Ciudad

Madre soltera por elección: «Fue lo mejor que hice en la vida»


Luciana Vizcarra es rosarina y dio detalles su experiencia personal. Las mellizas Elena y Rosa nacieron el 20 de julio de 2021

Por Sofía Dalonse – EQC Noticias y CLG Noticias

Cada vez son más las mujeres que deciden ser «madres solteras por elección». Según ONU Mujeres, más de 100 millones de madres están criando solas a sus hijos en todo el mundo.

Asimismo, más del 50% de las mujeres que utilizan donantes de esperma son solteras que tienen la intención de criar a su hijo solas, según los últimos datos de uno de los bancos de esperma más grandes del mundo, Cryos International.

La ciudad no es ajena a dichas estadísticas, dado que el número de rosarinas que eligen esta alternativa para abordar la maternidad se ha ido incrementando considerablemente. Luciana Vizcarra es una de las que logró su objetivo y se convirtió en madre soltera por elección de sus hijas mellizas Elena y Rosa.

Vizcarra dio detalles su experiencia personal. Relató el momento en que comenzó a gestar la idea, los argumentos por los que tomó la decisión, las dificultades que debió afrontar y las que hoy por hoy debe sobrellevar.

Según comentó, desde 2014 con 23 años ya tenia decidido ser mamá soltera por elección. En el medio, tuvo varias parejas que duraron un buen tiempo. No obstante, estando en pareja nunca se le cruzó la idea de tener un hijo con ninguna de esas personas. Tenía en claro que su maternidad iba a hacer de este modo, soltera y por elección personal: «Una de mis relaciones la terminé por algunas cuestiones de criterios de crianza. Cuando esa persona me dijo determinadas cosas que me hicieron ruido,  pensé que no podía estar en pareja debatiendo estas cuestiones con un hijo en común».

Y continuó: «Esto terminó de cerrar la idea de que ninguna relación funcionaba muy bien como para imaginarme formar una familia, sobre todo con lo difícil que es coincidir con alguien respecto a cuestiones de crianza».

Asimismo, contó que tiene muchos sobrinos y compartió mucho tiempo con bebés cercanos de la familia. Según manifestó, verlos crecer le hizo reafirmar las ganas de la maternidad, una idea que estaba bastante firme.

En 2019, con 28 años y una estabilidad laboral que le daba tranquilidad, empezó a pensar en concretar ese proyecto de vida. Si bien, la edad no era para Vizcarra una cuestión determinante, sentía que ya había disfrutado y vivido muchas cosas y se encontraba en otra etapa abocada a la idea de ser madre.

«Fue muy charlado en mi entorno familiar, más que nada porque uno también debe contar con ciertos recursos humanos que son necesarios para sentirse respaldada. Había que afinar los detalles porque era una decisión muy pensada, muy calculada en el tiempo, muy elaborada».

A principios de 2020, comentó que estaba al tanto de la existencia de la ley de fertilización asistida, la cual exige a las prepagas y obras sociales cubrir el tratamiento, incluso como en estos casos que se tratara de una familia monoparental. No obstante, pensaba que iba a tener muchas trabas y comenzó a averiguar e investigar en profundidad.

El paso final para concretar su decisión

En sus vacaciones, le comentó a su amiga que proyectaba concretar su sueño dentro de un año. Estaba en Jujuy, en un lugar muy hermoso y tranquilo. En un momento de soledad, se dijo a sí misma: «¿Por qué voy a esperar si siento que estoy tan preparada, siento que es el momento, creo que tengo herramientas por haber participado en la crianza de mis sobrinos por mucho tiempo?… el deseo está clarísimo desde siempre y recontra latente. No tengo dudas al respecto, ni en lo que conlleva llevarlo a cabo».

