Ciudad

Los preocupantes efectos de la extensa cuarentena en la actividad comercial


CLG dialogó con referentes de distintos sectores de la actividad comercial, quienes dieron un relato alarmante del presente y futuro: persianas bajas y desmpleo

Por: Santiago Ceron 

El aislamiento social, preventivo y obligatorio por la pandemia del coronavirus ya lleva medio centenar de días en el territorio argentino. Esto implica que, a medida que se combate contra el covid-19 y se previenen contagios masivos, también se profundiza una situación económica preocupante y de la que va a llevar mucho trabajo recuperarse.

Probablemente, es el sector comercial el área de la economía que más se ve afectada por la paralización, principalmente los pequeños y medianos locales, aquellos que tener las persianas bajas durante mucho tiempo representa una sentencia de cierre. Sin embargo, tras 50 días de cuarentena, está a la vista que abrir las puertas no significará una solución inmediata.

El efecto económico de la pandemia a golpeado a toda la sociedad, por lo que los bolsillos no estarán muy llenos como para salir a comprar repentinamente. A ese dato hay que sumarle que aquellos comercios que se esforzaron por mantener a su personal y trataron de tener las cuentas al día, lo hicieron endeudándose. Entonces, los ingresos que lentamente empiecen a llegar una vez abiertas las puertas, irán destinados a pagar cuotas de créditos e intereses de impuestos.

Por eso, en el marco de rumores que indican que Nación le daría luz verde a Rosario para que se empiece a liberar la actividad, CLG dialogó con referentes de distintas áreas comerciales de la ciudad, quienes hablaron sobre su presente y vaticinaron lo que les depara el sombrío futuro.

«Ya veníamos de dos años de recesión económica muy dura. De alguna manera los comerciantes resistieron porque tenían la esperanza de que, al cambiar el gobierno, las políticas los favorecieran. Lamentablemente, eso duró poco, la pandemia nos llegó demasiado rápido y para algunos ya fue directamente el golpe de gracia», comenzó Fabio Acosta, de la Asociación Casco Histórico, representante de comercios del microcentro.

Acosta explicó que la cuarentena tuvo un efecto casi inmediato en algunos pequeños negocios que ya atravesaban una situación compleja: «Muchos ya han entregado la llave, han hablado con los propietarios para irse del lugar. Ese movimiento todavía no se vio porque no estaban autorizadas las mudanzas, pero esto es así, va a quedar un grueso de comerciantes pequeños sin posibilidad de continuar».

«Sostener los gastos centrales, alquileres, impuestos y empleados sin tener las persianas levantadas fue durísimo, nos llama la atención cómo han resistido todo este tiempo, pero la situación no da para más», agregó.

Fabio Acosta

 

El referente comercial señaló que recién una vez que se reanude la actividad comercial podrán tener un panorama preciso sobre los cierres: «Todavía no tenemos el número de locales cerrados porque todavía no se hicieron efectivas las mudanzas. Tendremos que esperar a que se reactive para saber realmente quién se fue y quién se quedó. El problema es que sabemos que la gran mayoría no se dedica a otra cosa, no tienen otros ingresos, por lo que no sabemos cómo van a seguir su vida normal».

En los últimos años se pudo apreciar una progresiva partida de los negocios de las típicas galerías céntricas, que cada vez mostraron menos locales abiertos. Según Acosta, ese panorama se va a profundizar: «No quedan dudas de que esta pandemia va a generar un mayor vaciamiento de las galerías de centro. Hay galerías que tienen 10 comercios que ya anunciaron que van a cerrar. Sin actividad no hay manera de continuar, porque sino pasas al asistencialismo».

Por otra parte, Juan «Coco» Benzi, presidente de la Cámara del Juguete de Rosario, se refirió a la situación de las jugueterías, comercios que no abren sus puertas desde el 20 de marzo: «Estamos igual que la mayoría, muy complicados. Hace prácticamente 60 días que no tenemos actividad y los gastos siguen llegando, los sueldos siguen estando. Tenemos la expectativa de que a partir del lunes podamos funcionar y llegar al Día del Niño con mayor holgura para poder palear un poco la crisis».

Este año el Día del Niño, la fecha más esperada de los jugueteros junto a Navidad y Reyes, se festejará el 16 de agosto. Si bien a primera vista falta un considerable tiempo, la preocupación pasa por la falta de stock: «Las fábricas quedaron vacías luego de las ventas de diciembre, en enero y febrero estuvieron de vacaciones, y en marzo, que es cuando deben empezar a fabricar para el Día del Niño, los agarró la cuarentena. No sé que va a pasar, yo creo que no va a alcanzar lo que van a poder producir».

Tiempos sin coronavirus: jugueterías llenas, sin barbijos y sin distanciamiento

Con respecto a la posibilidad de poder abrir la próxima semana, señaló: «Todo el mundo está con problemas económicos, si el lunes abrimos no significa que la gente va a salir a comprar. Va a demorar un tiempo largo en establecerse todo esto, pero es lo que nos tocó vivir». Sin embargo, aseguró que las jugueterías «han tratado de mantener el personal para que siga funcionando la estructura».

