En cuanto al mapa de poder del gremialismo, un análisis de la composición del nuevo consejo directivo evidencia que el conjunto de gremios que responde al moyanismo se alzó con la mayoría de las secretarías
Los más de 1.800 congresales que eligieron a una nueva conducción de la CGT por cuatro años el jueves último en Parque Norte formalizaron la unidad de todos los sectores y acordaron un lineamiento político que la central obrera había prefijado y que será desde ahora su línea de acción, mientras que en lo inmediato preparan una movilización para el próximo miércoles 17 en respaldo al presidente Alberto Fernández.
El triunvirato que integran Héctor Daer (Sanidad), Carlos Acuña (estaciones de servicio) y Pablo Moyano (Camioneros), al igual que los dirigentes designados en las principales secretarías para el nuevo período, representan una filosofía y una metodología arraigadas en la CGT y en el sindicalismo, postura que implica la ratificación del modelo gremial vigente.
En cuanto al mapa de poder del gremialismo, un análisis de la composición del nuevo consejo directivo evidencia que el conjunto de gremios que responde al moyanismo -con Pablo Moyano a la cabeza- se alzó con la mayoría de las secretarías, lo que determina a futuro un estilo probable de conducción.
El secretario adjunto de Camioneros se encargó de explicitarlo en un mensaje de audio que envió el jueves a los congresales que estaban en Parque Norte, ya que no pudo participar en el congreso por haber sido sometido a estudios médicos, donde adelantó el rumbo de la nueva conducción y, fiel a su estilo, aseguró que «esta CGT estará siempre en la calle junto a los trabajadores y en cada conflicto».
Esta semana, las diferencias que dividieron por años al movimiento obrero parecieron resurgir en un momento de las negociaciones, a tal punto que el juego de alianzas y el diálogo para integrar la conducción no concluyeron hasta la mañana del propio jueves, cuando los dirigentes terminaron de cerrar filas en una hermética reunión matinal en el predio de los empleados de comercio.
De ese modo, tras una serie de idas y vueltas, los gremios moyanistas terminaron ocupando 11 secretarías del consejo directivo, lo que posiciona fuerte al nuevo cosecretario general para procurar imponer una línea de acción.
El moyanismo comparte la conducción con espacios sindicales considerados moderados, como el llamado sector «independiente» que integran Andrés Rodríguez (UPCN), el constructor Gerardo Martínez (Uocra) y el secretario general de Obras Sanitarias José Luis Lingeri.
De todas formas, durante su discurso en Parque Norte el titular de la Uocra advirtió con vehemencia que «la CGT no es indiferente al Gobierno, pero es soberana y, si tiene que gritar, gritará».
El momento más ríspido del congreso se vivió cuando llegó el turno de definir la integración final de la nómina, ya que los gremios industriales pretendían ubicar en el triunvirato al metalúrgico Antonio Caló (UOM) en lugar de Acuña, y esas diferencias estallaron cuando el gastronómico Luis Barrionuevo irrumpió para imponer a Acuña o amenazar con pegar un portazo.
Caló, finalmente, debió aceptar la secretaría de Industria mientras que otro hombre de ese sector sindical, el mecánico Mario Manrique (Smata), fue designado en la Gremial, dos de los cargos de mayor relevancia en la composición de la grilla y en el reparto de poder.
Las diferencias pudieron limarse y se consensó una lista, pero el futuro determinará qué línea de acción y discursiva predomina en una CGT que, a pedido del propio Gobierno nacional, realizó ingentes esfuerzos para alcanzar la tantas veces declamada «unidad».
Otra de las decisiones del congreso fue la aprobación de una reforma del Estatuto que incorpora a las mujeres en los cargos de conducción hasta llegar al 30 por ciento, innovación que varios dirigentes definieron como «solo un primer paso» dado que las modificaciones implementadas no son profundas, por lo que habrá que «redoblar esfuerzos a futuro para que el sector femenino realmente acceda a las decisiones».
En lo que todos los gremialistas coincidieron fue en la necesidad de movilizar de forma masiva a Plaza de Mayo el miércoles próximo, donde el sindicalismo peronista conmemorará el Día de la Militancia (como el peronismo conoce a la jornada del 17 de noviembre de 1972, en que Perón regresó al país) y al mismo tiempo producirá un fuerte acto de respaldo al Gobierno y al jefe de Estado.
«La aspiración es movilizar a más gente y a más trabajadores que el 18 de octubre último, cuando se conmemoró el Día de la Lealtad, independientemente de los resultados electorales de este domingo. Si se revierte el veredicto de las urnas, la CGT festejará tres días después en las calles y, de lo contrario, redoblará los esfuerzos para apoyar al Gobierno y la figura presidencial», confió un dirigente de la conducción.
En la central obrera prima la idea de que es preciso respaldar fuertemente al Ejecutivo ante los embates de «la derecha neoliberal que pretende cercenar derechos y conquistas», en especial si los resultados electorales de este domingo benefician a la oposición, aunque en paralelo los hombres de la CGT reconocen la existencia de tensiones y diferencias ideológicas derivadas de la pertenencia a un sector u otro del esquema de poder.
Esa realidad fue debatida en el seno de la central obrera durante mucho tiempo y el tironeo aún no concluyó, lo que quedó evidenciado en la distribución de los cargos de la nueva conducción, que privilegió al moyanismo, a los sectores de servicios y del transporte, en un juego de alianzas que redujo la presencia de espacios, como los gremios industriales.
Quizá fue una sorpresa para todos el regreso a la central obrera del ex cotitular cegetista Juan Carlos Schmid, de Dragado y Balizamiento, quien asumió la secretaría de Políticas de Empleo que dejó el ferroviario Omar Maturano, lo que ratificó el poder de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT), de la cual Schmid es secretario adjunto.