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Mariano Hamilton: «En esta Argentina me imagino decenas de duelos»


Por Mario Luzuriaga

El periodista Mariano Hamilton llegó a Rosario para presentar «Duelos», su nuevo libro, en el que retrata todos los combates que hubo entre dos personas, simplemente porque una de ellas hirió el honor de la otra.

Este jueves estuvo dando una interesante charla sobre estos enfrentamientos en el marco de la Feria Internacional del Libro de Rosario, que inició y seguira hasta el próximo 10 de junio en el Centro Cultural Roberto Fontanarrosa.

Antes de su disertación ante el público dialogó en exclusiva con CLG.

—¿Qué te llevó a escribir un libro sobre estos duelos?

—A mí la temática de la duelística siempre me interesó desde muy chico. A esa edad leí una novelita de Conrad que se llamaba «El duelo», y me parecía básicamente una verdadera estupidez batirse a duelo, pero al mismo tiempo me fascinaba mucho este derroche de testosterona de estos dos hombres para defender su honor. Luego Ridley Scott hizo la películas «Los duelistas», que está muy bien, y después, por diferentes razones, me enteré de 3 o 4 situaciones de duelo y me dediqué a estudiarlos.

—¿Tenías conocimiento de la cantidad de combates que se realizaron?

—No sabía, hubo entre 1814 y 1971 alrededor de 2.800 duelos en Capital Federal y gran Buenos Aires.

—¿Te sorprendió que estas contiendas se daban en las elites?

—Sí, originalmente yo pensaba que el duelo era más diverso, que era aceptado en varias clases sociales. Pero cuando empecé la investigación vi que las elites se habían apropiado del concepto del honor y de la temática de hacer duelos. Los duelos quedaron circunscriptos a determinada clase social.

—¿Por qué crees que la elite se apropió de esto?

—Básicamente porque tuvieron bastante miedo del crecimiento que tenía Buenos Aires, entre 1820 a 1860, pasó de tener 40 mil habitantes a tener casi un millón, debido a las olas inmigratorias. Pero los tipos se asustaron, había una movilidad social descomunal y encima se dicta la Ley Sáenz Peña, en donde el voto de un pobre vale lo mismo que el de un rico. Hay un montón de cuestiones que hacían que se sientan amenazados y lo que hicieron fue apropiarse de cuestiones como el honor, para poder diferenciarse. Y plantearon en sus términos lo que fue «civilización o barbarie», de Sarmiento. La barbarie eran los duelos orilleros, a facón, que ocurría afuera de la pulpería; mientras que la civilización era esta liturgia del duelo, con padrinos, puesta en escena, director del duelo, médicos. Lo que se llamaría «violencia controlada».

—Analizando esto, José Hernández se permitió hacer un duelo con gente común, como lo era Martín Fierro.

—Borges era un tipo que indagó bastante la cuestión de los duelos. Y eso que mencionaste ocurría en las orillas, en las zonas bajas, por eso se llamaban «duelos de orilleros». Eran tipos que no podían entrar a la ciudad y recorrían las cercanías. Hay una narración de Borges que se llama «El orillero», que recorre las orillas hasta llegar a lugar de encuentro, pero no tenían nada que ver con los de las elites.

—Si nos ponemos a pensar en «orilleros», nos podemos remitir a la época del oeste norteamericano.

—Exactamente, la diferencia de un duelo en una calle en el oeste norteamericano, con dos tipos que sólo desenfundaban las pistolas; y otra cosa era cuando Alexander Hamilton se batía a duelo con Robert Burke y tenían una puesta en escena. Lo que marca la duelística argentina, la caballeresca, es la importancia del afuera; la observación del otro, respecto a las actitudes que tomaban esas personas.

—¿Te imaginás un duelo hoy en día entre los políticos que nos gobiernan?

—Sí, me imagino decenas de duelos, pero por suerte se definen de una manera más civilizada. Yo no soy partidario de batirse a duelo, de las armas, de las espadas, ni todas estas cuestiones.

—¿Y duelo ideológico? Como por ejemplo el debate por la presidencia entre Scioli y Macri.

—Lo hay en la sociedad argentina, y está planteado desde hace siglos. Comenzó en la Primera Junta entre Saavedra y Moreno, unitarios y federales, Rivadavia y San Martín, después entre Rosas y Urquiza, Urquiza y Mitre y seguimos hasta el día de hoy. Y después todo el mundo que no le gustaba el populismo que ejercía el radicalismo, luego con el peronismo. Ahora el «mundo civilizado» está en contra del krichnerismo y ahí siempre va haber un debate ideológico en Argentina. A mí parece que está bien que lo haya, hay un montón de personas que militan para que se cierre la grieta, yo no.

—¿Preferís un tipo con una opinión contraria y no un tibio?

—Sí, hay que evitar el gatopardismo. No quiero estar en el mismo lugar que Marcos Peña, que Avelluto y que Iglesias. Respeto su posición y manera de pensar, pero no quiero estar en ese lugar.

—Lo más atractivo era la parafernalia que se armaba antes del duelo en sí.

—El circo que se armaba atrás era espectacular. Hay un duelo que no se realizó entre Leandro N. Alem y Carlos Pellegrini; ellos se ofendían mutuamente en los diarios, Alem le presentó los padrinos, y Pellegrini no estaba convencido. Un tribunal de duelo resolvió que no se diera la contienda.