"Trato de ser equilibrado y reírme de todos parejito; gobierno y oposición, y cuando te pegan de los dos lados quiere decir que estás por el buen camino", aseguró
Roberto Moldavsky, que el jueves estrenará en el Teatro Apolo porteño su nuevo espectáculo «Método Moldavsky», en el que promete recorrer «la cuarentena, los políticos y sus campañas», aseguró que «el humor tiene que correr algún riesgo porque si no vamos a estar haciendo chistes de carpinchos todo el año».
«Trato de ser equilibrado y reírme de todos parejito; gobierno y oposición, y cuando te pegan de los dos lados quiere decir que estás por el buen camino», aseguró Moldavsky a Télam mientras se prepara para el estreno en la sala de Avenida Corrientes 1382.
Vivió en un kibutz en Israel, atendió un negocio en el Once y con sus monólogos sobre el judaísmo se catapultó como un referente del humor judío, pero rápidamente lo trascendió.
Hoy, la obra que escribió junto a su hijo Eial, Marian Jusid, Gerardo Lipzyc y Julio Feld es el corolario de un presente prolífico que se suma a su participación en «Trato hecho», el programa de Telefe que conduce Lizy Tagliani, y el estreno (aún sin fecha precisa) de su debut cinematográfico en «Ex casados», la comedia que dirige Sabrina Farji que protagoniza junto a Jorgelina Aruzzi .
«Para completar, voy a buscarme algo en la radio -se ríe-, pero nunca me imaginé nada de esto y, a pesar de lo que pensaba con la pandemia, va a ser un buen fin de año».
Télam: ¿Con qué se va a encontrar el público en este «Método Moldavsky»?
Roberto Moldavsky: Es un show que empezamos a cranear antes de que empezara la pandemia, con lo cual tuvimos que modificarlo bastante. La estructura tiene una parte de humor político y otras dos de monólogos sobre distintos temas como el encierro, la cuarentena, y cosas que fueron derivando de ahí. Estamos con La Valentín Gómez, que es una banda musical que labura conmigo y tenemos un show muy integrado en cuanto a la música en función de los monólogos; trabaja mi hijo, que es guionista de la obra y con el cual hacemos un par de sketches muy divertidos. Así que además de los monólogos es un show de humor y música.
T: En la gacetilla anuncian, entre otras cosas, un show de «humor político y campaña». ¿Qué te impulsó a meterte en ese mundo en este contexto previo a elecciones en una sociedad tan polarizada?
RM: Yo lo vengo haciendo hace unos años; por supuesto que es un riesgo pero estoy acostumbrado y la inmensa mayoría lo disfruta. Yo trato, sobre todo, de meter un mensaje «antigrieta», de que no vale la pena pelearse con un amigo o familiar por esto. Esta bien que cada uno tenga distintas ideas, no podemos pensar todos igual y es desde ese lugar que le meto ficha al humor político, pensando que si nos reímos de la política y no nos hacemos tanta mala sangre, nos vamos a pelear menos por ese mismo tema y también nos vamos a amargar menos por ese mismo tema. Y salvo alguna minoría que no quiere reírse del tema o está muy fanatizada, la gente disfruta mucho. Esa es la apuesta y los políticos argentinos dan mucho material y aprovechamos todo. Además, en estos años, muchos políticos me han venido a ver.
T: ¿Cómo se piensan los chistes para sortear la grieta?
RM: Cuando te pegan de los dos lados te das cuenta de que estás en el buen camino. Los gobiernos te dan siempre más material porque está laburando, gestionando, hablan más, se mandan más macanas. Pero yo trato de reírme de todos parejito, el gobierno y oposición, trato de equilibrar lo más que puedo. A veces uno se manda varias seguidas.
T: ¿Tenés referentes?
RM: Tato Bores. Yo soy un tipo grande, crecí viéndolo a él, me gustaba mucho su estilo, tenía unos guionistas brillantes. En el sesenta y pico hablaba sobre el dólar y no lo podés creer «compremos dólares, vamos a Estados Unidos con nuestros dólares», cosas muy vigentes, además de que él era fantástico, tenía una banda de guionistas muy talentosos que producían esa magia.
T: ¿Por qué creés que no hay humor político en la tele?
RM: No hay humor en la tele. No hay programas de humor. Sacando a Diego Capusotto no hay programas. Le agregaron humor a cosas como el noticiero, pero no hay un programa solo de humor como había antes.
T: ¿Por qué creés que sucede?
RM: No tengo idea, pero para mí sería un éxito sin dudas. Evidentemente no sé lo suficiente pero en teatro la mayoría de las obras más taquilleras son comedias divertidas, de humor. A mí me da a pensar que la gente tiene ganas de ver humor, pero parece que no es lo que piensan en la tele.
T: Al margen de la política, ¿hay límites para el humor?
RM: Cometo errores algunas veces porque pertenezco a una generación que se crió con el machismo y toda esa estructura y nos reíamos de otras cosas. Y por ahí alguna cosa se te escapa, pero voy aprendiendo. Estoy muy a favor de todos estos cambios, me parece que son positivos y el humor se tiene que adaptar. Por otro lado, sin ofender nunca a una víctima, sin reírnos de alguien que sufre, tenemos que poder integrar al humor todo lo que está pasando en el país, el mundo, todos estos cambios, y creo que no podés cancelar a un tipo porque hacía humor hace un tiempo cuando todo el humor era así y la sociedad pensaba que eso era gracioso. Los que crecimos en esa generación venimos con esa marca y la estamos tratando de mejorar cada día, pero es un laburo que estamos haciendo.