«Con esta situación ha habido gente que la ha pasado muy mal, algunos han cambiado de rubro. A nuestro criterio, hubo una desigualdad en el tratamiento de las cosas. Se abrieron las grandes superficies que son los supermercados, pero no sólo venden alimentos: venden electrodomésticos, bazar, ropa. Han sacado muchas ventas que se podrian haber realizado a partir del lunes», criticó.

Hoteles y gastronomía, en jaque

Según las estimaciones, el sector hotelero y gastronómico será uno de los últimos en lograr reactivarse. A causa de la nula circulación de personas, casi el 90% de los alojamientos de la ciudad están cerrados. Con respecto a los bares y restaurantes, si bien tienen la posibilidad de hacer repartos, las ventas cayeron drástricamente durante la cuarentena.

Alejandro Pastore, titular del Paseo Pellegrini y secretario de la Asociación Empresaria Hotelero Gastronómica y Afines de Rosario (Aehgar) relató el negro panorama que enfrentan: «El sector gastronómico y todo el comercio minorista está asfixiado. A muchos comercios les han rechazado la asistencia salarial, como también el acceso a los créditos. Todo esto lleva que, frente a la inexistencia de ventas por estar virtualmente cerrados, estamos por debajo de las necesidades reales de cualquier negocio. Tenemos la necesidad de abrir, por supuesto priorizando los protocolos sanitarios».

«Una vez que abramos vamos a tener que ver cómo responde el consumidor, porque en todo este proceso ha habido un deterioro muy fuerte del poder adquisitivo, el bolsillo está afectado y la gente no va a poder comprar inmediatamente. Los gremios acordaron una reducción de salarios del 25%, y probablemente ese porcentaje es el que la gente le destinaba a comprar productos que no son de primera necesidad», agregó.

Además, sobre la situación de los bares rosarinos y la posible habilitación, Pastore expresó: «Sabemos que está casi confirmado que no seremos incluidos en esta primera etapa de excepciones». Y se refirió a las ventas: «El sector gastronómico ya venía con muy baja rentabilidad y por ende con nula capacidad de ahorro. Hoy con el delivery se está facturando entre un 5 y un 15% de lo normal, es totalmente insuficiente. Estamos contrayendo un enorme pasivo con servicios, alquileres, proveedores y salarios, y cualquier negocio que está facturando un 10% va camino al quebranto a no ser que se revierta la situación rápidamente».

«Es un problema muy serio, hay que empezar a revertir todo este proceso de aislamiento de a poco, pero de manera enérgica. De lo contrario, vamos a tener una consecuencia muy fuerte en lo económico, y por ende en lo social», aseveró.

Por otra parte, Pastore habló sobre el cierre de bares: «Han cerrado los locales que estaban en situaciones más difíciles o que tenían una menor chance de negociar alquileres, porque si bien muchos entendieron la situación que se estaba viviendo, otros no dieron lugar a que se renegocie el alquiler. Por suerte la gran mayoría de los locales que cerraron lo hicieron acordando con los empleados, aunque ha habido algún caso que terminó en conflicto».

«El número de cierres no ha sido tan significativo porque todo el mundo está esperando, contrayendo deuda. Por eso, esto no va a terminar cuando se abra, porque los coletazos de la crisis van a seguir. Lo escuché a Lifschitz decir que lo que queda de este año y parte del año que viene vamos a tener conflicto, y yo pienso exactamente lo mismo», aádió.

Por último, aseveró que «se tiene que generar el nivel de rentabilidad para ir cubriendo el pasivo que se generó, porque sino va a haber mucha quiebra y no hace falta explicar las consecuencias de eso».

Con respecto a la situación hotelera, CLG dialogó con Damián Auzunbud, del hotel Howard Johnson y tesorero de Aehgar, quien dio una visión preocupante sobre la realidad del sector: «Estamos prácticamente parado, hay cero ocupación desde antes de la cuarentena. Acá en Rosario estábamos con la ExpoAgro cuando se anunció el aislamiento, entonces la gente canceló las reservas y se empezó a retirar. De ahí para adelante fueron todas cancelaciones».

«Hay algunas ocupaciones de gente que se puede trasladar, como médicos, pero no hay alojamientos. Los hoteles están en más de un 90% cerrados, y los que están abiertos tienen una guarida mínima», apuntó, en referencia a la actividad durante el aislamiento.

Con respecto a los cierres, Auzunbud espetó: «Los hoteles más chicos tienen menos herramientas a nivel de orden administrativo para salir a pedir créditos. Muchos van a cerrar o ya han cerrado y no creo que vuelvan a abrir».

Como si fuera poco, el futuro no es prometedor: «Estimamos que vamos a trabajar a pérdida hasta que el pasajero vuelva a viajar, por lo menos hasta diciembre. Nuestros estudios de mercado estiman que las últimas actividades que se van a reactivar van a ser la turística y los viajes internacionales. Creemos que por lo menos nos va a llevar un año hasta volver a tener el nivel de ocupación que teníamos antes de la pandemia».

«Creo que esto va a terminar repercutiendo en reducción de personal, recortes salariales y despidos. Hay un esfuerzo muy grande por parte del sector privado, los sindicatos y el Estado para que eso no suceda. Las ayudas del Estado no están llegando a todos los que las solicitaron», concluyó.