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María Gabriela Mediavilla: «El hígado bioartificial es similar a la diálisis con el riñón»


La investigadora del Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario habló en CLG para explicar sobre este método de su autoría que ayudaría a mejorar la vida de los pacientes con fallas hépaticas

Maria Gabriela Mediavilla es investigadora del Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario y docente de la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas en la Universidad Nacional de Rosario (UNR). En esta semana fue noticia en los medios de la ciudad tras conocerse que un prototipo de hígado artificial de su autoría ayudaría a mejorar la vida de pacientes con falla hepática. CLG se dirigió hasta su lugar de trabajo y dialogó con la científica rosarina para conocer un poco más sobre el tema.

La última semana fue para la doctora de 48 años “rara” porque no estaba acostumbrada a ser entrevistada por los medios de comunicación, pero destaca que es muy bueno porque es un “mimo al corazón y al trabajo”.

Si bien no sabe muy bien por qué, la ciencia le llegó a su vida desde pequeña. “Desde los cinco años me gustaba mucho la física, no tenía mucha idea qué era, pero quería ser física nuclear”, contó.

Cuando terminó la secundaria, se abrió en la UNR la carrera de Biotecnología, y como toda investigadora de vocación pensó: “Vamos a probar esto que es nuevo”.

Hija de madre Licenciada en Letras y padre contador, Gabriela contó que desde pequeña le “gustaba cortar yuyitos, mezclar shampoo con crema de enguaje, la parte de la química naturalmente me gustaba creo que desde siempre quise ser investigadora. El germen de la investigación lo tenía desde chiquita”.

Cada palabra que dice, cada gesto que hace, se le nota, lo lleva en sus palabras, en sus ojos: ama lo que hace. “Tengo una personalidad que no me deja estar 20 años haciendo lo mismo, y en la investigación siempre hay algo nuevo para hacer, algún desafío, siempre estás aprendiendo cosas”, comentó. Y agregó: “Ahora que cambié de lugar de trabajo, tengo que aprender un tema nuevo, pero cursos a esta altura ya no hago, pero sí, siempre leyendo trabajos de revistas, a ver qué sale nuevo, qué técnica nueva se puede usar, cómo aplicarla acá porque a veces existen técnicas nuevas, pero acá, por el alto costo, no existen los aparatos”.

La pasión por lo que uno ama muchas veces hace que las personas dediquen todo su tiempo a eso, pero Gabriela remarcó que a esta altura trata “de hacer el trabajo de lunes a viernes de 9 a 5, estar bien concentrada y aprovechar ese tiempo bien. Después, trata de disfrutar la vida como una persona normal». «De todas maneras, aunque uno diga, yo el fin de semana no leo, no toco nada, no deja de pasar que uno está en la ducha y te viene una idea”, recordó.

Siempre en movimiento, así se la puede definir. En 1993 ingresó como estudiante a Biotecnología, en el 2007 entró a la carrera de investigadora y en la actualidad además del trabajo en laboratorio, todo su conocimiento está al servicio de la comunidad dando clases de Biología molecular en la Facultad de Bioquímica.

Gabriela recordó que cuando iba a la escuela le gustaba buscar diversas maneras para explicarle a sus compañeros lo que no entendían de matemática; hoy, trata de hacer lo mismo. “Me gusta mucho la docencia, me da la impresión de que entienden, siempre estoy tratando de buscarle la vuelta para poder explicar de diferentes maneras”. En ese sentido, explicó: “Los medios de aprendizaje han cambiado mucho, ahora tienen Youtube, y un montón de información o desinformación, pero los veo mucho más solventes, creo que también los docentes han aprendido a trasmitir los conocimientos mejor, ser didácticos. Yo he tenido docentes que vos te dabas cuenta que sabían un montón pero que eran horribles explicando. Últimamente las camadas de estudiantes me sorprenden, están mucho más ubicados de lo que yo estaba en esos años”.

Hoy pasa sus días trabajando en un espacio público, en el Laboratorio de Biología y Bioquímica de Trypanosoma cruzi, estudiando el parásito que produce la enfermedad de Chagas. Sin embargo, la ciencia ha sido por muchos gobiernos desatendida a nivel presupuestario. La científica contó cómo es la situación en la actualidad a nivel provincial y nacional.

«A nivel provincial se abrió una agencia de Investigación Científica nueva, es una buena oportunidad para obtener subsidios y financiación», pero la situación a nivel nacional no es la misma. «El Conicet a nivel nacional tiene sus altos y bajos, en este momento se redujo la cantidad de entradas a carreras. Según tengo entendido, sigue siendo parecido a la del año pasado, lo que pasa que la del año pasado era la mitad de la última del gobierno de Cristina, pero la anterior a esa había sido más o menos igual que ahora», señaló.

