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Madres adoptivas: una capacidad de amor que no tiene límites


El Día de la Madre es una pequeña fecha para reconocerlas. CLG dialogó con tres mujeres que eligieron el qué, el cómo y el dónde para abrir su corazón.

 

Por Gonzalo Santamaría

Poder ver crecer a un hijo, dar sus primeros pasos, la caída de sus dientes de leche, presenciar el proceso escolar, cumpleaños, navidades, graduaciones y el día a día en la crianza, hace que la vida de una mujer pase a ser la de una mamá.

El año 2000 fue un antes y un después para tres de ellas. A partir del nuevo milenio, su día fue distinto y comenzaron a celebrarlo acompañadas por sus hijos, que llegaron a su vida luego de la incansable lucha por adoptar.

Ellas son Alejandra, Beatriz y Silvana, tres mujeres que se embarcaron en la aventura de sus vidas y charlaron con CLG sobre la misma. En el Día de la Madre, en su día, contaron certezas, aventuras, momentos, cómo es ser madre, por qué eligieron este camino y cómo es el día a día.

Lo primero que marcaron las tres, al unísono, fue un mensaje claro: ellas no se sienten representadas con la mirada de la adopción como un “acto de generosidad”. Partiendo de esa base, comenzó la charla.

La madre adoptiva elige ser madre y al elegir cambia todo el concepto. Es otra concepción porque tenes que anotarte, remarla y estar preparada, es un embarazo de dos o cinco años”, expresó Alejandra Teixeira, madre de Bárbara que hoy, tiene 20 años.

Alejandra y Bárbara

Alejandra comenzó los trámites en 1996 y recién con el cambio de milenio recibió noticias positivas. “Estuve dos años sin tomarme vacaciones porque antes los padres adoptivos no tenían licencia por maternidad”, comenzó el relato Teixeira de ese importante día y completó: “Cuando te ibas tenías que llamar al juzgado de menores (hoy juzgado de familia) para avisar y cuando me atendieron me dijeron ‘justo ahora te vas a ir… cuando vuelvas tenemos algo para vos’”. Y al regreso, fue en busca de Bárbara que alcanzaba los 14 meses de vida.

Beatriz Bret, para 1998, tomó otro camino. En tiempos pasados para adoptar debías ingresar tus datos en todos los juzgados del país, uno por uno (ahora con el sistema unificado las inscripciones tienen alcance nacional), y fue la provincia de Chaco quien le dio la buena noticia. El 5 de enero del 2001 tuvo en brazos por primera vez a Sofía, a 17 días de su nacimiento.

Cuando la vimos nos enamoramos de ella”, reveló a CLG. Beatriz tuvo la oportunidad de tener una adopción directa, algo que en 2019 no se permite practicar en Argentina.

Beatríz junto a su hija y su esposo, Hernán Parpinelli

Ella pudo conocer a la progenitora de su hija en el juzgado de Roque Saenz Peña, Chaco, a los seis meses de ser familia. Para la madre fue eterno y lo vivió con mucho miedo. “La mujer estaba con su otro hijo que le decía que la lleven, pero dijo ‘no, ella está muy bien donde está’ y renunció a la patria potestad”, así lo recordó. La progenitora puede arrepentirse hasta el primer semestre con el amparo de la ley.

Para Silvana Montes, ahora con 51 años, la espera de su hijo Agustín fue la más larga. Inició los trámites en 1995 y en el calor de diciembre del 2000 recibió el llamado. “Matrimonio Spinelli, quiero informarle que son padres de un varón de 45 días”, recordó la mujer que junto a, por ese entonces su marido, Alejandro, decidieron adoptar.

Lloré mucho ese día, encima no lo podía ubicar al papá” expresó Silvana e hizo memoria de la noche previa a conocerlo en la cual, sin dormir, se la pasaron tomando mate con la luna de compañía.

Silvana y Agustín, el antes y el después

El 29 de diciembre conoció a su hijo, que pasó sus primeros días en un hogar de tránsito, y revivió ese día con lujos de detalles. “Había un bebé llorando y cuando pasaron con los padres de tránsito, una gente maravillosa, el juez dice a ver si con la madre se calma’, y cuando lo agarré él me clavó la mirada. Le dí la mamadera y se calmó. Lloraron todos, es ese amor que no se puede explicar”, rememoró Montes, que luego de ser madre de Agustín llegaron Santiago, de 15 años, y Lucio, de 13, de manera biológica.

