Las fuerzas de seguridad de la India sufrieron este jueves el peor ataque en casi dos décadas en la Cachemira india, con un atentado perpetrado con un coche cargado de explosivos contra un convoy policial, en el que murieron al menos 33 agentes.
La acción tuvo lugar a primera hora de la tarde a unos 20 kilómetros de la capital regional, Srinagar, cuando, según un comunicado de la Policía de Cachermira un atacante suicida detonó un vehículo cargado de explosivos al paso de un convoy formado por varios autobuses de la Fuerza Central de Policía de Reserva (CRPF).
La potente explosión, que dejó el coche que conducía el extremista completamente calcinado, afectó a al menos uno de los micros que transportaban a las fuerzas de seguridad.
«Se está determinando el número exacto de víctimas y se han confirmado 33 muertes. Los heridos han sido trasladados a hospitales para recibir tratamiento médico», informó la Policía, sin precisar la cifra exacta de heridos, según la agencia de noticias EFE.
La Policía tampoco reveló en la nota de manera oficial si se había inmolado un insurgente, al asegurar que todavía se investigan las circunstancias exactas de la explosión.
El atentado fue reivindicado por el portavoz del grupo extremista Jaish-e-Mohammad (JeM), Muhammad Hassan, a través de un comunicado enviado a la agencia local Global News Service (GNS).
Hassan aseguró que «docenas de vehículos de las fuerzas de seguridad fueron destruidos en el ataque» e identificó al suicida que llevó a cabo el atentado como Aadil Ahmad. Poco después, el JeM difundió un vídeo de más de 10 minutos de duración en el que aparece supuestamente Aadil Ahmad, alias Waqas, en unos imágenes filmadas poco antes de que cometiese el ataque.
Tras revelarse la identidad del insurgente, miles de personas se trasladaron al pueblo natal de Ahmad, Kakapora, en señal de apoyo al atacante, lo que desencadenó choques con la Policía. El atentado provocó la condena de las autoridades indias, entre ellas, la del primer ministro, Narendra Modi, que calificó la acción de «despreciable».
En la Cachemira india, la región himalaya que se disputan las potencias nucleares India y Pakistán y la única región de la India de mayoría musulmana, los insurgentes reciben el apoyo de parte de la población civil que respalda el sentimiento separatista cachemir, que busca sobre todo su adhesión al vecino Pakistán.
Cachemira, uno de los territorios más militarizados del mundo, es objeto de litigio por Pakistán y la India, que han librado por este territorio dos guerras y numerosos conflictos bélicos menores.
El ataque de este jueves es uno de los más mortíferos en la región desde 2002, cuando tres insurgentes vestidos de uniforme militar bajaron de un autobús en un cuartel del Ejército indio y abrieron fuego indiscriminadamente, causando la muerte a 34 personas, la mayoría militares y sus familiares.