Gabriela realizó un post doctorado en Italia, y cuando volvió pudo entrar a carreras pero no todos corren la misma suerte. “Siempre pensé que, por un lado, es buenísimo que en nuestro país todos tengan acceso a la formación, pero, por otro lado, el problema de formar tanta gente es cuando después no le podés ofrecer una salida laboral. En general, la mayoría realizamos doctorados afuera para crecer, y cuando volvés es difícil porque no hay entrada a carreras. Pero comparándolo con otras partes del mundo, conseguir lugar estable como investigador afuera es mucho más difícil”, y agregó: “Había becas de Conicet para poder irte a formar afuera, firmando un compromiso de vuelta, pero después vos volvías y no tenías donde insertarte”.

“Los problemas que atravesamos los científicos son varios. La planta de investigadores tampoco puede crecer indefinidamente porque si no tenés plata para darle para que investiguen, no tiene sentido, los aparatos son cada vez más costosos, a veces te sale más barato mandarlo afuera que acá, aunque tenemos buena aparatología, pero esa aparatología tenés que mantenerla y tenemos pocos recursos», y añadió: «Nosotros le sacamos el jugo al aparato hasta que no da más».

En ese sentido, Gabriela expresó que ésto último es muy valorado afuera, «tenemos buen prestigio de que nos las ingeniamos», y recordó sonriente: «Cuando yo estuve en Italia, ellos tenían unos lavavajillas, pero para lavar el material del laboratorio. En un momento, se les rompió, yo agarré el cepillo, el detergente, lavaba y enjuagaba como hacía acá porque acá no teníamos eso, y venían de todo el piso a ver cómo lavábamos el material».

Prototipo de hígado artificial

María Gabriela Mediavilla junto a otros investigadores de la ciudad crearon un pequeño hígado artificial que podría realizar funciones que realiza este órgano en el ser humano y ayudaría a pacientes con fallas hepáticas agudas.

«El dispositivo se llama bioartificial porque es extracorporal, no es un hígado que uno va a usar para reemplazar el propio. Es parecido a lo que sucede con la diálisis del riñón», explicó la científica.

Según explicó la última autora del proyecto, «la idea es poder aplicar este sistema para mejorar la condición del hígado. En algunos casos la falla hepática revierte sola, lo que esto también ayudaría a aumentar esa tasa de reversión para que el hígado propio se regenere. La otra aplicación sería que cuando no se puede regenerar el hígado, como son en la mayoría de los casos, y se necesite un trasplante hepático, que el paciente puede esperarlo más tiempo. De esta manera, cuando llegue esté en mejores condiciones para recibirlo. Muchas veces el órgano llega cuando ya no tiene sentido realizar el trasplante porque es irreversible el daño».

Una de las consecuencias de la falla hepática es que el hígado no puede depurar el amonio que se va concentrando en sangre, el amonio atraviesa la barrera encefálica y produce edemas cerebrales, encefalopatías, coma, y puede deteriorar las funciones cerebrales de manera irreversible. Por eso, lo primero que probaron fue en ese sentido «la destoxificación del amonio en sangre».

Los resultados que tuvieron hasta el momento hacen pensar que funcionaría en seres humanos pero todavía el prototipo se encuentra en desarrollo. Por ahora se ha utilizado con sangre de carnero a la cual se le agregó una gran cantidad de amonio de manera artificial, y el sistema funcionó. «De acá en mas habría que probar otros tipos de toxinas que también se producen, funciones de síntesis, el hígado sintetiza muchísimas cosas, como los aminoácidos, proteínas de transporte. Después de eso faltaría ir a ver modelos de fallas hepáticas en animales, primero pequeños, como conejos o ratas».

El prototipo probado es del tamaño de una tarjeta personal pero para derivarlo a pacientes «habría que aumentar el tamaño, lo cual puede traer un montón de problemas a resolver o no. Después habría que probarlo en animales más grandes como el cerdo. Si todo sale como se espera recién se puede pasar a pacientes y por último, a pacientes en mayor escala».

Si bien aseguró que «el hígado es muy complejo, no es tan fácil sustituirlo», y está convencida de que «tarde o temprano se va a lograr».

Del estudio también participaron investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) como María Dolores Pizarro (primera autora del estudio) y Lucas Daurelio, del Laboratorio de Investigaciones en Fisiología y Biología Molecular Vegetal (Lifibve) de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional del Litoral; María Eugenia Mamprin, de la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la UNR; y Joaquín Rodríguez, del Centro Binacional de Criobiología Clínica y Aplicada (CAIC), dependiente de la UNR.