Por Gisela Gentile
En la última semana tuvo gran repercusión el caso de Kiki, un niño que desde hace casi dos años compartía sus días junto a Sergio y Cristina, una familia solidaria que se hizo cargo de él por supuestos seis meses, y que luego se convirtieron en años. Después de que pasara este lapso, la familia se anotó para pedir la guarda preadoptiva del niño, aunque el problema radica que cuando el Estado se entera de esta situación, decide hacerse presente de la peor manera. Decidiendo sacar a Kiki de su hogar y enviándolo con otra familia adoptiva, un acto de crueldad y perversidad enorme.
Con la Gente dialogó con Mirta Guelman, médica pediatra, especialista y consultora judicial en adopciones, para conocer algunos puntos de esta escabrosa realidad que sufren muchos niños en el país.
Guelman fue enfática sobre la raíz de este tema y su compromiso con el mismo: «Estoy luchando contra esto desde los años 80, yo he tenido casos trágicos. Realmente siempre pienso que algún día pasará una desgracia y va tener que rendir cuentas no sólo el gobierno de la provincia, sino todos. Aquí se aplica con una crueldad que no tiene sentido».
«Creo que lo que acontece es parte por ignorancia de la constitución del niño y parte por no tener compasión. El problema radica que los funcionarios que ocupan ese lugar de decisión no son eruditos en el tema y no saben interpretar la ley ya que son personas nombradas políticamente», indicó.
Las familias que ahora se llaman solidarias antes eran llamadas de tránsito. «Hay una ley que dice que aquellas personas que van a tener un niño en tránsito no se pueden convertir en padres adoptivos, en su momento eso fue creado con buena intención ya que hay muchos padres que quieren hacerlo de manera definitiva y al no lograrlo a tiempo se anotan en estas familias de tránsito para poder concretarlo de alguna manera, ya que sabemos que los tiempos son largos y las adopciones nunca llegan».
En cuanto a las vinculaciones Guelman sostuvo: «Las vinculaciones son mínimas de seis meses, yo misma presenté la modificación de la ley de adopción. Para que se genere un vínculo real pasan seis meses, también ocurre que he trabajado con familias que han pasado ese lapso de meses y no pueden generar dicho lazo y devuelven al niño, cuando ocurre eso es realmente una tragedia».
«La presentación que hicimos en su momento estaba basada en las distintas curvas. Las mismas indicaban que si hay vinculación efectiva se optimizan y se recuperan. Es decir que se incrementa la del peso, altura, cognitivas, emocionales etc. El apego lo liga física y psíquicamente al niño».
El entorno afecta el despertar humano. «Cuando escucho a la persona que está a cargo de la protección del niño y familia hablar de tiempos administrativos, en vez de nombrar lo humano por sobre todas las cosas, no puedo creerlo. Son crueles, ni siquiera dejaron que el pequeño se llevara sus juguetes, con lo que esto significa para él. Lo que hicieron fue actuar como la Gestapo, ya que para el registro del niño esto que ocurrió es un rapto, no una transición».
En estas situaciones, la figura de los padres biológicos toma un rol preponderante. «En este caso los padres biológicos son los que lo tuvieron dos años. En este caso la impronta de ese niño es de quien lo cobijó por tres años», afirmó Guelman.
«Los niños sufren modificación genética, la explicación epigenética dice que a medida que pasan los años ni vos ni yo tenemos los genes que nos fecundaron. Sino que tenemos genes que están activados, desactivados y mutados por el ambiente y entorno. Por eso estos padres son tan biológicos como los que lo fecundaron».
Cuando le preguntamos acerca de porqué se llevan a cabo estas maniobras fue tajante: «Los castigan y sé de otros casos que directamente les dicen que si aparecen en los medios no lo ven nunca más».
Las consecuencias para el menor son graves. «Imaginate que un niño que pasa por esa situación queda traumado de por vida, la reacción al estrés futuro está estudiada. La ley por omisión, no especifica que después de los seis meses se lo pueden quedar, pero aquí son dos años más y en una edad muy clave. Este niño, en ese tiempo tomó conciencia del medio, de sí mismo, y de las vinculaciones interhumanas. He tenido chicos que han quedado paralíticos, a otros le han diagnosticado autismo, y muchas veces lo revierten cuando son restituidos a las familias».
Para finalizar la especialista reflexionó: «Sin presión social estamos perdidos, y en estos casos es difícil que se reconozca el error. Hubo una niña en Bigand donde después de una pueblada fue restituida a su familia. Este caso se ha hecho muy popular y la juntada de firmas crece día a día».
«Espero que Miguel Lisfchitz lea la nota que hizo el papá y se conmueva igual que todos. Por sobre todas las leyes está la ley de la convención de los derechos del niño en nuestro artículo 75 de la constitución, la misma es una ley internacional que indica que el interés es superior al del niño, es decir que aquí nadie se pone en la piel de esa criatura, ahí radican todos los problemas«, concluyó Mirta Guelman.