Y siguió argumentando: «Nunca me pasó esto de esperar a ver si aparece otra persona que pudiera ser el padre. Siempre fue el plan A y me parecía que eran dos caminos totalmente independientes en lo que respecta a una pareja. Yo iba a ser mamá por mi cuenta y si justo ene se momento estaba en pareja, esa persona no iba a ser el padre de mi hijo».

Vizcarra consideró que no tenía sentido seguir esperando si sentía que era el momento indicado para dar el gran paso, y en ese contexto, relajado y natural, se decidió.

Todo comenzó, nada más y nada menos, durante la pandemia. A pesar de ciertas complicaciones, sobre todo por las restricciones, empezó con la primera consulta para hacerse el tratamiento.

Tenía en claro que había dos programas distintos: por un lado, el del donante anónimo del que no se sabe casi nada , y por otro, el cual los donantes están de acuerdo con que se brinden algunos datos a las receptoras.

«Cuando me dijeron que no había donante de identidad abierta me hizo un poco de ruido porque pensaba que en un futuro mi hijo pudiera querer saber algo. Pero después entendí la función del donante y hoy reafirmo esa idea y estoy conforme de haber elegido ese camino. Elegí particularmente un donante que tuviera las características fenotípicas similares a las mías porque me pareció lo más común y natural».

Asimismo, señaló que hizo dos intentos. El primero en julio de 2020, una inseminación, un procedimiento relativamente sencillo entre los tratamientos que existen de fertilización asistida: «En el primer intento no quedé y empecé de nuevo con todas las presentaciones; otra vez inyecciones, hormonas, un camino que es muy difícil para el cuerpo. Pero al estar tan firme en mi lugar la parte emocional y mental no fue tan complicada».

El segundo intento fue en noviembre de ese mismo año: «Sentí que era un intento más, que estaba un poco más cerca pero no tenía absolutamente ningún síntoma, no me sentía embarazada para nada».

Tratando de controlar su ansiedad, se hizo un test casero que le dio positivo. «Luego me hice la beta y me dio bastante alta, la volví a repetir y seguía siendo alta».

Posteriormente, procedió a realizar una ecografía para determinar que el embarazo sea viable. «El 23 de diciembre me enteré que eran dos y me llené de emoción. Fue un embarazo complicado pero sano y todo salió bien».

Según detalló, el momento del nacimiento fue de un día para otro. «Fui a hacerme un control con el obstetra porque sabía que tenía que ser una cesárea programada y que iba a hacer un embarazo que difícilmente llegue a la semana 40 y me dejaron internada por unas contracciones raras que me habían incomodado».

Elena y Rosa nacieron el 20 de julio a la madrugada. A partir de ese momento comenzó el verdadero camino de la maternidad y, en este caso, con todas las particularidades que implica emprenderlo sola. En este sentido, enumeró algunas dificultades que debió enfrentar, entre ellas, vinculadas a su ámbito laboral.

En este sentido, expresó: «Trabajo en Tribunales y tuve algunos conflictos con una de mis jefas, quien a pesar de ser mujer, no estaba conforme con mi licencia. Llama la atención, sobre todo, al tratarse de un juzgado laboral donde uno cree que mínimamente los derechos laborales se tendrían que respetar, pero no sucedió. Por suerte conseguí un traspaso a otro juzgado donde se me respetó mucho más y eso ayuda en el día a día».

Al finalizar, señalo la importancia de cuidar el rol de mujer durante la maternidad: «Es un trabajo no perder la feminidad, el rol de amiga, el rol de mujer en líneas generales. Creo que ese es el mayor desafío, pero no creo que se trate de la maternidad en la familia monoparental como es mi caso, sino creo que es un aspecto que deben tener en cuenta todas las madres».

Y concluyó destacando su elección: «Estoy orgullosa, creo que fue lo mejor que hice en la vida. Las veo y me derrito de amor y se que es un vínculo increíble el que tengo con ellas y, al mismo tiempo, el que tienen entre ellas dos. Lo veo y no lo puedo creer».