En las localidades santiagueñas de Añatuya, Colonia Dora, Herrera y Suncho Corral hay 11 centros de Desarrollo Infantil y Fortalecimiento Familiar de la asociación civil Haciendo Caminos
Por Silvina Molina – Télam
Mirta es sobreviviente de violencia de género y enseña técnicas de estimulación temprana para la niñez a otras mamás, la misma situación por la que atravesó Mariana, quien hoy trabaja en un hogar de tránsito para niñas y niños, y de Lucía, quien trajina con sus labores por uno de los centros de desarrollo infantil de Santiago del Estero, donde Télam estuvo esta semana y conoció historias y proyectos que tienen como protagonistas a mujeres en sus territorios.
La agencia pública de noticias realizó un viaje de 48 horas por las localidades santiagueñas de Añatuya, Colonia Dora, Herrera y Suncho Corral, junto a otros medios, para conocer algunos de los 11 centros de Desarrollo Infantil y Fortalecimiento Familiar, y los hogares que tiene en esa provincia la asociación civil Haciendo Caminos, con 15 años de trabajo en el lugar.
Las mamás son las protagonistas. Llegan a los centros embarazadas o con sus hijas e hijos y reciben asesoramiento e insumos para la prevención o tratamiento contra la desnutrición infantil. Además, reciben charlas sobre educación en salud y aprenden oficios.
«Fui mamá a los 16 años. Llegué a la asociación hace 13. Aprendí a creer en mi misma porque mi ex marido me decía que no iba a poder salir adelante sin él. Un día me amenazó con una botella rota y mi hija se puso en el medio, y dije basta», comparte una conmovedora Lucía, hoy trabajadora del Centro de Añatuya, el primero que fundó la ONG en Santiago.
Ella es testimonio de una realidad visible: el alto porcentaje de embarazadas y mamás adolescentes. El año pasado la organización encuestó a 300 mamás. El resultado: 73 por ciento tuvo su primer hijo en la adolescencia.
Esas madres escuchan con atención a la nutricionista que pregunta qué come el bebé, que explica cómo es la alimentación saludable, que pregunta si tiene la leche necesaria para el mes o le refuerzan con otro paquete, en uno de los consultorios del Centro de Colonia Dora.
Un esquema que se repite en cada Centro con los equipos interdisciplinarios donde hay pediatras, nutricionistas, estimuladoras tempranas, trabajadoras sociales, y quienes enseñan oficios y educación sanitaria, además de maestras jardineras.
«Soy Mirta Torres», se presenta orgullosa esta mujer, que enseña costura a otras mujeres de Añatuya y de parajes cercanos.
Talleres de oficios
Ella iba al centro cuando su ex marido se iba a trabajar: «Esperaba que se fuera y me venía. Y cuando me ofrecieron trabajo ¡la alegría que tenía!». Cambió su historia, y hoy además de profesora de costura, es una de las capacitadoras del programa Educación Temprana en Casa, que la ONG comenzó a aplicar este año.
«El objetivo es promover el desarrollo cognitivo, socio emocional y físico de niños hasta 2 años, a partir de actividades enfocadas en motricidad fina y gruesa, desarrollo del lenguaje y de habilidades personales-sociales», resume Gabriela Rao, terapista ocupacional, mientras muestra el cuadernillo que idearon para que las mamás tengan a manos las actividades propuestas.
Y comparte los videos que le mandan las mamás por Whatsapp donde se las ve jugando con sus niñas y niños con los juguetes que les enseñaron a fabricar o cómo se sienta solo su bebé, parte de «la tarea» que se llevan a sus casas para hacer actividades con sus hijas e hijos.
Para las que tienen acceso a un celular, el Whatsapp es la vía de comunicación y venta de lo que producen a partir de lo que aprenden en los talleres de oficio.
En Herrero hay charla y risas en la cocina mientras las mujeres preparan tarta de choclo, y la directora del lugar, Cecilia Lecolan, cuenta que «el hit son las milanesas de lenteja», en un plan de comidas ideado por Roxana, a cargo del curso, que comenzó como alumna hace unos años.
Todo lo que aprenden y producen o crean las mujeres es trabajo rentado para ellas.
En el patio del centro de Añatuya armaron un stand para que las visitas de la semana pudieran ver sus producciones: organizadores de tela, alfombras, pijamas, set materos y muñecos tejidos se pueden apreciar mientras circulan las famosas empanadas santiagueñas que convidan las alumnas de cocina.
Hay muñecos de leones, preciosos, que en base a un diseño único están tejiendo las mujeres para un pedido que llegó de España.
Esteban Torrez es el profesor de oficio, uno de los pocos varones involucrados en el proyecto.
Controles a la infancia
Otro hombre aparece en Colonia Dora. Es un papá muy joven, el único que participa de las charlas y control nutricional en medio de las mamás. «Mi esposa trabaja así que me dijo que venga yo, y acá estoy», cuenta, mientras apoya en su hombro al bebé de 6 meses.
En Añatuya la ONG tiene además un hogar de tránsito donde ahora viven 16 niñas y adolescentes y tres niños. La directora Etelvina Carrión abre la puerta y llegan los abrazos de las y los chicos y la invitación a almorzar.
Hay un recorrido previo por las habitaciones y el patio de esa casa con colores infantiles y adolescentes, con historias impactantes que no se detallan acá para cuidar su privacidad y respetar sus derechos.
Importa que se ríen, cuentan sus proyectos de ser jugador de rugby, o peluquera, o pastelera, o trabajadora social.
Importa que se sumen madrinas y padrinos que con su aporte permiten que el hogar y cada niña, niño o adolescente convierta en realidad esos proyectos.
A pocas cuadras, hay una casa que recibe a mujeres en situación de violencia. Allí hay una mujer con su hijo de 9 años, y llega Mariana que vivió tanto en el hogar como en la casa.
Ahora, ella trabaja en el hogar, y se sienta a la mesa y cuenta a borbotones su historia de violencias, y sobre todo, cuenta cómo, con los apoyos necesarios, salió adelante. Y es el mensaje que le transmite a la mamá que espera ahora en esa casa la decisión judicial que la proteja de su agresor.
En 2019, Haciendo Caminos le preguntó a 210 mujeres que iban a sus centros si habían atravesado situaciones de violencia. «Si», fue la respuesta de casi siete de cada diez.
Hay otras mujeres protagonistas como Zulma Aranda que dirige el Centro de Añatuya, Alejandra Quiñones el de Colonia Dora, Marisol Vazquez coordinadora de la región o Florencia Treglia, bonaerense que está a cargo de los programas de la ONG y que eligió vivir allí hace 8 años, como muchas otras integrantes de la organización.
También hubo un recorrido por barrios, junto a trabajadoras sociales, para conocer mujeres en extrema situación de vulnerabilidad. Ellas les hacen seguimiento, están atentas a sus necesidades y las ayudan a hacer trámites que les permiten acceder a beneficios estatales, como la Asignación Universal por Hijo o la tarjeta Alimentar.
El cierre del viaje fue en Suncho Corral, donde con apoyo del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) iniciaron una huerta, un proyecto difícil para el clima caluroso y la tierra seca del lugar, pero que va prosperando a la par de la posibilidad de solucionar el problema de la falta de agua.
Las mujeres bailando en un patio santiagueño, bajo una Santa Rita, sabiéndose juntas y construyendo otra vida, es la mejor postal de fin de viaje.
Para acompañarlas a ellas, y a las niñas y niños, se pueden encontrar opciones en https://haciendocamino.org.ar.