Theresa May dejó este viernes el liderazgo del Partido Conservador británico y, aunque continuará como primera ministra hasta que se designe a su sucesor en julio, abandona las riendas de un Brexit convertido en pesadilla, tras otra desastrosa noche electoral para su formación.
El Reino Unido debía abandonar la Unión Europea el 29 de marzo, pero la incapacidad de May para que el Parlamento británico aprobase el acuerdo que negoció con Bruselas, la obligó a aplazar la salida hasta el 31 de octubre.
Cada vez más presionada por los euroescépticos dentro de su formación, May, de 62 años, anunció entre lágrimas hace dos semanas que renunciaría como líder de los Tories este viernes, al término de la visita del presidente estadounidense Donald Trump, quien partió de regreso a Washington tras pasar un día jugando al golf en Irlanda.
Su dimisión no dio lugar a ningún acto, simplemente May presentó su renuncia en una carta privada a la dirección del partido, que lanzó oficialmente el llamado a candidaturas para designar a su sucesor, un proceso que debe culminar a finales de julio.
Once conservadores aspiran de momento a tomar las riendas del partido y del gobierno, encabezados por el exministro de Relaciones Exteriores Boris Johnson. Este controvertido político de 54 años se apuntó una importante victoria el viernes al lograr que la justicia desestimase un caso por «mala conducta en cargo público» presentado contra él por el empresario británico Marcus Ball.
Este lo acusaba de mentir deliberadamente durante la campaña del referéndum de 2016, en la que su intervención fue decisiva para la victoria del Brexit por 52%, al afirmar que Reino Unido enviaba 350 millones de libras (440 millones de dólares, 400 millones de euros) semanales a Bruselas.
La Alta Corte de Londres no argumentó su decisión, pero se declaró convencida por los argumento de la defensa, quien denunció la acusación como «políticamente motivada».