Juan Biset, ex Subsecretario de Sustentabilidad Minera, Subsecretario de Política Minera, y Secretario Ejecutivo del Consejo Federal de Minería y de la Sección Argentina del Tratado de Integración y Complementación Minera con la República de Chile entre 2015 y 2018
La Constitución Nacional garantiza a todos los habitantes, en el artículo 41, el derecho a «un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras».
Esta cláusula incorpora la definición de «desarrollo sustentable» de Naciones Unidas y es una ecuación con dos términos: el presente (necesidades actuales) y el futuro (las próximas generaciones).
Según el último informe del Indec, el 42% de los argentinos son pobres y el 10,5% indigentes. Esta situación –que además empeora año a año– nos interpela como país y muestra una realidad: las «necesidades presentes» están lejos de ser satisfechas, y el desarrollo argentino no es, entonces, «desarrollo sustentable».
Al mirar qué podemos hacer para resolver este doloroso problema, parece elemental empezar por los recursos naturales que nos dan ventajas competitivas. Junto al campo y las fuentes de energía convencional y renovable, Argentina tiene importantes recursos minerales en prácticamente todas sus regiones.
Nuestra cordillera –compartida con Chile, el mayor productor mundial de cobre y el segundo de litio–, los salares de la Puna, el oro y plata en la meseta patagónica, el potasio en el sur de Mendoza… Argentina tiene un gran potencial minero por desarrollar.
En lugar de discutir cómo hacer para poner este sector en marcha, nuestro «debate» minero es un diálogo de sordos, con slogans y dogmas que reemplazan a ideas y datos, y la violencia al diálogo.
De la minería se oye que es «saqueo», que «deja sólo contaminación» o que «en Europa está prohibida».
Empezando por el final, no sólo no está prohibida, sino que la Unión Europea, como China, Estados Unidos, Suecia, Australia o Canadá, tiene una estrategia específica de desarrollo de sus recursos minerales.
Más cerca nuestro, Chile, Perú, Brasil, Colombia o Ecuador también impulsan su minería.
Si todos estos países aceptan y fomentan su minería, ¿será que es tan negativa como nos dicen? ¿No habrá en cambio un modo de hacer minería sustentable? .
La respuesta es obvia: la minería sustentable (segura, ambientalmente responsable y social y económicamente beneficiosa) existe y es la que se hace en todo el mundo. ¿Por qué nos empeñamos en impedirla? ¿Quién nos da ese derecho, cuando millones de argentinos se despiertan todos los días sin saber qué van a comer o si sus hijos van a poder abrigarse, educarse o mantenerse sanos?.
Hay una razón más: en estos momentos comienza un ciclo único de demanda mundial de minerales y metales (muchos, como cobre, litio o plata tenemos en Argentina) ya que combatir el cambio climático requiere descarbonizar los sistemas energéticos. Los miles de paneles solares, generadores eólicos, autos eléctricos y baterías de litio que van a hacer falta, necesitan gigantescos volúmenes adicionales de minerales a los que se producen hoy.
No hay tiempo que perder. Pongámonos ya mismo a trabajar en desarrollar nuestra minería sustentable. Generaciones futuras y (sobre todo) actuales nos lo exigen.