Las tres, juntos a sus esposos, realizaron cursos invitados por el juzgado. Allí preparan a las parejas y la recomendación primordial es que los chicos adoptados sepan del primer día de su condición. En Chaco, a Beatriz, le hicieron firmar esta directiva y “a los tres años volvimos, el juez le preguntó a Sofi quiénes éramos y me pareció perfecto”, contó la docente de 47 años.

Todos los niños adoptados, a partir de los 18 años, pueden revisar su expediente. “Es terrible que no sepan, traumático”, acotó Alejandra, de 58 años, que junto a Guillermo Spanpinato cuidan de Bárbara Aylen. Cuando la niña llegó a la familia presentaba anemia y luego de 10 días superó su peso ideal, “el medico nos dijo ‘ahora tiene mamá y papá’”, expreso la, como ella misma se define, ama de casa.

Silvana tenía todo preparado: la habitación, pañales, ropa y hasta el nombre cualquiera sea el sexo. “Él es Agustín, pero si era mujer se iba a llamar Milagros”, dijo y la risa invadió la cara de la madre.

Silvana y sus tres hijos, Agustín, Santiago y Lucio

Pero rápidamente expuso: “Tenes que estar bien plantado y muy seguro. Hay que tener carácter”. Allí interrumpió Alejandra y agregó: “Fue nuestra elección, yo nací para ser madre, mi trabajo principal es ser madre. Pongo todo mi esfuerzo para esto”, además sostuvo que “verlos crecer” es un “camino duro, pero necesario”.

Sofía empezó a ir a las marchas a favor de la legalización del aborto, nosotros le damos libertad. Es eso, acompañarla y verla realizarse”, manifestó Bret, que le pasó la pasión por los libros desde pequeña y ya en la adolescencia con el padre, Hernán Parpinelli, su hija disfruta de la música de Queen y las películas de Marvel.

La familia Parpinelli en Europa en 2018

En ese instante tomó la palabra Silvana, dedicada a la costura y orgullosa de su hijo, dijo: “Nos gusta mucho la ropa, los perfumes y caminamos igual, somos muy compinches”.

Es lo más hermoso que te puede pasar en la vida”, expresó Teixeira. “Me completó, todo lo que hago es para ella, tengo un propósito”, afirmó Beatriz y Silvana puntualizó: “Para mi es lo máximo, si no fuera madre no me sentiría realizada”.

El primer día que los hijos ingresan al jardín de infantes son recordados por todas las madres. Las tres coincidieron en lo duro del momento, pero Montes fue más allá y lanzó: “Este año se gradúa, imagínate lo que voy a llorar”.

Otra importante fecha es la celebración de este día. Hace 19 años, fue distinto para todas. “El primer día fue emocionante porque con Guillermo se fueron a buscar el regalo”, contó Alejandra, pegada Silvana enfatizó: “Yo estaba plena, cumplió todas las expectativas”.

El próximo paso, aunque advirtieron que será en “mucho tiempo”, es el de ser abuelas. Beatriz aún guarda los juguetes de Sofía debajo de la cama para dárselos a su futura nieta, Alejandra piensa en Bárbara y ese día al igual que Silvana que bregó por una buena compañía para Agustín, que apenas alcanza los 18 años.

Las madres comparten la idea de que la adopción está más “complicada” en la actualidad, pero no dejan de incentivarla. «Que la gente se anime, es lo mejor que le puede pasar en su vida, no hay diferencia entre parir y adoptar”, subrayó Teixeira que lapidó esa creencia que “hay muchos chicos en la calle para adoptar” ya que si los padres no renuncian a su patria potestad, los hijos no ingresan en el sistema de adopción.

Alejandra junto a Guillermo y Bárbara

En el final de la charla, las tres mujeres resumieron el rol de madre y la adopción. La primera fue Beatríz Bret que dijo: “Es un regalo de la vida”, luego Alejandra Teixeira expuso: “Es una aventura muy linda” y por último, Silvana Montes profundizó: “Es entregar tu corazón a la persona que más amas en el mundo”.

Hace 19 años, el día de la madre en estas tres familias es distinto y en el amor de las mujeres para con sus hijos e hijas se sienten en sus palabras, anécdotas y su sonrisa, que la sostienen cada vez que los nombran.