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Macma: talleres de belleza para contener y sanar


El Movimiento de Ayuda de Cáncer de Mama es llevado adelante por mujeres que han padecido la enfermedad y ayudan a quienes la atraviesan, colaborando desde la estética para levantar el ánimo

Por Belén Corvalán

Verse y sentirse bien funcionan como dos caras de una misma moneda que se retroalimentan. Por ello, el maquillaje, un corte de pelo y todo lo que implica el cuidado de la imagen en sí, y sobre todo para el género femenino, actúan como bálsamos terapéuticos para levantar el ánimo y la autoestima, en momentos adversos y difíciles de sobrellevar.

“Yo soy cosmetóloga y maquilladora de profesión desde hace treinta años. Hace siete me enfermé de cáncer de mama”, cuenta Carina Terzian. A partir del diagnóstico, se acercó a Movimiento Ayuda Cáncer de Mama (Macma), donde encontró una gran contención en otras mujeres que ya habían o estaban atravesando lo mismo que ella. Como se da naturalmente en un grupo femenino, sumado a su vocación a la que se dedica desde hace años, comenzó a darles tips y consejos. Así fue que, sin darse cuenta, le dio vida al taller de belleza que coordina ya desde hace cuatro años en forma voluntaria.

“La piel es un órgano y todo lo que es el tratamiento la deteriora muchísimo. Incluso es uno de los grandes estigmas, y eso deprime mucho, por eso lo que nosotras hacemos es brindar el asesoramiento durante ese período para devolverles la imagen”, explica a CLG Carina, a quien le tocó vivirlo en primera persona y, a partir de su experiencia superadora, se interesó en el perfeccionamiento de estética oncológica para ayudar a otras mujeres.

Aunque tiene la modalidad de taller, no dejan de ser dos horas dedicadas a compartir un momento en complicidad con otras mujeres. La jornada consiste en una clase de automaquillaje, para aprender a dibujarse las cejas, corregir imperfecciones u otros puntos fundamentales necesarios para el cuidado de la piel. Así como también se les enseña a cómo colocar un turbante o se les da consejos acerca del tipo de peluca más conveniente.

“Entran de una manera y se van con una sonrisa, que para nosotras es nuestro objetivo. Si lo logramos, para nosotras ya está”, indica y recuerda que cuando iniciaron el taller en el Hospital Curis no había espejos, una realidad que gracias al trabajo que hacen pudo ser revertida. “Esto hoy cambió, ahora hay y hasta se sacan selfies, porque el rostro del paciente cambia, la respuesta cada vez es más positiva”, sostiene Terzian.

Concientizar para prevenir, acompañar para sanar

Arte, música, meditación y estética son algunas de las áreas terapéuticas, que funcionan como disciplinas complementarias a los tratamientos médicos, que hacen al bienestar y a la mejora de la calidad de vida. “Nosotras apuntamos a encontrar este tipo de espacios que son muy valiosos para reflexionar, verse mejor y divertirse”, dice Marta Mattiussi, que hace cuatro años es presidenta de Macma, y desde hace más de diez miembro voluntaria.

“Una mujer que está bien informada a través de los grupos y profesionales, y que está contenida afectivamente por la familia, donde pueda manifestar sus sentimientos y encontrarle sentido a lo que le está pasando, seguramente tendrá una buena respuesta, ya que está comprobado que a una persona que le suceden estas cosas suele tener menos efectos adversos”, añade Mattiussi.

Es que Macma se fundó con el principio de “generar el encuentro entre pacientes”, es decir, de que mujeres que hayan transitado la enfermedad orienten y acompañen a otras que están pasando por lo mismo. Actualmente la agrupación reúne desde mujeres que son recién diagnosticadas hasta quienes atraviesan situaciones de mayor complejidad.

“Antes había una ventana entre ocho y diez meses en que te centrabas únicamente al tratamiento. Eso cambió. Hoy en día los tratamientos son más prolongados en el tiempo, porque son menos agresivos de golpe, y esto hace que las mujeres puedan volver más rápido a sus actividades”, explica la presidenta.

Sin embargo, más allá de la evolución científica en los tratamientos médicos, sigue siendo determinante el diagnóstico temprano para prevenir un mayor avance de la enfermedad, y tener un mejor pronóstico.

Aunque Mattiussi explica que año tras años han progresado las campañas de concientización y difusión, “aún hay mucho por trabajar”, remarca. “Se habla de un 90% de probabilidades de cura. Sin embargo, los números indican que las mujeres son reacias a la consulta. En Argentina muchas mujeres llegan tarde al diagnóstico, por eso las cifras que tenemos hablan de 21.000 casos nuevos por año”, manifiesta.

Hacer la consulta ginecológica, la mamografía anual pasados los 40 años y prestar atención al autoconocimiento del cuerpo, son algunas de las formas de prevención. “Hoy en día hablar de cáncer no es sinónimo de muerte. Aunque hayan pasado tantos años sigue habiendo cierta mirada estigmática y eso condiciona al paciente. Por eso vale la pena hablar, y que pueda darse un mensaje esperanzador, que no asuste”, cerró.