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Malvinas y el problema argentino


 

En la plaza de la protesta estaban todos, radicales, peronistas, izquierdistas, centristas derechistas, todos los que conformaban por entonces la más importante mayoría política del país, todos apoyando no a un gobierno militar, (aunque algunos tal vez congraciándose con él) sino a una gesta a quien ningún argentino de bien hubiese podido dar la espalda. Ello, porque simplemente los patriotas, los héroes, los valientes, habían desembarcado en el territorio patrio robado alguna vez.

Cuáles fueron los reales motivos de aquella invasión, si era o no temerario el plan, esa es otra historia. Lo cierto era que los patriotas fueron, estaban allí. La verdad insoslayable era y es que las Malvinas formaban, forman y formarán siempre parte de nuestro territorio, son y serán argentinas eternamente. Todo lo demás es puro palabrerío cargado de ignorancia, fanatismo o estupidez. Todo lo demás es no ver el valor de nuestros chicos, de nuestros jóvenes soldados de entonces, la entrega y la esperanza. Es no ver los muertos, los heridos, los suicidados después de la guerra.

El problema argentino es, en el fondo, que muchos se han olvidado de la gesta de Malvinas, porque si una guerra y sus patriotas muertos no hace despertar a un pueblo ¿quién o qué cosa podrá hacerlo?

Sacude el corazón sensible escuchar hoy a ex combatientes hablar con amor por el lejano archipiélago, reivindicar aquellos días en los que se mezclaban en un combo fatal la lejanía, el terreno inhóspito, el tiempo frío y los amores tan, pero tan lejanos.
Quien esto escribe, en nombre de este diario y a modo de homenaje, tuvo oportunidad de escuchar de boca de protagonistas muchas historias, como la de ese capitán que fusil en mano y a la cabeza de un grupo, con coraje, avanzó hacia el enemigo y una bala fue a darle en su pecho con tan buena suerte (¿suerte?) que el proyectil pegó primeramente en una gruesa medalla de la Virgen. Así, aun cuando herido, pudo salvar su vida. O como esos soldados que, ingeniosamente, movian la única cohetera de un lugar para otro, como se pudiera y sacando fuerzas de donde no había, para que los ingleses creyeran que las baterías eran varias.

Hubo llantos, pie de trinchera, y marineros de un Belgrano hundido arteramente fuera de la zona de exclusión, que se orinaban unos a otros para mantener el cuerpo con calor y no morir de hipotermia. Hubo también civiles, profesionales, como el caso de ese médico joven, amigo, que fue a registrarse como voluntario al entonces distrito: “¿Qué profesión tiene usted?”, preguntó el suboficial. “Soy médico”, respondió el amigo “¿Tiene usted familia?”, volvió a tronar la voz del militar “Sí, mis padres, una esposa y un pequeño hijo”, respondió. “No puede ir a la guerra”. “Pero es que yo quiero ir, quiero…” El suboficial no le dejó terminar la frase: “gente como usted hace más falta en esta parte de la Patria”.

Y cuando el autor de esta columna salía de la Redacción de La Capital, observaba en algunos comercios de electrodomésticos del centro rosarino gente agolpada frente a los televisores y se preguntaba: “¿estarán pasando un último cable de guerra que me he perdido?” No, no era eso, era que la gente seguía las alternativas del mundial de fútbol de España. Porque eso sí, como dijo un colega hace unos años “la pelota siguió rodando”. Se dieron y se dan explicaciones falsas, como esa de preservar la vida social. No es cierto. El problema argentino es que la gente llora, se muere, padece, y la pelota del “qué me importa” sigue rodando. Y lo más preocupante es que, como en aquellos días, a la pelota la hace rodar el poder y los poderosos, pero se suman muchos.

El problema argentino es que mientras hay patriotas que van a salvar la Patria, otros vienen a saquearla junto a los piratas, y no importan los ex combatientes, los pobres, los asesinados por los delincuentes, los robados de una u otra forma, el desorden o que un submarino sea hundido en condiciones dudosas y se fondeen junto a los cuerpos muertos sueños e ilusiones sin que nadie diga nada. En este país la pelota sigue rodando y se tolera lo que venga. Y de los que fueron a defender la Patria, de los que la defienden cada día con su ideal y su compromiso, de los compatriotas que sufren, de esos se acuerdan siempre unos pocos patriotas.

CAD