El hecho ocurrió el jueves 30 de mayo, cuando Mafalda Secreto estaba recostada junto a la víctima José Arena, habían discutido y éste la amenazó una vez más
El Tribunal Oral Criminal 1 de Pergamino absolvió a una mujer de 62 años, quien fue descubierta tras haber matado de un disparo a su pareja y descuartizar su cuerpo para intentar ocultarlo a raíz de la violencia de género que sufría, debido a que consideró que actuó bajo legítima defensa.
El hecho ocurrió el jueves 30 de mayo, cuando Mafalda Secreto estaba recostada junto a la víctima José Arena, habían discutido y éste la amenazó una vez más: le pidió que le traiga un vaso de agua desde la cocina y que, si seguía llorando, «la iba a matar».
El hombre, con quien ella empezó a tener una relación a principios de 2018, siempre estaba armado y esa noche no era la excepción, tenía un arma consigo en la cama y otra en un escritorio en el camino a la cocina. Mafalda fue en búsqueda de ese vaso de agua y, al volver, tomó el arma del escritorio y le pegó un tiro a su pareja.
Al día siguiente, el hermano de la acusada se presentó en la estación policial de Colón y denunció que Mafalda le había pedido ayuda para deshacerse del cuerpo de Arena, a quien le confesó que había matado. La Policía fue inmediatamente a la casa de la mujer de 62 años y encontró el cuerpo desmembrado de sus piernas y su brazo derecho, y las herramientas que utilizó la acusada: dos cuchillos y una amoladora.
La acusada confesó el crimen y contó lo que venía padeciendo.
Fue la estrategia de la defensa para justificar que actuó en ese contexto sometida de violencia y para evitar la condena que solicitara el fiscal Ignacio Uthurry.
La fiscalía había pedido que sea condenada por «homicidio cometido en estado de emoción violenta» al señalar que la mujer exageró su situación de violencia para zafar de una pena y también que el día del hecho no estaba bajo una amenaza real inminente, por lo cual reclamó la pena de 18 años de prisión.
Pero los jueces tomaron la decisión de absolverla al considerar que actuó bajo legítima defensa, luego de escuchar el relato de la mujer y varios testimonios.
La mujer contó que los primeros meses de la relación con Arena fueron buenos, pero que luego empezaron los problemas de él con el consumo de drogas. A eso se le sumaron algunas situaciones de golpizas que le propinaba y que llegó hasta que en, al menos dos ocasiones, le desfigurara su rostro.
Vecinos de la mujer, quien llevaba adelante un taller de costura en su domicilio, contaron que la veían últimamente con moretones en su rostro y que empezaba a salir a la calle con lentes oscuros para intentar disimular eso.
Mafalda lo había denunciado ante el juzgado de paz de Colón, pero fue en vano. La misma fue archivada y Arena ostentaba tener contactos y algunos testimonios lo señalaban como parte de una banda de piratas del asfalto que tuvo varios hechos cometidos en años anteriores.
Además, se comprobó que el hombre intentaba desapoderar de su propiedad a la víctima, por lo que concurrió a varios estudios de abogados para ese fin, pero que no prosperó.
A la violencia extrema que desplegó Arena sobre la mujer se le sumaron varios hechos de sometimiento sexual y hasta la obligaba a tener relaciones con otras personas tanto en su domicilio como en otros lugares. Según contó ella, también la obligó a consumir cocaína y pastillas que la mantenían indefensa, mientras que los vecinos de la mujer relataron que, en ocasiones, la veían como perdida.
Los jueces Guillermo Burrone, Raúl Salguero, y Gladys Hamue, absolvieron a la acusada al considerar que actuó en legítima defensa, y al negar que tuviera «otra salida» a su accionar tal cual reprochaba la fiscalía.
«No advierto que la acusada haya contado con otras salidas disponibles. Quizá en el campo de lo ideal ello fuera posible, pero la cruda realidad demuestra con estadísticas la dificultad, cuando no imposibilidad de las víctimas de violencia doméstica para salir de tales círculos. Arena controlaba y disponía de la vida de Secreto como si fuera de su propiedad y de este modo su posibilidad de salir de esa situación se encontraba bloqueada, directa o indirectamente», dijo uno de los jueces.
Incluso, aclararon: «Poco importa que la agresión no haya sucedido ese día y en ese momento (aunque existió pues le privó de comunicarse con su hija enferma) porque entiendo que Secreto se defendió en todo caso igual ante una agresión, que era constante y que siempre resultaba ilegítima, inminente y actual».