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Matrícula reducida y cuotas atrasadas: pese a reapertura, los jardines siguen complicados


CLG recorrió jardines de la ciudad para conocer su situación actual y se encontraron realidades que aún son muy complejas, a dos meses de su reapertura

Los jardines maternales y de infantes fueron uno de los sectores más golpeados por la pandemia durante el 2020, ya que se transformaron en uno de los primeros en cerrar y uno de los últimos en poder acceder a un subsidio de emergencia. Pese a mantener actividades virtuales, muchos padres optaron por retirar a sus niños del jardín, lo que provocó una gran caída en sus ingresos. Finalmente, a partir del 1º de diciembre los jardines pudieron reabrir sus puertas con el 50% de su capacidad y con «salas burbujas».

A poco más de dos meses de su reapertura, CLG recorrió jardines de la ciudad para conocer su situación actual y se encontraron realidades que aún son muy complejas. El 50% de la matrícula disminuye notoriamente sus ingresos, mientras que los impuestos y servicios aumentaron considerablemente.

«La situación está muy difícil», confesó Marisa, del jardín Querubines. «Estamos trabajando con el 50% de los niños. Particularmente, nosotros abrimos en enero y no en diciembre porque no había alumnos. Enero fue muy difícil porque este jardín se quedó sin alumnos para arrancar. Fue remarla desde cero, pese a que el jardín está hace 23 años», relató.

Con respecto a los valores, contó que hicieron pequeños ajustes: «Las cuotas aumentaron entre un 10 y un 12% y están acorde a la realidad de los jardines de la zona, nos pusimos de acuerdo para cobrar más o menos lo mismo».

Por otro lado, se refirió a los protocolos que están funcionando actualmente: «Se trabaja por burbujas. La idea es que cada alumno esté con su personal y no cambie. Es decir que si hay que evacuar a algún personal se evacúe sólo un grupo».

«En muchas cosas nos sentimos escuchados, pero en otras no. Nos están ayudando con el subsidio, aunque llegó un poco tarde, pero llegó. El tema es que nos sigan apoyando, porque sino no vamos a poder subsistir», reclamó.

Por otro lado, Laura del jardín Dailan Kifki, contó: «Empezamos a trabajar cuando se habilitaron los jardines el 1º de diciembre. Se trabaja con salas de la mitad de la matrícula y con salas burbujas. Cada sala no puede estar en contacto con alumnos y docentes de otras salas. Al ingresar, se les pone alcohol en las manos y los padres no ingresan al lugar, despiden a los chicos en la entrada. El lavado de manos es más frecuente y se limpian las mesas con alcohol constantemente».

La maestra jardinera explicó que las primeras semanas fueron las más desafiantes: «Los primeros días fueron los más complicados porque hacía mucho que no nos veíamos y costó el período de adaptación, pero lo logramos».

Con respecto a los valores, contó que llevan casi un año sin aumentar la matrícula: «Cuando comenzó la pandemia estábamos cobrando una cifra que redujimos a la mitad cuando los chicos no podían venir al jardín. Retomamos ese mismo valor en diciembre, es decir que estamos con el valor de marzo de 2020. Es difícil de sostener, pero hicimos un sacrificio para seguir abiertos».

«Evaluamos subir la cuota porque todos los gastos del jardín, los sueldos de los docentes, los impuestos, todo ha subido un montón. Si bien han vuelto un montón de chicos, no podemos completar las salas como lo hacíamos habitualmente», reconoció.