La ex mandataria boliviana firmó ayer que ya no quiere vivir y rechazó el medicamento que se le impuso días después de su intento de suicidio en la cárcel
La ex presidenta de facto de Bolivia, Jeanine Áñez, intentó fugarse a Brasil en marzo en una avioneta preparada para tal propósito, pero un operativo policial lo evitó y fue arrestada un día antes en la ciudad de Trinidad.
La información publicada por el diario boliviano El Tiempo, que cita «fuentes oficiales», asegura que la justicia constató «actos preparatorios típicos de una fuga» y «condiciones típicas de una evasión».
Según las mismas fuentes, horas antes Yerko Núñez, quien fuera ministro de la Presidencia hasta el final del mandato transitorio, avisó a la ex mandataria sobre la medida judicial», pero éste, con la información de primera mano, pudo actuar más rápido que Áñez y tomó otro avión con destino a Brasil.
Las valijas listas, la estancia de Áñez fuera de su casa y la contratación de una avioneta fueron elementos suficientes para aplicar la aprehensión de la exmandataria de facto, que fue encontrada «oculta debajo de la ‘entrecama’ de un sommier cuando fue aprehendida por los policías la noche del 12 de marzo, horas antes de ser enviada a la ciudad de La Paz», señaló la agencia Boliviana de noticias ABI.
Áñez, de 54 años, afirmó ayer que ya no quiere vivir y rechazó el medicamento que se le impuso días después de su intento de suicidio en la cárcel en la que cumple prisión preventiva desde marzo, acusada de sedición, terrorismo y conspiración.
«Ya no quiero vivir. Mis hijos necesitan hacer su vida. Ya no quiero más medicamentos que no sé cuáles son. Pido por favor a mis carceleros que me digan qué estoy tomando», dijo en un mensaje publicado por su equipo en sus redes sociales.
El pasado viernes, la Fiscalía General de Bolivia presentó una nueva acusación formal contra Áñez, por genocidio, un cargo que fue tildado de «disparate» por por el director de la ONG Human Rights Watch (HRW) para las Américas, José Miguel Vivanco.
«El Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) para Bolivia ha aportado pruebas sólidas de la participación de fuerzas de seguridad en dos horrorosas masacres. Pero acusar a Jeanine Ánez de genocidio es un disparate», escribió Vivanco en su perfil de Twitter.
El ex presidente Evo Morales renunció el 10 de noviembre de 2019 ante una «sugerencia» de jefe de las Fuerzas Armadas, tras 21 días de protestas callejeras, de un amotinamiento policial y en medio de denuncias de irregularidades en el recuento de las elecciones presidenciales del mes anterior, que había dado ganador al mandatario, en el poder desde 2006.
Áñez, entonces vicepresidenta segunda del Senado, asumió la Presidencia dos días después en una polémica sesión sin quórum debido al boicot del partido de Morales, el Movimiento al Socialismo (MAS).
En diciembre de 2019, la OEA emitió un informe final sobre los comicios del 20 de octubre en el que denunció tácticas «deliberadas» y «maliciosas» para inclinar las elecciones hacia Morales, pero dos análisis independientes separados rechazaron las afirmaciones y desestimaron el análisis estadístico sobre el que se basaban.
Un total de 37 manifestantes fueron muertos en noviembre en la represión de protestas contra el golpe de Estado en las ciudades de Sacaba y Senkata por parte de fuerzas de seguridad que habían recibido garantías de inmunidad por parte de Áñez.
Expertos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) se desplazaron al país latinoamericano para investigar las muertes de las mencionadas localidades, ubicadas en Cochabamba y El Alto, respectivamente.
En un informe preliminar, la CIDH ya calificó la represión en ambas ciudades de «masacres».