"Los supermercados tienen un rol muy significativo. Tienen cadenas alimentarias muy importantes: directas con sus productos de marca propia, además de la venta de productos naturales y la de terceros", subrayaron
Los problemas de concentración excesiva en las cadenas de valor de alimentos se trasladaron a lo largo del siglo XXI a los mercados minoristas, con una posición cada vez más dominante de los grandes supermercados, según informó la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
En su reporte «Competencia, poder de mercado, creación de excedentes y distribución de rentas en las cadenas de valor agroalimentarias», el organismo explicó que el crecimiento de las cadenas agroalimentarias modernas coincidió con una consolidación «significativa» en la agroindustria, el procesamiento de alimentos y especialmente, la venta al por menor.
Un fenómeno registrado no sólo en las naciones más desarrolladas, sino también en los países emergentes y en desarrollo, en lo que se conoce como la «revolución de los supermercados», según precisó el texto.
Mientras que a fines del siglo XX las discusiones sobre los problemas de concentración excesiva en la industria alimentaria se centraron principalmente en la posición dominante de los procesadores de alimentos, en el siglo XXI el debate se trasladó a las implicaciones de la concentración en los mercados minoristas y de insumos.
«Siempre miramos a las empresas de alimentos, pero ahora también hay que ver el rol de los grandes supermercados por su tamaño y concentración», dijo a Télam el coordinador de Justicia Rural y Desarrollo para Oxfam Brasil, Gustavo Ferroni.
«Son pocos supermercados los que concentran una parte muy grande del sector en los países», agregó el especialista, que citó el caso de Brasil, donde señaló que la multinacional francesa Carrefour y el grupo brasileño Pao de Acúcar concentran casi la mitad del sector en el país.
Ante esta situación, la ONG decidió lanzar hace tres años la campaña La Hora del Cambio, en la que denunció que en los últimos 20 años los supermercados fueron acumulando un porcentaje cada vez mayor del precio final pagado por los consumidores, mientras que el recibido por los trabajadores rurales se ha reducido.
Según su reporte, los agricultores perdieron entre 1995 y 2011 un 13,1% del porcentaje obtenido del precio final de consumo, mientras que en el mismo período los supermercados aumentaron dicho valor en un 11,5%, pasando a ser el actor que mayores porcentajes retuvo dentro de la cadena de producción alimentaria, al acumular los mayores incrementos.
Oxfam hizo también un mapeo de las cadenas de valor de doce de productos alimentarios -procedentes de Asia, África y América Latina-, que reveló que en todos los casos los supermercados de Europa y Estados Unidos se quedaban con la mayor parte de la riqueza generada, mientras que los ingresos promedio de los pequeños productores eran insuficientes para llevar un nivel de vida digno o ejercer sus derechos humanos.
«Los supermercados tienen un rol muy significativo. Tienen cadenas alimentarias muy importantes: directas con sus productos de marca propia, además de la venta de productos naturales y la de terceros», subrayó Ferroni.
El poder creciente de los supermercados también influye a la hora de negociar los precios de los alimentos, según explicó a Télam la responsable de Salario Digno para Agricultores en la ONG neerlandesa Fairfood, Isa Miralles.
La especialista dijo que, gracias al dominio creciente de las marcas propias, estas empresas tienen un poder de mercado cada vez más mayor y lo aprovechan para excluir de las estanterías a otras marcas, lo que distorsiona la competencia.
«Cuando dominas un mercado tanto que otras empresas ni pueden acceder a vender, tienes el poder de que toda la materia prima va para ti y entonces tienes muchas opciones de dictar cuánto se paga, por cuánto se vende, etc.», declaró Miralles, quien precisó que el dominio puede ser tanto vertical -al controlar los pasos más importantes de la cadena de suministros- como horizontal, al ser el actor dominante de un sector.
Una situación que, a su juicio, perjudica principalmente a las economías menos desarrolladas, en las que hay mayor número de desempleados y las empresas tienen mayor margen para bajar los precios.