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Marina Silva quiere devolverle la «credibilidad» a Brasil


En un Brasil sacudido por la inestabilidad política, los escándalos de corrupción y los apuros económicos, la ambientalista Marina Silva intentará por tercera vez en octubre llegar al poder con una propuesta para restaurar la «credibilidad» del gigante sudamericano. 

«Una cosa muy importante es sacar al país de la crisis por la falta de inversiones (…). Todo el mundo está esperando que llegue un gobierno que tenga credibilidad, legitimidad, para saber lo que va a pasar, para tener alguna seguridad», explicó en una entrevista con la AFP el viernes 6 de julio en Brasilia. 

La sede de Rede Sustentabilidade, el pequeño partido con el que Silva se presentará a los comicios del 7 de octubre (con una segunda vuelta prevista el 28), está relativamente cerca de la Explanada de los Ministerios y la Plaza de los Tres Poderes, escenarios de las tramas de corrupción y las intrigas que han dejado el prestigio de la clase política por los suelos. 

Pero esta exministra y exsenadora de 60 años, negra y menuda, se jacta de no tener acusaciones en su contra y defiende el «voto del cambio» para «cerrar el agujero de la corrupción» a través de una profunda reforma política. 

– Grandes partidos, aliados contra Lava Jato -. 

Un proyecto que es un verdadero desafío para la joven democracia brasileña, después de las traumáticas experiencias de la destitución de la presidenta de izquierda Dilma Rousseff en 2016, del encarcelamiento en abril de este año de su antecesor Luiz Inácio Lula da Silva y de las denuncias de corrupción que acorralan al actual mandatario Michel Temer y a gran parte de sus aliados conservadores. 

«Ya está claro que aquellos que crearon el problema no tienen cómo resolverlo (…). Los grandes partidos están aparentemente enfrentados entre ellos, pero están unidos en un objetivo: acabar con la Lava Jato», la investigación que desveló una gigantesca trama de corrupción enquistada en el Estado en torno a Petrobras, diagnosticó Silva. 

Según las encuestas, si la justicia electoral inhabilitara la candidatura del expresidente Lula, a causa de su situación judicial, Marina Silva quedaría en segundo lugar, en empate técnico con el ultraderechista Jair Bolsonaro, a quien vencería en una segunda vuelta. 

– Mediar en Venezuela – 

Entre 2003 y 2008, Silva fue ministra de Medio Ambiente del gobierno de Lula, aliado del entonces líder venezolano Hugo Chávez, en los años dorados de la izquierda latinoamericana. 

Pero desde su ruptura con Lula y el Partido de los Trabajadores (PT), que la llevó a presentarse a la presidencia en 2010 y 2014, la exsenadora se ha mostrado abiertamente crítica con los gobiernos de Chávez (fallecido en 2013) y su sucesor Nicolás Maduro. 

«En Venezuela tenemos un problema humanitario. Venezuela ya no es una democracia, desgraciadamente», expresó la candidata, que propuso la creación de una coalición independiente de partidos «para ayudar a Venezuela». 

La profunda crisis de hiperinflación y escasez de productos básicos que vive Venezuela se siente en el fronterizo estado brasileño de Roraima, que desde 2015 ha recibido a más de 25.000 emigrantes de ese país. 

«Es una cuestión delicada porque debe prevalecer la diplomacia, la mediación», advirtió, sin dar más detalles. 

– No a la reelección -. 

La exsenadora, de fe evangélica, propuso en varias ocasiones un referéndum para zanjar cuestiones como la legalización del aborto o la despenalización del uso de ciertas drogas. 

Pero centra su programa en temas políticos, como la necesidad de grandes reformas para cortar espacios a la corrupción y afianzar los debilitados cimientos de las instituciones democráticas. Promete así eliminar la reelección e instaurar mandatos de cinco años. 

Y busca proyectarse como una figura conciliadora, en un país cada vez más polarizado. 

«Voy a estar sólo cuatro años, después de eso serán cinco años. 

La reelección en Brasil es un problema, las personas no hacen lo que es necesario para el país (…). Hacen lo que es necesario para ser reelegidos», explicó. 

Nacida en el estado amazónico de Acre, hija de una paupérrima familia de extractores de caucho y reconocida ambientalista, Silva se comprometió a trabajar desde la presidencia para frenar la deforestación, que según ella se ha vuelto a disparar, en el considerado pulmón del planeta. 

En materia económica, no se sitúa entre los «dogmáticos» favorables o adversarios del mercado y afirma que recuperará el Plan Real, que se empezó a aplicar en 1994 para combatir la hiperinflación; pero que no está entre sus planes privatizar las grandes empresas estatales, como la petrolera Petrobras, para hacer caja. 

«Tenemos que enfrentar problemas que son graves, una deuda pública muy alta y tenemos que resolver el problema del déficit fiscal, pero no vamos a hacer eso en perjuicio de intereses sociales estratégicos», advirtió. 

Por Jordi Miro.