Opinión

Los pobres crucificados que esperan la resurrección


*Por Alberto Botto

¿Lo han crucificado a Jesús, el Nazareno? ¿El Cristo? ¿El Gran Maestro? Sí, claro. Y con él han crucificado antes, durante y siempre, a los pobres. Los pobres…, ¿quiénes son los pobres de todos los tiempos? Son aquellos que no tienen para comer o comen mal, son los que no tienen vivienda, los que se enferman y no tienen cobertura de salud, los que no tienen acceso a la educación, los que se visten con harapos o ropas simples porque no tienen recursos para más, son los discriminados y excluidos por el poder. Pero los pobres son también (siempre lo fueron) aquellos ricos y gentes de clase media que se compadecieron y compadecen de ellos, que lloran con ellos, que los comprenden y que trabajan para ellos.

Alrededor de Jesús, desde luego, había pobres y él se juntaba y amaba a los excluídos como narra el Evangelio, pero también había gente de clase media entre sus seguidores y hasta rica, como José de Arimatea. Ellos también eran pobres, eran los “pobres de espíritu”, como el mismo Jesús los llamó. No eran muchos, es cierto, siguen siendo pocos, también es cierto, pero sigue habiendo “pobres de espíritu” a los que la humanidad les deberá algún día la resurrección de los pobres.

Cuando Jesús muere, son los pobres y esos pobres de espíritu como José de Arimarea, quien lo rescata y lo prepara (sin saberlo) para la resurrección.

¿Quién mató a Jesús? Una confusión social cree que fue el pueblo judío. No es cierto, no es para nada cierto. A Jesús lo mató el imperio romano y sus representantes en la vieja Palestina entre los cuales había, es cierto, algunos pocos judíos. A Jesús lo mató el poder imperial porque el pueblo judío un día antes lo había aclamado en Jerusalen.
A los pobres siempre los mata el imperio y sus representantes. En todas partes, en todos los países, en todos los tiempos a los pobres los mata el poder. Los mata de diferentes formas: literalmente de un balazo o sumiéndolos en la angustia de la injusticia social. Y los pobres de espiritu suelen morir de pena porque sus hermanos son abatidos. Y es más, a veces, en nuestros días, los pobres de espíritus, esas personas de clase media que viven dignamente y tienen empatía por los sojuzgados, también caen víctima de los efectos de las políticas del poder: robo, homicidios, adicciones, cuando no medidas económicas confiscatorias.

Al gran Martin Luther King en sus marchas, no solo lo acompañaban hombres y mujeres de color, también había algunos blancos “pobres de espíritu” que lloraban junto a los discriminados, golpeados y pisoteados negros. No eran muchos, pero esos puntos blancos entre la masa negra adolorida tenía un gran significado: el de la resurrección de los derechos y la verdad.

En esta Argentina de esta nueva Semana Santa, hay muchos pobres y hay mucha mentira sobre la pobreza, hay muchos hermanos que están siendo atormentados, pero también hay algunos corazones “pobres de espíritu” solidarios que comprenden aquello de “amarás a tu prójimo como a ti mismo” que lloran con ellos y trabajan para que resuciten junto a ese “Jesús del Madero” .

*Secretario General del Movimiento Sindical Rosarino y del Sindicato de Luz y Fuerza de Rosario