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Masacre en Mali: matan y destripan a casi 100 personas


Casi 100 personas murieron en un sangriento ataque nocturno contra una aldea en el centro de Mali, en el último episodio de violencia comunitaria que golpea a la frágil región, dijeron las autoridades el lunes.

No hubo una reivindicación inmediata de la matanza, pero ésta ocurrió en una aldea habitada por la comunidad dogón, y lleva la marca de los ataques étnicos «ojo por ojo» que se han cobrado cientos de vidas en la zona.

«Ahora mismo tenemos 95 civiles muertos. Los cuerpos están quemados, seguimos buscando a otros», dijo a AFP un funcionario del distrito de Kundu, donde se encuentra la aldea de Sobane-Ku que tenía unos 300 habitantes.

Según el gobierno, numerosos animales fueron masacrados y las casas incendiadas.

«Hombres armados, sospechosos de ser terroristas, lanzaron un ataque asesino contra esta pacífica aldea», dijo el gobierno en un comunicado.

Una fuente de seguridad maliense en el lugar de la masacre dijo que la «aldea dogón fue virtualmente destruida».

Un sobreviviente que dio su nombre como Amadou Togo explicó que «unos 50 hombres fuertemente armados llegaron en motocicletas y camionetas». «Primero rodearon la aldea y luego atacaron, y cualquiera que intentaba escapar era asesinado». «A algunas personas les cortaron el cuello o los destriparon, quemaron graneros y ganado. Nadie se salvó…. mujeres, niños, ancianos». Togo añadió: «Hemos contado 95 muertos y 38 heridos, y unos 20 desaparecidos».

La masacre ocurre menos de tres semanas después de que casi 160 miembros de la etnia fulani o peul fueran masacrados en la aldea de Ogosagu por un grupo identificado como dogón.

«Ni buenos ni malos»

La asociación de cazadores dogón Dan Nan Ambasagu, oficialmente disuelta por el gobierno el 24 de marzo, tras la masacre de Ogosagu, condenó el «acto terrorista y genocida intolerable», afirmando que «considera este ataque como una declaración de guerra».

El grupo, que había negado toda participación en la masacre de Ogosagu, pero que rechazó su disolución y se negó a «deponer las armas», reitera su «disponibilidad» a las poblaciones para «garantizar su seguridad» frente a las carencias del Estado y de la comunidad internacional.

El jefe de la Misión de la ONU en Mali (Minusma), Mahamat Saleh Annadif, condenó en un comunicado este «acto de barbarie indescriptible».

Este drama nos recuerda «que en esta espiral de violencia no hay malos por un lado y buenos por otro. Todo el mundo es responsable. Se ha alcanzado el umbral de lo intolerable y ha llegado el momento de un comienzo nacional», dijo.

El Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, también condenó el atentado, pidiendo a los protagonistas que «se abstengan» de tomar represalias. Instó además al gobierno y a todos los actores a entablar un diálogo intercomunitario «para resolver tensiones y disputas».

En 2015 apareció en el centro de Mali un grupo yihadista liderado por el predicador Amadou Koufa, que recluta a sus miembros dentro de la etnia de los fulani, tradicionalmente ganaderos.

Desde entonces, se multiplican los enfrentamientos entre los fulani y las etnias bambara y dogón, tradicionalmente agricultores, y estos últimos respondieron creando grupos de autodefensa.

En marzo y abril de 2012, el norte de Malí cayó en manos de grupos yihadistas, cuya mayoría fueron expulsados por una ofensiva militar en enero 2013 iniciada por Francia, que sigue en curso.

Pero hay zonas enteras que siguen escapando al control de las fuerzas malíes, francesas y de la ONU, a pesar de un acuerdo de paz firmado en 2015 que en teoría debería aislar a los yihadistas.