Cada 26 de junio se conmemora el día contra el uso de drogas y el narcotráfico. En este contexto, los curas villeros de América Latina emitieron un documento para evidenciar esta problemática en los barrios populares
Debido al Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas, establecido por la Organización de las Naciones Unidas en 1987 para cada 26 de junio, curas católicos advirtieron la dramática situación y la consecuencia que genera el consumo de estupefacientes en los sectores marginados y en los barrios populares. En este marco, presentaron un documento bajo el título de «Drogas y Adicciones: un obstáculo para el Desarrollo Humano Integral, la otra pandemia», que llevó la firma de referentes como el arzobispo de San Juan de Cuyo, Jorge Lozano, y el padre José María Di Paola. La difusión del texto se realizó de manera virtual y desde la parroquia Cristo Obrero en el Barrio Mugica de la ciudad de Buenos Aires. CLG estuvo presente para seguir de cerca los detalles.
En primer lugar habló Jorge Lozano, quien además es secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano. A través de un mensaje grabado, sostuvo que «las drogas y las adicciones son una barrera muy importante para el desarrollo integral de personas y comunidades». Dijo también que es posible «estar cerca ayudando a otros hermanos y hermanas a que vivan con dignidad».
Por su parte, el padre «Pepe» Di Paola sostuvo que «abrazar la vida entera y acompañar en comunidad devuelve la esperanza».
También afirmó que «hay una necesidad muy grande de que toda la política, más allá de los partidos a los que pertenezcan los funcionarios, ponga su mirada sobre este tema».
«Las adicciones -continuó- siempre quedaron atrás y los muertos por esta pandemia superará en gran cantidad a otras causas de defunciones», explicó el padre «Pepe» y agregó: «Entendemos que el poder de las drogas es muy grande, y la Iglesia trabaja en la prevención y la recuperación». «Acá está en juego la vida de la gente. Y lo señalamos aquí, en la parroquia donde murió nuestro mártir el padre Carlos Mugica», añadió el sacerdote.
Di Paola invitó a sindicatos, clubes, parroquias, escuelas, partidos políticos y «todos los colectivos a que tomen conciencia de esta otra pandemia» y a organizarse para tratar adicciones: «Proponemos que todos juntos planeemos una propuesta concreta y ofensiva para hacerle frente a este monstruo que pisa fuerte», esgrimió.
«Si logramos reconocer en nuestro pueblo el dolor y eso nos interpela, vamos por una buena senda», manifestó y agregó que la idea del Foro es proponer «cómo» la Iglesia puede encontrarse con las poblaciones populares con el propósito de lograr una «América Latina más solida».
«Necesitamos fortalecer la capilla, el club, la escuela y el barrio, porque no queremos que la gente de la villa se tenga que ir a otro lado para progresar», sentenció.
Para este grupo de curas, la pandemia agravó la situación. «El cierre provocó que muchos adolescentes pierdan su punto de contacto (capilla, club o colegio), pero en los barrios, donde ‘se pone más picante’ por la droga o la violencia, se ofreció una experiencia negativa, por lo que cualquier joven cayó en ellas con mayor facilidad. Por eso debemos trabajar permanentemente en los centros barriales. El camino es estar presente en los chicos», argumentó con contundencia el padre «Pepe» Di Paola, que también agregó que la falta de trabajo complejizó la situación social y provocó la caída en las adicciones.
En el documento se afirma que el consumo de sustancias psicoactivas está en franco crecimiento, sobre todo en países en vías de desarrollo y en toda América Latina. Y que a nivel mundial es un fenómeno complejo, dinámico y de múltiples causas que exige ser abordado de un modo integral.
Con el objetivo de conocer más sobre este flagelo, el Hogar de Cristo realizó un estudio entre más de 300 personas en 21 de sus centros barriales argentinos, con esta composición: 80%, de 18 a 39 años; 18%, de 40 a 49 años; 2%, de 50 años o más; 25% mujeres, 72% varones y 3% personas trans.
El 20% de las personas entrevistadas se encontraba en condiciones habitacionales precarias antes de consumir y, una vez en consumo, esta cifra subió al 47%. Casi la mitad (40%) de los que empezaron a consumir terminaron viviendo en la calle o en un parador, resaltó también el documento presentado este jueves.
Antes de consumir el 50% ya había tenido problemas con la ley, pero luego esa cifra se eleva al 80%. Más de la mitad llegó a perder la libertad y solo una tercera parte contó con apoyo al momento de salir de la cárcel.
El consumo duplica y hasta triplica la presencia de enfermedades como el HIV y la tuberculosis (TBC). Además las lesiones crecen un 140% y los traumatismos o amputaciones un 160%.
Esto permite entender la complejidad de la vida cotidiana de quienes atraviesan el problema del consumo en contextos de exclusión y la necesidad de una atención especialmente adaptada.
Ante esta realidad, las distintas comunidades que conforman la Familia Grande Hogar de Cristo a lo largo del país son interpeladas por el dolor de quienes atraviesan esta situación y buscan brindar una respuesta integral que abarque las distintas dimensiones de la vida de las personas que acompaña, según se explicó.
Los centros barriales o los dispositivos específicos que se van multiplicando, nacen como respuesta a una necesidad concreta y buscan poner siempre como eje a la persona y sus cualidades para que pueda ponerse de pie. También se aseguró que el flagelo de estupefacientes profundiza la marginalidad y muestra un rostro más agudo de la exclusión.
La lectura del documento estuvo a cargo de Beatriz Ballario, responsable del área Abordaje Pastoral y Comunitario de las Adicciones de Cáritas Argentina; Padre Guillermo “Willy” Torre, párroco de Cristo Obrero, Barrio Mugica, CABA; María Elena Acosta, referente nacional de Hogares de Cristo; Romina Santomingo, acompañante Hogar Madre de Lourdes, Familia Grande Hogares de Cristo; y el ya mencionado padre José María “Pepe” Di Paola, coordinador de la Comisión Nacional de Pastoral de Adicciones y Drogadependencia y presidente de la Federación de Hogares de Cristo.