros y lo sigue haciendo. Espera que nosotros le demos esta respuesta. Aprovechen esta Semana Santa, vívanla intensamente para poder así experimentar ese infinito amor de Dios», agregó.

Por otra parte, el Arzobispo de Rosario se refirió a la situación sanitaria y social que atraviesa el país: «Evidentemente estamos en una situación difícil, no hay que ser muy perspicaz, pero no hay que perder la esperanza. Justamente para unir lo espiritual con lo temporal, Cristo siempre entra en la vida de una persona para sanar sus heridas y su corazón, para hacernos capaces de un bien más grande. Cristo ha venido no sólo para darnos la vida eterna en el cielo, sino para hacernos más humanos en la tierra. Nuestra sociedad, con tantas desigualdades, injusticias y violencia, puede mejorar si todos y cada uno de nosotros abrimos el corazón a Cristo y dejamos que él guíe nuestra vida».

«La violencia que nos aqueja tiene múltiples causas: sociales, culturales, de desigualdad. Pero hay una causa más profunda que está en el corazón, que es un corazón herido por las consecuencias del pecado. Sólo si entra alguien más grande que nosotros puede sanarnos y hacer un bien más grande», concluyó.

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