Por la Dra. Virginia Busnelli, (MN 110.351), médica especialista en nutrición y directora del Centro de Endocrinología y Nutrición CRENYF.
Desde 2008, el 25 de mayo fue elegido «el Día Mundial de la Tiroides» con los objetivos de sensibilizar, mediante un acceso a la educación, sobre la importancia del funcionamiento óptimo de la glándula tiroides en la infancia, durante el embarazo y la vida adulta; de difundir el conocimiento sobre nuevas formas de diagnóstico y tratamiento de los trastornos tiroideos y de crear programas de educación y prevención de las enfermedades que afectan esta glándula.
En 2011, fue la primera vez que el Día Mundial de la Tiroides fue celebrado de manera conjunta por las cuatro Sociedades de tiroides más importantes en todo el mundo: Asociación Europea de Tiroides (ETA), Asociación Americana de Tiroides (ATA), Sociedad Latinoamericana de Tiroides (LATS) y Asociación de Tiroides de Asia y Oceanía (AOTA), animando a los especialistas a brindar información valiosa a la población con la finalidad de detectar de manera precoz las alteraciones que el mal funcionamiento de esta glándula puede generar en la población.
La glándula tiroides es un órgano endocrino, es decir que libera hormonas a la sangre llamadas T3 y T4. Dichas hormonas son las encargadas de que todo el metabolismo funcione en tiempo y forma. Cuando por algún motivo el funcionamiento de la tiroides disminuye, se enlentecen todas las funciones generando un cuadro de hipotiroidismo cuyos síntomas más frecuentes son cansancio excesivo, decaimiento, sueño, fatiga, perdida de memoria, angustia sin causa, sensación constante de frío, constipación, aumento de peso o mayor dificultad para adelgazar a pesar de la dieta y el ejercicio, dolor articular o muscular, caída exagerada de cabello, uñas quebradizas, piel seca y descamante y trastornos en la función reproductiva como alteración de las menstruaciones o infertilidad. En cambio, cuando las hormonas tiroideas aumentan se produce una aceleración del metabolismo provocando un hipertiroidismo, al contrario del primer caso, se caracteriza por ansiedad, irritabilidad, taquicardia, pérdida de peso con un apetito normal o incluso mayor, ojos saltones, nerviosismo, temblor de manos, caída de cabello, diarrea, sudoración mayor a la normal y calor.
Esta glándula puede sufrir muchísimas mas afecciones desde el punto estructural, infecciones virales, bacterianas y hasta cáncer, pero sin lugar a duda lo más frecuente son sus alteraciones en el funcionamiento, en más y en menos, que generan síntomas que resultan importante destacar para que aquel que acceda a esta información pueda detectarlo y realizar una consulta a un médico especialista para el correcto diagnóstico y tratamiento de su propio padecimiento. Para ambas patologías, existe tratamiento eficaz que con diagnóstico, tratamiento y controles oportunos los pacientes recuperarían su vida normal.