Un tercio de los temas tocados por el conjunto de Los Ángeles fueran de su célebre y más exitoso disco homónimo, conocido popularmente como "Álbum negro", mientras que el resto del show abarcó fragmentos de lo mejor de la etapa más trash metal de la banda
Metallica colmó en la noche del sábado el Campo Argentino de Polo y se reunió con el público local tras cinco años desde su último show en el país con un potente concierto enfocado en su legendario «Álbum negro», que recientemente cumplió 30 años.
El conjunto fundado por James Hetfield -cantante, segunda guitarra y principal letrista de la banda-, y el baterista Lars Ulrich tuvo su esperado regreso a Buenos Aires tras su presentación suspendida en 2020 por la pandemia de coronavirus y su último show en el Lollapalooza de 2017.
Con una aproximación siempre energética y una selección musical que dejó pocos momentos de respiro con ‘power ballads’, la banda de Los Ángeles optó darle preponderancia a una selección de temas de la mejor etapa de su discografía.
Más allá de que un tercio de los temas tocados por Metallica fueran de su célebre y más exitoso disco homónimo, conocido popularmente como «Álbum negro», el resto del show abarcó fragmentos de lo mejor de la etapa más trash metal de la banda, con la salvedad de unas pocas canciones de su etapa posterior.
También con la estelar participación de los experimentados Kirk Hammett, guitarrista principal de Metallica desde su primer disco, y Robert Trujillo, bajista de la banda desde 2003, el conjunto salió con «Whiplash», de su ópera prima «Kill ‘Em All» de 1983, y «Ride the Lightning» del álbum homónimo del año siguiente.
Luego, para el momento álgido de «Fuel» unas llamaradas surgieron desde numerosos puntos del estadio para sorprender y dar mayor calor a las más de 60 mil personas que agotaron las entradas.
El entusiasta y siempre pintoresco público metalero no se quedó corto en cuanto a momentos conducentes a saltar y llevarse algunos moretones de recuerdo con los frenéticos pogos que le dieron color y calor a la fría noche.
Para separar algunos temas y ampliar la idea atmosférica de la canción que estaba por comenzar, el espectáculo contó también con pequeñas piezas visuales proyectadas en las pantallas que aportaron a la estética ‘dark’ del show.
En su consecución, la lista de temas reforzó el espíritu trash metal de los ochenta que sobrevoló la mayoría de veces el espectáculo y se mezcló con el infaltable «Álbum negro»: «Holier Than Thou», «Seek and Destroy» de «Kill ‘Em All» y el inolvidable «One», del disco «…And Justice for All» de 1988, que derivó en un show de lasers que se sumó a las recurrentes llamaradas para disfrute visual del público.
Le siguieron «Sad But True», el emotivo «The Unforgiven», «Creeping Death», el reciente «Moth Into Flame» y «No Leaf Clover», canción grabada en 1999 entre Metallica y la Orquesta Sinfónica de San Francisco.
Para el final, sonó «Master of Puppets», del aclamado disco del mismo nombre de 1986, y la banda se retiró unos minutos para dar paso a los bises ante la arenga típicamente argentina.
El conjunto reapareció con «Spit Out the Bone», del disco «Hardwired… to Self-Destruct» de 2016, y se retiró a lo grande con una de sus mejores ‘power ballads’, «Nothing Else Matters», y el tema de apertura del disco que más canciones aportó a la velada, «Enter Sandman», lo que puso un broche de oro a la gran noche del metal y permitió a los fanáticos seguir saltando con más actividad que nunca.
El show de Metallica también se pudo seguir a través de una transmisión por streaming en la plataforma Flow, a la que se conectaron 250 mil personas.
Más temprano, la banda estadounidense Greta Van Fleet, conformada por los hermanos Kiszka, abrió el show de Metallica cerca de las 19 y presentó temas como «Built by Nations», «Black smoke rising», «Caravel» y «Lover, Leaver».
Con un sonido y estilo algo más moderno, aunque con raíces en el hard rock, del público al que le gusta Metallica, la banda se destacó con una compacta y aceptable presentación que culminó con las canciones «My way soon» y «Highway Tune».
En tanto, previamente se presentó también Marina Fages, cantante, multinstrumentista y artista visual que explora el indie folk y un rock un poco más intenso, que también se dedica a pintar murales en varias ciudades del mundo.