El Parlamento macedonio inició este lunes el debate sobre si ratifica o no el acuerdo con Grecia para cambiarle el nombre al país y que éste pase a llamarse «República de Macedonia del Norte», lo que resolvería uno de los litigios más antiguos de Europa.
La batalla se anuncia difícil para el primer ministro Zoran Zaev (socialdemócrata), que alcanzó este acuerdo en junio con su homólogo griego, Alexis Tsipras. Apoyada por los partidos de la minoría albanesa (20 a 25% de 2,1 millones de habitantes), su coalición no cuenta con la mayoría de dos tercios necesaria para enmendar la constitución. Así, tendrá que convencer a una decena de diputados de la oposición conservadora (VMRO-DPMNE).
Una tarea que muchos observadores consideran insuperable. «No somos optimistas. Nos faltan votos y esto significa elecciones» parlamentarias anticipadas, reconocía el lunes antes del inicio de la sesión un alto responsable gubernamental que quiso mantener el anonimato.
El debate comenzó hacia las 12 locales (10 GMT) en presencia de los representantes de la oposición, con casi una hora de retraso.
«La solución más lógica» es que después de haber expuesto sus argumentos, la oposición «abandone la asamblea» sin votar, «lo que abre la posibilidad de anunciar estas elecciones anticipadas», decía un poco antes un dirigente del VMRO-DPMNE que hablaba también de la posibilidad de alargar el debate varios días.
Si su iniciativa fracasa, Zoran Zaev anunció que convocará elecciones legislativas anticipadas.
Desde la independencia de su vecino en 1991, Grecia considera que el nombre de «Macedonia» sólo puede aplicarse a su provincia septentrional, en torno a Salónica. Además, ha vetado la integración del pequeño país balcánico en la Otán y bloquea las negociaciones de adhesión a la Unión Europea.
La abstención como obstáculo
El referéndum del 30 de septiembre, consultativo, contó con una gran abstención: dos tercios de los electores inscritos no votaron. Esto constituyó un gran revés para Zoran Zaev y complica su tarea para que el acuerdo sea aceptado en el parlamento.
La oposición considera que se tenía que haber superado el umbral del 50% de participación para «validar» el referéndum. El primer ministro, por su parte, considera que no se necesitaba ningún mínimo para este referéndum «consultativo».
La abstención estuvo alentada por unas listas obsoletas, una fuerte diáspora y el boicot que llevó a cabo gran parte de la oposición.
Las enmiendas a la Constitución prevén el cambio de nombre, así como la afirmación del respeto de la integridad territorial de los vecinos y la precisión de que el apoyo dado a los macedonios en el extranjero es «cultural, económico y social» y no político.
Pero, si el Parlamento no lo respalda, «no veo cómo podría sobrevivir el acuerdo», consideró Boris Georgievski, experto en relaciones internacionales y responsable de la programación en macedonio del canal Deutsche Welle.
El tiempo apremia: el asunto debería quedar saldado a finales de 2018. La perspectiva de elecciones en Grecia en 2019 es un obstáculo más. Estas se anuncian delicadas para Alexis Tsipras, arquitecto del acuerdo con Zoran Zaev.
«No hay plan B»
Si el acuerdo no prospera, Macedonia podría verse aislada internacionalmente. Ya en julio, el primer ministro griego, Alexis Tsipras, advirtió que si no se revisa la Constitución, «la invitación de la OTAN quedará anulada y las negociaciones con la UE no avanzarán». Esta «oportunidad no se repetirá», avisó Zoran Zaev, que instó a la oposición a «asumir responsabilidades».
«No hay plan B», repitió el 8 de octubre en Serbia el secretario general de la Otán, Jens Stoltenberg. «La única manera de ser miembro de la OTAN para el país es ponerse de acuerdo con Grecia sobre la cuestión del nombre».
En términos de consecuencias para Macedonia, no hay «nada peor que lo que se constata actualmente: un pequeño país que se tiene tendencia a olvidar y donde todo es complicado», señaló Elise Bernard, especialista de los Balcanes y directora de estudios del centro de reflexión pro-UE EuropaNova, con sede en París.