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Los tiempos del Cónclave: ¿cuánto tarda en elegirse un nuevo Papa?


En la historia reciente, los cónclaves suelen resolverse con notable rapidez. El Papa Francisco fue elegido el 13 de marzo de 2013, tan solo dos días después de comenzado el cónclave

Cada vez que la silla de San Pedro queda vacía, ya sea por la muerte o la renuncia de un Papa, el Vaticano activa uno de sus rituales más antiguos y enigmáticos: el cónclave. Se trata del proceso mediante el cual los cardenales del mundo se reúnen, en estricto secreto, para elegir al nuevo jefe de la Iglesia Católica. Aunque los ojos del mundo se centran en el humo blanco que marca la elección, uno de los aspectos más fascinantes es cuánto tarda ese proceso de deliberación. A lo largo de los siglos, hubo elecciones que se resolvieron en horas y otras que demandaron años.

En la historia reciente, los cónclaves suelen resolverse con notable rapidez. El Papa Francisco fue elegido el 13 de marzo de 2013, tan solo dos días después de comenzado el cónclave. Algo similar ocurrió con su antecesor, Benedicto XVI, quien fue electo en el segundo día de deliberaciones en 2005. Juan Pablo II, una de las figuras más influyentes del siglo XX, también fue elegido con agilidad: el 16 de octubre de 1978, apenas dos días después del inicio del proceso.

Esta eficiencia se debe, en parte, a una normativa moderna que permite hasta cuatro votaciones por día, facilitando la toma de decisiones. Así, casos como el de Juan Pablo I (electo en la cuarta votación del segundo día en 1978) o el de Pablo VI (en la sexta votación del tercer día, en 1963), se han convertido en la norma dentro de un procedimiento que, siglos atrás, solía ser mucho más tortuoso.

El contraste más dramático lo ofrece el cónclave más largo de la historia: el de 1268-1271. Durante casi tres años, los cardenales reunidos en la ciudad de Viterbo fueron incapaces de llegar a un acuerdo. La situación se volvió tan desesperante que las autoridades locales les quitaron el techo del recinto y redujeron su alimentación para obligarlos a definir al nuevo pontífice. La presión surtió efecto: eligieron finalmente a Gregorio X. Aquella experiencia derivó en reformas que hoy garantizan plazos razonables para la elección papal.

En el extremo opuesto, el cónclave más breve se registró en 1503, cuando Pío III fue elegido en menos de diez horas. Paradójicamente, su papado duró apenas 26 días.

La duración del cónclave suele estar condicionada por el contexto político, las tensiones internas del Vaticano y, sobre todo, por el perfil del candidato. Algunos llegan con consenso previo y otros generan divisiones que alargan la deliberación. En cualquier caso, para los fieles de todo el mundo, el tiempo es solo una anécdota frente a lo que verdaderamente importa: que tras la fumata blanca surja un nuevo pastor que conduzca espiritualmente a la Iglesia.