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Los Fiori, la familia que levanta la bandera de la lucha y la solidaridad


Fabián y Rosana tuvieron hace 17 años a Adriano, que sufrió mala praxis y es paciente electrodependiente. Y adoptaron hace un año a Micaela, de 19. Conocé la historia

El domingo se conmemoró en todo el país, y en otras partes del mundo el Día del Padre. Pero, para algunos, es un día especial en el que se recuerda las dificultades que transitó al momento de cumplir su sueño. Esa es la historia de Fabián Fiori, el padre de Adriano, un chico de 17 años que por cuestiones de salud es electrodependiente. CLG dialogó con Fiori para conocer un poco más sobre su vida y la lucha que realiza todos los días.

Además de Fabián y Rosana, la familia Fiori está compuesta por sus hijos: Ornella, de 18 años, Adriano, de 17, y ahora, Micaela, de 19. Micaela es, como dice Fabián, “la hija del corazón” de la familia que vive con ellos hace poco más de un año.

Abrirle el corazón y el hogar a una joven es sólo un costado de la solidaridad y el amor de Fabián Fiori. Pero, nada le fue fácil. El día del nacimiento de Adriano, una mala praxis le provocó graves problemas de salud. Los doctores demoraron en sacarlo y Adriano se ahogó en el líquido amniótico. La falta de oxígeno le provocó secuelas severas, y a poco de nacer, los doctores le comunicaron que su hijo no iba a salir de neonatología.

Fabián recordó las sensaciones de ese momento. “Lo primero que tenés es un profundo dolor y desesperanza, en el cual si no salís de ese estado de shock no podés enfrentar esa situación que te desborda. Pero no podés ni siquiera darte ese lujo, de deprimirte, sentirte mal, enseguida hay que ponerle el hombro a la situación. Es una situación muy difícil, creo que con mi señora hemos logrado salir adelante de esa y de un montón de situaciones más que me dieron las herramientas también para poder ayudar a otros que no las tienen todavía y que las necesitan”, recordó.

La lucha de Adriano para salir adelante es para Fabián el ejemplo a seguir. “Mi hijo fue mi mejor maestro, lo veo a él como un ejemplo porque luchó desde el minuto cero en que los médicos decían que no iba salir. Y sin embargo, está a punto de cumplir 18 años”, comentó y agregó: “Mi hijo me enseñó que la lucha se gana, primero, con amor y, segundo, minuto a minuto se hace la victoria, día a día, segundo a segundo, de esa forma se construye, con esa paciencia, con la misma paz que tiene su mirada y la misma pureza que tiene su alma y su corazón. Esa es la fuente y la herramienta que tiene para llevar una lucha adelante”.

Un paciente electrodependiente tiene que estar 24 horas del día conectado a una serie de máquinas con distintas intensidades. Vivir esta situación le cambió la vida. “Es un antes y un después, es una vida completamente diferente a lo que uno se puede llegar a imaginar. No es lo que planificaste, no tenés los elementos necesarios para poder hacerlo”, dijo.

Cuando Adriano nació “no se sabía nada, absolutamente nada, ni siquiera en la provincia no teníamos una ley para los electrodependientes, estábamos desamparados completamente”.

Ante las desesperanzas y las dificultades, Fabián nunca dejó de luchar. A pesar de que fue muy “difícil hacerle entender a nuestros legisladores que un electrodependiente sin energía eléctrica se muere», pudieron lograr que la provincia adhiera a la Ley Nacional de Electrodependientes 27.351. “A partir de ahí, se empezó a trabajar conjuntamente con los legisladores y con la Empresa Provincial de la Energía en busca de una solución a esta problemática. Poco a poco estamos avanzando, pasito a pasito. Pero todavía hay mucho para hacer, para tratar de lograr una solución integral y definitiva”.

En este proceso, Fabián conoció a otras personas que viven situaciones parecidas y eso lo llevó a hacerse carne del reclamo de todos porque, según relató, “las familias electrodependientes son familias que tienen vulnerabilidades acumuladas. Dentro de las personas con discapacidad, la persona con electrodependiente es la persona más vulnerable, es la que más hay que proteger. Paradójicamente a eso, el Estado es a la última persona que intentó ponerle un marco legal para protegerla. Hay mucho camino por hacer. Es una problemática a la cual debemos difundir y a la cual debemos conocer, a esos electrodependientes y a esas electrodependientes es a quien hay que proteger en verdad”.

Desde un tiempo a esta parte, Fabián y su mujer decidieron formar una fundación que busca impulsar ordenanzas, leyes y, fundamentalmente, tratar de poder darle su experiencia para enfrentar estas situaciones a familias que la están empezando a transitar.


La Fundación Emperador, llamada así en honor a Adriano a quien todos conocen como “El Emperador”, nace para formalizar un poco “lo que nosotros ya veníamos haciendo hace varios años. Necesitábamos tener una personería jurídica para poder alcanzar objetivos más concretos que veníamos logrando digamos a fuerza de solidaridad y con un esfuerzo titánico sin ningún recurso económico, jurídica para poder ir a plantear cuestiones claves y concretas frente a las autoridades de turno. Eso es lo que nos llevó a tomar la decisión de formar esta fundación con el objetivo de mejorar la vida de las personas con discapacidad, sus familiares y particularmente los denominados electrodependientes”, manifestó.

Para Fiori, ser padre y formar una familia lo convirtió “en un hombre pleno, de pasar de recibir protección como hijo a empezar a dar protección como padre”. La relación de sus hijos, relató, “es una relación de amor. Cualquier persona puede ver tanto que Ornella como Micaela se acercan a Adriano, y Adriano lo que hace es sonreír de una manera impresionante”, y añadió: “Adriano tiene un detector de amor implacable, no falla nunca. Adriano es realmente una persona pura, una persona que no conoce la maldad”.

Fabián comentó que todos los días del padre son días muy especiales para él, y para sus hijos. “Cada día para nosotros es una fiesta, cada cumpleaños, cada día de la madre, cada día del niño son fechas muy fuertes para nosotros. Las vemos como una victoria, las vemos como un día más, un sentimiento de victoria absoluta. Desde aquella mirada negativa de que tal vez Adriano no podía salir de neonatología cada segundo que pasa es una victoria”.