El director volvió a reencontrarse con Guillermo Francella en una película que indaga con humor sobre la cultura de la cancelación, el éxito y la hipocresía
«Elsa y Fred», «Corazón loco» y «El fútbol o yo» son marcas registradas de la comedia moderna argentina en cine, todas bajo la dirección de Marcos Carnevale, quien se reencontró con Guillermo Francella en «Granizo», película que indaga con humor sobre la cultura de la cancelación, el éxito y la hipocresía y que se puede ver a partir del pasado miércoles en Netflix.
«Todas las películas que hago son sobre humanos, de relaciones. Me interesa mucho el ser humano y lo que le pasa, más que las historias que uno pueda contar. La película tiene un paraguas conceptual muy grande que es la cultura de la cancelación. Es la historia de un tipo que conoció las mieles del éxito, se mareó y se creyó el personaje que ven los demás», explicó Carnevale a Télam.
En «Granizo», el director de «Almejas y mejillones» se reencontró con Francella tras ocho años, cuando ambos llevaron adelante «Corazón loco», conocida popularmente como «la película de Francella enano», la cual fue vendida para once remakes y fue un suceso en cines.
En esta reunión, con ribetes de cine catástrofe en el tramo final, Francella interpreta a Flores, meteorólogo que está en la cúspide de la ola, y quien está por empezar su propio programa de meteorología en el prime time.
Sin embargo, en esa primera emisión, «El infalible», como se autodefine, anuncia una apacible noche veraniega, que se ve sacudida por un granizo furioso. Al otro día, debe enfrentarse con un mundo que lo culpa por las pérdidas materiales y decide escabullirse a Córdoba, donde tiene una hija a la que hace tiempo no visita.
«En ese marearse, se perdió años y momentos con su hija, perdió una mujer, está solo, tiene una novia, pero no tiene nada formado más que su fama y su libido puesto en el éxito. Encima arranca la película con una promesa de pasar de un micro en un programa a tener un programa entero en el prime time. Ese mareo hace que se distraiga y cometa el primer error de su carrera y por los daños que causa es cancelado, de una manera exacerbada obviamente», señaló Carnevale.
La película tuvo un buen trabajo de efectos especiales para los destrozos del granizo que se ven en la película y que, junto al guion escrito por Nicolás Giacobone (ganador de un Oscar por el «Birdman», de Alejandro Iñárritu) fueron el gran atractivo para que se pusiera detrás de cámara en esta cinta.
—Es una película sobre vínculos y relaciones.
—Son todos vínculos imperfectos, como me gustan a mí. No me gusta el héroe blanco blanco y el villano negro negro, me parece que todos somos un poco de cada cosa y prima más una, somos un compendio de matices. Todas estas relaciones están matizadas, la hija ya no es una nena sino una mujer, que ha elaborado mucho la desprotección de ese padre o la ausencia de ese padre y le habla como una mujer; entonces los dos son imperfectos en esa relación, él es víctima y victimario y ella es víctima y victimaria de alguna manera también.
—Como director y autor de historias durante décadas, ¿qué vuelta le vas encontrando para no quedar fuera de época, pero manteniendo tu firma?
—Yo tampoco soy el mismo. Cuando apareció Instagram también tuve, de pronto me di cuenta que escribir con transiciones ya no funcionaba tanto. Veo cosas que he filmado hace 20 o 10 años y las considero lentas hoy. Hay películas que vi cuando era pendejo que me parecían maravillosas y hoy las veo remasterizadas y me parecen un plomo. Nuestro cerebro no resiste ese tempo narrativo, pero mi cabeza se fue aggiornando con el cambio de las generaciones. Obviamente no tengo la cabeza de un pibe de 19 años, pero sí sé de qué modo está mirando porque tengo hijos de esa edad y veo cómo y qué consumen. Presto mucha atención a eso y cuando le pifio me corrigen ellos, y voy aprendiendo. Te vas ajustando.
—Sin caer en la impostura.
—Absolutamente. Lo que no hay que hacer nunca es actuar de… Ni en la vida ni en la ficción. Cuando hable con Guille de lo que íbamos a transitar en «Granizo», que tenía escenas muy locas e inverosímiles, a partir de ahí había que creérselo porque sino estábamos muertos. En el planeta «Granizo» esto ocurre y es verdad, y van a caer bolas de hielo del tamaño de una pelota de fútbol y caen, es verdad, y vamos a romper el Congreso. Creo que así fue que logramos un verosímil a lo largo de toda la película que no se rompe, porque si lo actuás, es mentira.
—El personaje de Miguel tiene que luchar con su ego. Te lo pregunto a vos, que tenés varios éxitos encima, ¿cómo se maneja la profesión y el ego?
—Depende dónde te pares, el sentido de realidad que tengas. Cuando veo a alguien joven que me dice «quiero ser director» o «quiero ser actor» siempre le pregunto si quiere serlo por el éxito o la fama o por si quiere actuar o dirigir. Son dos cosas distintas. Yo soy feliz y vas a encontrar una mejor versión de Marcos cuando vayas a un set, porque ahí soy realmente feliz, es mi vocación y tengo la fortuna de poder vivir de ella y estar filmando mucho durante muchos días de mi vida. Mucha gente no ha podido, lo ha intentado y no ha podido, y debe ser duro. Y otros buscan la fama. A mí el ego me sirve para ser el líder de 90 tipos cuando llego al set.
—El ego del capitán de un equipo de fútbol.
—Me sirve para capitanear, no para ser un narcisista que dice cuántos éxitos metió o que me escuchen porque la tengo clara. No, no la vivo de ese modo. Siempre que estoy en el set soy feliz cuando veo que la vestuarista hace lo suyo, el cámara hace lo suyo y el asistente hace lo suyo, y yo no sé hacer lo que hace el cámara, el vestuarista o el asistente de producción. No podría jamás armar un plan de filmación, nunca fui asistente de producción. Los necesito a todos, es una orquesta que yo comando y sería idiota pensar que todo eso es gracias a mí o que cuando veo una película es todo gracias a mí.