Por Pablo Sieira
Era cuestión de tiempo para que el efecto dominó de denuncias de abuso, violación o acoso que pusieron en marcha las actrices argentinas alcanzara a la política, pero la rapidez fue notable.
La denuncia penal y mediática por violación de la actriz Thelma Fardin contra Juan Darthés destapó una olla en el ambiente artístico y, dos días después, la defensa que intentó el denunciado multiplicó el asco en las redes sociales, que rebalsaron de publicaciones de mujeres y hombres que se animaron a compartir su padecimiento.
Empezó así a saltar pus de un tejido social infectado y no tardó ni siquiera un día en salpicar al mundo de la política que es, cuanto menos, sensible a este tipo de denuncias en casi cualquier lugar del mundo: casos como los del ex titular del FMI Dominique Strauss-Kahn y el juez nominado para la Suprema Corte de Estados Unidos Brett Kavanaugh sirven de ejemplo.
El #NoEsNo (consigna mucho más clara y contundente que #MeToo) o #MiraComoNosPonemos (más desafiante) impactó en el Congreso con la denuncia de Claudia Guebel, trabajadora parlamentaria y militante radical, contra el senador de la UCR por La Pampa Juan Carlos Marino.
La denunciante se presentó en tribunales y relató un hecho de abuso al tiempo que afirmó, al pasar, que Marino había preparado una «operación» para involucrar a Carlos Mac Allister, hasta ahora competidor suyo en la interna de Cambiemos por la candidatura a gobernador, en un caso de pedofilia.
Guebel expresó en radio Continental que ella no quería hacer pública la denuncia, pero que de alguna manera se viralizó a través de Whatsapp, lo que (sumado al detalle de la «operación») sugiere la participación de algún sector más consustanciado con las intrigas del Poder que con el clamor de justicia frente a los abusos.
De cualquier manera, la denuncia abrió un nuevo frente para el mundo político, que ahora se encuentra obligado a dar una respuesta contundente frente a una demanda social motivada por el movimiento feminista que ya es, más que una ola, un maremoto.
«Van a aparecer más casos de abuso y acoso en la política. La mayoría de las mujeres que hacemos política somos víctimas de la violencia machista», advirtió la diputada del bloque Somos Victoria Donda.
Poco antes, su par de Cambiemos, Karina Banfi, dirigente de la UCR, señaló que la política «no es un espacio ajeno a la violencia contra las mujeres».
Se trata de dos testimonios, los primeros, que invitan a la política a tomar medidas más concretas que el acto simbólico de colgar carteles de solidaridad en las bancas, como los que lucieron todos los senadores, incluido Marino, un día antes de la denuncia.
Casos testigo
A través del presidente provisional del Senado, Federico Pinedo, Marino negó la acusación y dijo que se someterá a la Justicia, al tiempo que destacó que no se amparará en los fueros.
Sin embargo, se trata de un falso mérito, porque los fueros parlamentarios solo otorgan inmunidad de arresto, pero no impiden a ningún legislador cumplir con cualquier requerimiento judicial y ni siquiera obstaculizan una condena.
Más allá de eso, el Congreso deberá preguntarse si, aún defendiendo el principio de presunción de inocencia, no será necesario tomar alguna medida concreta, dado que el clima ya no es el de 2016, cuando una denuncia de abuso contra un diputado pasó casi sin estridencias.
En aquel año, una asesora de la diputada nacional socialista Gabriela Troiano denunció por abuso sexual al diputado tucumano José Orellana, quien todavía ocupa su banca en la Cámara baja, pese a que la denuncia fue respaldada por testigos y que Troiano, antes de concluir su mandato, presentó un proyecto para suspenderlo.
Horas después de la denuncia contra Marino surgió otro caso pero en la Legislatura bonaerense y contra el senador de Unidad Ciudadana Jorge Romero, quien anunció por Twitter que decidió dar «un paso al costado» tras ser denunciado por acoso sexual por una ex militante de La Cámpora.
En los días venideros comenzarán a surgir de la política distintas definiciones y posturas frente a este nuevo panorama, porque el debate que se abrió es transversal y no amaga con cerrarse así nomás.
La política también tendrá que mirar cómo se ponen.